La infancia de Cuarón tiene rostro de mujer
Las actrices de ‘Roma’ Yalitza Aparicio, Marina de Tavira y Nancy García hablan de una de las películas del año
La mayoría de las personas tiene grabada a fuego la importancia de aquellas personas que les cuidaron en su infancia, cuando más desprotegidas estaban. Al mismo tiempo, esa madre o esa niñera —tradicionalmente, ellas— es una figura que, con el paso de los años, suele quedar relegadas a un plano más oculto. Sobre todo, en la esfera pública. Una de las hazañas en Roma de Alfonso Cuarón (Ciudad de México, 1961) ha consistido en eso: en haber sacado a la luz, poniéndolos a la vista de todos, esos recuerdos agridulces que tantas veces causan pudor. Su tarea de abrir la puerta al mundo de sus memorias ha sido un éxito internacional. Tres han sido las intérpretes de este viaje a la infancia del director a Roma, el barrio en el que creció: la actriz Marina de Tavira, que juega el papel de la madre, Sofía; la novel intérprete Yalitza Aparicio, que hace de la niñera, Cleo, la verdadera protagonista, y Nancy García, como Adela.
La última película del director de Y tu mamá también (2001) o Gravity (2013) parte de la idea de honrar a Liboria Libo Rodríguez, su cuidadora en la niñez. Como hijo de una familia de la burguesía capitalina, en su infancia Cuarón convivió con una nana que residía en la vivienda. Hoy, el número de trabajadoras del hogar internas se ha reducido a la clase más alta. No obstante, el avance en derechos de este colectivo, mayoritariamente de origen indígena, ha sido tremendamente lento. A principios de este mes, el Supremo de México obligó a dar de alta en la seguridad social a estas empleadas —millones de ellas trabajan sin ningún tipo de protección—. El cineasta quiso contar una historia muy personal que ha acabado por convertirse en una crítica a la situación de desprotección, desigualdad y, en cierta medida, también de discriminación en México.
De este germen, ha nacido una nueva estrella con futuro incierto. Yalitza Aparicio (Tlaxiaco, Oaxaca, 1993) se ha convertido en una de las principales embajadoras de Roma, y también de México, por su interpretación de Cleo, la reencarnación de Libo en la ficción. Su naturalidad al meterse en el papel de una persona profundamente amorosa y de infinita generosidad la ha popularizado entre el gran público. A través de su papel de dócil trabajadora, se muestran las relaciones que se establecían entre patrones y empleados. Marina de Tavira (Ciudad de México, 1974) destaca que uno de los defectos de su personaje, la señora Sofía, es que "arroja toda la frustración que siente a su apoyo más grande, a Cleo, al estar pasando ella por un momento tan duro y tan terrible de ruptura". En las distancias cortas, Aparicio conserva la misma aura que le acompaña e ilumina en el papel de la trabajadora del hogar. Vestida con vaqueros y camiseta, cruza las manos y las piernas mientras espera atenta las preguntas. Tiene una sonrisa siempre preparada y transmite tranquilidad. .
La joven de origen mixteco se ha erigido en adalid de las trabajadoras del hogar, un colectivo tan olvidado en el México de los setenta —que recrea la ficción de Cuarón— como en el actual. También, en la voz del indigenismo relegado en un país rasgado por sesgos clasistas y racistas. “No importan los estereotipos. Puedes formar parte de algo, si tú realmente lo quieres”, asegura durante la entrevista en uno de los hoteles más lujosos de Ciudad de México. Ha sido hasta portada de la edición de México y América Latina de Vogue por su papel.
Comenzaba su carrera como docente de educación infantil cuando acudió a un casting para la película de un director del que no sabía prácticamente nada. Cuarón se fijó en ella, y su vida ha dado un giro radical desde entonces: un día toca promoción en Ciudad de México, otro en Los Ángeles y al siguiente, en Nueva York. “Fue maravilloso tener esta oportunidad”, apunta Aparicio. “Algo por lo que le estoy muy agradecida es porque supo encontrar las palabras adecuadas para no conformarme con lo que soy y, sobre todo, porque me ayudó a tener más seguridad en mí: me hizo darme cuenta de que podía hacer cosas que jamás creí posibles”, remacha con la misma dulzura y entereza de Cleo.
De Tavira, Aparicio y García se prestan a describir a sus respectivos personajes: la señora Sofía, madre de cuatro niños en trámites de separación, y las empleadas del hogar Cleo y Adela. “Una de las mayores virtudes de Sofía es el empuje que tiene para sacar adelante a los hijos y la forma en la que trata de darles siempre la mejor cara, aunque ella esté sufriendo”, apunta la reconocida actriz mexicana De Tavira (Ciudad de México, 1974). “La virtud de Cleo es ser tan amorosa y atenta con la familia y siempre ser una persona increíble”, afirma. Precisamente, ese carácter ha granjeado críticas que ven una cierta condescendencia clasista, donde otros ven humanismo y estima sincera, en la visión del director sobre el personaje. Las actrices parecen estar encantadas con el discurso feminista del filme.
Mujeres valientes
Las tres coinciden en que en 40 años ha habido cambios sobre el papel femenino en la sociedad mexicana, pero que aún queda mucho camino por andar. “En la película”, apunta García, “se resalta mucho el tema de que las mujeres no se atreven, de que tiene que pasar algo para que ellas se admiren y se valoren y se digan: ‘Yo sí puedo’, y creo que esto ha ido cambiando y las mujeres están reconociendo ya que se puede educar a los hijos sin figura paterna”.
Más allá de si los pasos han sido de gigante o de enano en un país en el que el año pasado fueron asesinadas 3.430 mujeres, este soleado día en que promocionan Roma se muestran satisfechas por el trabajo: son legítimas representantes de una película producida por Netflix, ganadora del León de Oro de la Mostra de Venecia y candidata al Oscar, que también ha triunfado en las pocas salas que se ha estrenado. Cuarón llegó a decir sobre el filme que fue “su salvavidas”. “Un 95% de las secuencias nacieron de mi memoria”, aseguraba el director. Hoy son ellas quienes contestan. ¿De qué trata la película? “De mujeres valientes”, contesta reivindicativa García. “De la vida misma”, opina con dulzura Aparicio. “De las cicatrices de la infancia”, sella De Tavira.
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