Svetlana Alexiévich: “Quiero escribir sobre los eslavos, cómo se matan, cómo mueren y cómo aman”
La escritora bielorrusa y premio Nobel de Literatura, que abre el festival Cosmopoética de Córdoba, se plantea qué hacer con los 30 años más de vida "regalo de la civilización"
Es el quinto viaje a España de Svetlana Alexiévich —la periodista y escritora bielorrusa que en 2015 recibió el Premio Nobel de Literatura y que ha pregonado a los cuatro vientos las heridas que ha dejado en sus habitantes la extinta Unión Soviética—, pero la primera vez que llega a Andalucía. "Siento una envidia enorme porque ustedes tienen un magnífico lugar en esta tierra. Siempre que veo un lugar lleno de sol, de belleza, de agua me pregunto qué tipo de personas lo habitan. Yo vivo en un país con muchísimo bosque al que la gente le ha arrebatado trozos de tierra. Solo bosques y marismas. Vivir ahí requiere una valentía enorme", confesó este viernes poco después de llegar a Córdoba. Sin embargo, la autora de Voces de Chernóbil. Crónica del futuro, que en 2011 volvió a su país tras 11 años de exilio, no está dispuesta a mudarse buscando el ansiado sol; prefiere vivir entre los suyos, aunque muchos de sus libros estén prohibidos en su país.
"Quiero escribir sobre mi pueblo, sobre los eslavos, sobre cómo se matan, cómo mueren, cómo aman y porqué se mueven. Es un proyecto así de pretencioso", reconoce la escritora, de 71 años, mirada despierta y una gran curiosidad intelectual.
"Para mí es muy importante mostrar el horror a través de la belleza. Es como guiar a mis lectores a través del infierno de Dante para que contemplen la vida en toda su complejidad, llena de belleza y poesía. La poesía, esparcida por todas partes, ocupa todo el espacio de la vida", reflexiona la escritora. Y es esa lírica que impregna su prosa la que la ha llevado hasta Córdoba para participar en Cosmopoética, una invitación que aceptó porque le "sedujo el nombre". "Pensé estas personas que han puesto este título deben sentir igual que yo".
Tras el enorme éxito de su obra en la que da voz a las víctimas de la explosión de la central nuclear ucrania de Chernóbil en 1986, libro que ha inspirado la serie de HBO Chernóbil, la escritora ha decidido cambiar de tercio y tiene dos proyectos en marcha.
Sigue en su empeño por "entender el espíritu humano" y está escribiendo sobre el amor. "Sobre lo que nosotros, en la parte de la tierra en la que habito, entendemos por amor. Hago entrevistas a hombres y a mujeres, pero no se trata de contar historias románticas", precisa. "El segundo libro, si tengo tiempo para escribirlo, tratará sobre la vejez. Sobre qué hacer con esos 30 años más de vida que nos ha regalado la civilización. ¿Para qué vivir? ¿Qué más se puede hacer con ese tiempo?". Preguntas que la escritora lanza al aire sin esperar que nadie le conteste.
"Yo no soy periodista de pura cepa y después de un ciclo de siete libros sobre la caída del imperio soviético, que se derrumbó delante de nuestros ojos, me interesan temas más épicos. He dedicado 30 años de mi vida a escribir sobre la utopía bolchevique, que trataba de crear un paraíso en la tierra y terminó haciendo un parque de los horrores, ahora cierro este ciclo", apuntó en Córdoba, ciudad en la que este viernes abrió la 16ª edición del Festival Internacional de Poesía Cosmopoética en un diálogo con la periodista Laura Barranchina. La inauguración de la que se ha consolidado como la cita poética más importante de España, en la que participan 64 autores, ha contado también con la poeta gallega Yolanda Castaño y la cantautora catalana María Rodés.
"A principios del siglo XX Ortega y Gasset dijo que había acabado la era de los héroes y comenzaba la del hombre pequeño. Y a ese es al que yo siempre he querido escuchar, porque nadie lo había hecho antes, era como la arena de la historia. Textos como el de la esposa del bombero que estuvo apagando el fuego en la central nuclear de Chernóbil y murió dos semanas después son equiparables a los de Shakespeare. Habían prohibido a las mujeres, madres e hijos de las víctimas acercarse a ellos, pero el amor que sentía por su marido era tan grande que ella lo visitaba de todas formas. Los médicos le dijeron 'él ya no es la persona querida, sino solo un objeto que debería ser desactivado", rememora Svetlana Alexiévich, preocupada por "dar voz al hombre pequeño".
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