Casablanca también habla español
Antonio Gamoneda participa en el Salón Internacional de Libro de la ciudad marroquí, con España como país invitado de honor y con el foco en los traductores
El pabellón de la Feria Internacional de Casablanca, un imponente edificio protegido levantado en 1949 en la capital económica y comercial de Marruecos, es un hervidero de personas durante estos días. La enorme nave con forma de bóveda, de 200 metros de largo por 90 de ancho y sin columnas que sustenten un techo lleno de lucernarios circulares, acoge hasta el domingo la 25ª edición del Salón Internacional de la Edición y del Libro (SIEL). Y si francés y árabe son tradicionalmente las lenguas más escuchadas del certamen, este año el español se siente con fuerza.
El poeta español Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931), premio Cervantes en 2006, participó el pasado martes a sus 87 años en uno de los actos programados en el pabellón español de la 25 edición del SIEL de Casablanca. Y allí, ante un público internacional, dio claves de su obra: “Yo tengo dicho en alguna línea de mi escritura que pongo toda la realidad y todos mis actos en el espejo de la muerte. ¿Qué significa esto? Que el poeta Antonio Gamoneda, cuando escribe, no olvida que está acercándose progresivamente a la muerte y que todas sus comunicaciones están también en esa misma perspectiva”, aseguró el escritor, que también explicó qué define para él el género que le mueve a escribir cada día: “La poesía tiene tres características: tiene un nacimiento rítmico, ya que el pensamiento poético surge en impulsos rítmicos; es un acto de creación, algo que no ha dicho nadie antes; y es un acto de revelación, comunica algo que se desconocía”.
El escritor, que camina pegado a su bastón y no renuncia al tabaco, fue muy contundente con sus ideas: “La lengua de la poesía no es exactamente la misma que la lengua de la comunicación normal, sea la conversación, o incluso la lengua escrita de la propia literatura, de la alta literatura. A veces me pongo excesivamente radical y digo que la poesía no es literatura; la literatura utiliza el lenguaje con el que nos comunicamos con una función estética, creando una obra de arte, pero la poesía no está nombrando el mundo exterior, sino que es una emanación de la propia vida”.
En un encuentro con el poeta marroquí Khalid Raissouni (Casablanca, 1965), traductor de la obra de Gamoneda al árabe, ambos leyeron poemas —cada uno en su idioma— del autor español, que además explicó algunas claves de su obra: “Cuando me preguntan cuáles son los temas de la poesía, yo digo: ‘mire usted, el tema de la poesía soy yo’”, explicó el autor de Descripción de la mentira, Blues castellano o Edad, galardonado este con el Premio Nacional de Poesía de 1988. Y explicó más: “El tema de la poesía soy yo mismo, como hombre que contempla toda la realidad posible, tangible o intangible, objetiva y subjetiva”. A su lado, Raissouni, que se ha propuesto traducir toda su obra, definió a Gamoneda como “un gran poeta de la otra orilla” al que “hay que leer muy despacio, para disfrutarlo porque ahí está la esencia de la palabra”. Cuando Raissouni terminó de leer en árabe uno de sus poemas, Gamoneda exclamó: “Estoy emocionado; las palabras, que yo no comprendo, tienen esa musculatura armoniosa que proporciona el ritmo”.
Los traductores, en valor
Otro foco de atención de las actividades de España se concentra en unos actores del mundo de los libros que suelen pasar desapercibidos. "Los traductores son los auténticos embajadores del alma de los pueblos. Quienes ponen en contacto las lenguas y las culturas son los traductores", aseguró el lunes García Valdés en uno de los actos dedicados a estos profesionales. En la mesa redonda Traducción, el viaje de las lenguas, participaron la barcelonesa Margarida Castells, que traduce del árabe al catalán, y la segoviana María Luz Comendador, que lo hace al castellano. En un encuentro muy ameno, ambas contaron anécdotas, hablaron de los problemas que afrontan cada día según traten textos clásicos o contemporáneos, y coincidieron en que en el mundo académico no se valora su tarea como traductores. "La traducción tiene que producir en el que lo lea lo mismo que produce en el original", resumió Comendador, "pero una traducción no es un concurso de belleza, escribes con unas pautas muy fuertes que no te puedes saltar".
La presencia de Gamoneda en el Salón Internacional de Casablanca se debe a que esta edición tiene como país invitado de honor a España. Por este motivo, y bajo el lema El viaje de las lenguas, el Ministerio de Cultura y Deporte, a través de la Dirección General del Libro y el Fomento de la Lectura y de la sociedad estatal Acción Cultural Española, ha diseñado en colaboración con el Ministerio de Asuntos Exteriores, a través del Instituto Cervantes de Casablanca y de la Embajada de España en Marruecos, un programa de actividades que incluye la participación de alrededor de 40 autores españoles y marroquíes.
Entre las actividades programadas destacan los homenajes al escritor Juan Goytisolo (Barcelona, 1931-Marrakech, 2017) y al poeta José-Miguel Ullán (Villarino de los Aires, Salamanca, 1944-Madrid, 2009). Y también el ciclo Dos grandes escritores y sus traductores, que además del encuentro entre Gamoneda y Raissouni, incluía el previsto para este miércoles entre Mohammed Bennis (Fez, 1948) y su traductor al español Luis Miguel Pérez Cañada (Alhucemas, 1964). Nombres como los de Andrés Ibáñez, Sara Mesa, Andrés Barba, Najat El Hachmi, Frederic Amat o José Luis Gómez, también figuran en el programa de actividades.
Más que presumir de músculo editorial, el estand español intenta estrechar lazos. “Lo fundamental es la enorme proximidad existente entre los dos países, los vínculos que hay... Lo que no implica un conocimiento profundo entre españoles y marroquís”, asegura Olvido García Valdés, la directora general del Libro. “Nosotros intentamos potenciar ese conocimiento”, añade. En principio, la política del Ministerio de Cultura es que a lo sumo España sea solo país invitado de una feria internacional del libro por año, y en 2019 ya se había aceptado serlo de la de Lisboa. Pero cuando el ministro José Guirao visitó Rabat en septiembre, Marruecos logró que aceptara serlo también de la SIEL. A pesar del poco tiempo para preparar el evento, España ha conseguido ultimar un pabellón especial, que destaca en el centro del enorme recinto ferial junto al del Ministerio de Cultura de Marruecos.
Además de las conferencias, mesas redondas y encuentros con escritores que acoge, en el pabellón español destacan dos pequeñas exposiciones, una que exhibe reproducciones de manuscritos andalusíes antiguos conservados en bibliotecas españolas y otra que incluye las fotos que realizó Vicente Aranda durante el viaje que hizo en coche en los años cincuenta por tierras de Almería con Goytisolo, que sirvieron para ilustrar el libro de este Campos de Níjar. “Esos pueblos de Almería en los sesenta, esa arquitectura, esos personajes, esos paisajes, te lo puedes encontrar 300 kilómetros al sur”, explica García Valdés, “somos moriscos todos”.
Los niños juegan en español
Por la mañana, el cielo parcialmente cubierto por las nubes cargadas de agua del Atlántico dan un aspecto fantasmal a la Mezquita Hassan II de Casablanca, la segunda más grande del mundo tras la de La Meca y dotada con un imponente minarete de 172 metros. Pero el principal reclamo para los curiosos está estos días a apenas 300 metros en línea recta, donde miles de niños entran con gran bullicio pero en orden en el recinto del SIEL. Entre puestos de editoriales con textos especializados en derecho o economía, quioscos con saldos de hasta 10 dírhams por volumen (0,1 euros), y librerías especializadas en libros religiosos regentadas por hombres barbados con atuendos tradicionales, los niños recorren el pabellón con sus profesores y se interesan sobre todo por los multicolores puestos de libros infantiles, que destacan para el profano por la bella caligrafía árabe.
En el pabellón español también se oyen los gritos de los niños, que en este caso mezclan ambos idiomas. 28 alumnos de unos ocho años del Colegio Español de Casa Blanca Juan Ramón Jiménez, entre ellos dos hijos de españoles, prestan atención hipnotizados al relato que les proporciona la chilena Alejandra Hurtado, la actriz, bailarina y directora teatral que les entretiene con sus Cuentos de puro amor. La artista busca en todo momento la participación de los menores: “Y el chivo chivón pequeño, que tiene los cuernos…”. Y todos los niños gritan al unísono: “Pequeños”. Ante los relatos y las adivinanzas de Hurtado, sorprenden los chavales por su comprensión del español y por su vocabulario. “¿Y cómo puede ser el ogro?”, pregunta la artista. “Grande”, “feo”, “peludo”, le gritan niñas y niños con la mano en alto.
“Este trabajo por las mañanas es maravilloso, y es del Cervantes”, aclara Olvido García Valdés. Se refiere a que las actividades de cuentacuentos programadas en el pabellón en varias sesiones cada mañana durante toda esta semana están organizadas por el Instituto Cervantes de Casablanca, que pretende así mantener el vínculo de la institución dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores con la sociedad civil de la mayor ciudad de Marruecos. María Jesús García, directora del Instituto Cervantes de la ciudad, explica que muchos de esos niños que estudian en español en el colegio se convierten luego en alumnos de su institución. También destaca el salto cualitativo que ha supuesto para el Instituto esta edición, ya que en anteriores el espacio del que disponían era mucho más pequeño. Además, en próximas ediciones podrán adaptar el pabellón y tener una presencia más destacada. Y todo, con el objetivo de que en Casablanca el español suene cada vez con más fuerza.
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