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Marion Cotillard: “La subordinación de la mujer es una vergüenza para la humanidad”

La actriz estrena 'Pequeñas mentiras para estar juntos', un retrato de un grupo de amigos que se vuelven a reunir después de ocho años y comparten miedos, frustraciones, engaños y, también, cariño

La actriz Marion Cotillard, en julio, en París.
La actriz Marion Cotillard, en julio, en París.Stephane Cardinale (Getty Images)
Rut de las Heras Bretín

Hay pequeñas mentiras que no tienen importancia hasta que la tienen. Que un grupo de amigos le oculte a uno de ellos que van darle una sorpresa por su cumpleaños se puede entender como una mentira ya no venial si no cariñosa. Siempre y cuando el homenajeado lo acepte, pero ¿y si el sorprendido prefiriese no compartir esos momentos? Así comienza Pequeñas mentiras para estar juntos, la secuela de Pequeñas mentiras sin importancia (2010), que se estrena este viernes en España.

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“Todo el mundo miente”, confirma Marion Cotillard (París, 1975), una de las protagonistas de esta película coral, “a nosotros mismos antes que nada”, explicaba el lunes por teléfono desde París. La actriz, ganadora de un Oscar en 2008 por su papel de Edith Piaf en La vida en rosa —solo ella y Sofia Loren lo han obtenido por un papel protagonista femenino de una película cuyo idioma original no era el inglés—, confiesa que siempre evita mentir, pero quizá alguna vez haya tomado alguna decisión que implicara hacerlo. Eso sí, asegura que nunca engaña a sus hijos: “El mayor tiene ocho años y medio, nunca le miento y a veces es difícil porque tienes que encontrar la forma de explicarle las cosas”.

De mentiras está construida la película, como ya lo estaba la primera —tienen escenas idénticas, los líos para recoger la manguera, la misma localización, la banda sonora plagada de canciones archiconocidas—, de esos pequeños engaños, medias verdades u ocultamientos entre los grupos de amigos, que en realidad es lo que son los actores y el director, Guillaume Canet. No ha sido un reencuentro como el que se cuenta en el filme, ellos se ven casi cada semana. “Somos amigos cercanos”, apunta Cotillard, “el rodaje es como continuar divirtiéndonos. Se lo ponemos difícil a Guillaume [Canet, director, actor y marido de la actriz], sobre todo en la primera que no éramos tan disciplinados, en esta nos hemos comportado mejor”. ¿Cómo surgió la idea de hacer la nueva? “Bueno, llegó a la mente de Guillaume [Canet]. Mucha gente vio Pequeñas mentiras sin importancia y preguntaban si habría una continuación”. ¿Hay alguien ya pensando en una tercera parte? “Creo que no”, dice la actriz entre risas.

La historia del filme gira en torno a Max, el mayor del grupo que cumple 60 años y ha acumulado varios fracasos personales y profesionales en los años que han transcurrido entre la historia que cuenta la primera película y la que se podrá ver ahora en España (en Francia se estrenó en primavera y lleva más de 2,8 millones de espectadores y más de 20 millones de euros recaudados, según la web especializada Box Office Mojo). El personaje al que da vida François Cluzet (protagonista de Intocable) tenía una familia convencional y económicamente le iban tan bien que invitaba a sus amigos a su casa de la playa a pasar sus vacaciones. Ocho años después se ha divorciado de su mujer, le pesan los años y los fracasos profesionales se le han acumulado hasta el punto de tener que poner en venta su casa. “Esto afecta a sus relaciones sociales”, comenta Cotillard mientras que explica que su personaje, Marie, “se perdió” con la muerte que sucede en la primera película. “Está triste, no sabe cómo lidiar con su hijo. Se le apagó la luz y ni siquiera sabe si quiere encenderla. Ella quiere a la gente pero no sabe cómo quererla”. La intérprete y su personaje comparten la adrenalina de tirarse en paracaídas, para Cotillard era un sueño desde la infancia que ha cumplido algunas veces pero que no siempre tiene fácil porque se lo impiden los seguros de las películas.

En la vida real, Cotillard considera que las decepciones y los fracasos ocurren pero trata de ver el lado brillante del mundo. Cuando se le pregunta que cómo ha evolucionado ella en estos casi 10 años que separan los dos rodajes, responde con un rotundo: “Me convertí en mamá. Dos veces. Es un cambio duro e importante, las prioridades son otras. Es un desafío, pero ahora tengo mucho más amor y belleza en mi vida”. Asume el paso del tiempo, no como Max: “Solo tengo 44 años pero las señales del tiempo empiezan a aparecer, trato de aceptarlas. Envejecer es estar vivo y una de las experiencias más enriquecedoras e interesantes para los humanos”.

La intérprete es activista en la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres y en el cuidado del planeta. “¿A qué estamos jugando con nuestra vida? Es ridículo y un insulto a la inteligencia. Creo que deberíamos unirnos, luchar juntos hombres y mujeres, en favor del feminismo y de la ecología. Hay mucho que conseguir. La inteligencia femenina no puede dejar de funcionar. Es una vergüenza para la humanidad la subordinación de la mujer”.

Actualmente está rodando Annette y tiene futuros proyectos que no puede revelar. Con respecto a si participará en alguna película española dice que es uno de sus sueños. “El español es uno de mis idiomas favoritos, cuando iba al colegio lo elegí como segunda lengua —era muy buena—. En la escuela secundaria odiaba a mi maestro y perdí todo lo que había ganado”. Bromea con que alguna vez ha intentado hablarlo con Penélope Cruz, "ella se desespera", comenta. La actriz francesa, junto a Pedro Almodóvar, le entregó el César de Honor a la española en 2018. Mientras Cotillard alaba el cine español y a Cruz a quien dice admirar, constata un hecho: “Hay directores españoles que son increíbles, pero no recuerdo el nombre de ninguna directora”.

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