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Un cuento de amor de Eduardo Galeano, desde un café de Quito

El ecuatoriano Felipe Egas adapta la obra del uruguayo ‘Cartas de amor’ a un cortometraje

Fotograma del cortometraje 'Cartas de Amor'.
Fotograma del cortometraje 'Cartas de Amor'.

Con tonos sepias y una caligrafía en los créditos que imita a la de las cartas escritas con pluma, Felipe Egas transforma un café de Quito en el local bohemio de Montevideo que la viuda del escritor uruguayo Eduardo Galeano habría imaginado para recrear en el cine el cuento Cartas de amor. “Es un digno homenaje”, asegura el cineasta Felipe Egas que le dijo Helena Villagra cuando le mostró la adaptación a cortometraje del texto original. Tan convencida quedó que le cedió los derechos de autor sin costo y le propuso que lo presente al Festival Internacional de Cine de Montevideo en 2019.

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El cortometraje, que lleva el mismo título que el cuento de Galeano, se estrenó en Quito en la sala independiente de la Casa Toledo a finales de noviembre y tiene apalabrado un nuevo pase de semana y media para enero en la misma sede. Es la ópera prima del ecuatoriano que conoció la obra del autor uruguayo hace cinco años. Una amiga española le recomendó, primero, Las venas abiertas de América Latina y, luego, siguió el solito. Desde 2013, estaba rumiando la idea de adaptar a la pantalla la infructuosa historia de amor de Penélope y Facundo, pero vivía en Europa. “No podía filmar nada de un icono latinoamericano como Galeano en otro sitio que no fuese un país de la región”, explica Egas.

La ocasión comenzó a fraguarse a su regreso a Ecuador hace dos años, al involucrarse en la docencia de artes audiovisuales. El proyecto no habría podido engendrarse sin el trabajo y apoyo de sus colegas. Por eso, el cineasta desdeña concretar una cifra sobre el costo de la película. “El presupuesto fue mínimo gracias a que exalumnos y amigos me dieron una mano”, agradece el quiteño. El corto se filmó el pasado mes de septiembre durante dos sábados y dos domingos, para que todos pudieran compatibilizarlo con sus otras responsabilidades.

Se notan en la pantalla las ganas de mimar el cuento original, pero también las imperfecciones de ser una primera creación. Sobre todo en la actuación de los personajes que, a ratos, rompe la cadencia del narrador del cuento. Algo que reconoce el director. “He recibido críticas positivas y negativas. Entre lo que se podía haber mejorado es la actuación, pero al mismo tiempo han destacado que me haya arriesgado a hacer la adaptación de un grande”, admite. Y explica que la protagonista del corto, Natalia Mera, no es actriz, sino una amiga con una forma de ser que le encajaba a la perfección con el personaje de Penélope.

“Quería alguien serio y frío”, precisa, para interpretar a la joven que se enamora de Facundo, le abandona y le escribe cartas quincenales durante años hasta que un día deja de hacerlo sin razón. La actriz tiene una discapacidad por lo que se moviliza en silla de ruedas, pero eso no fue nada más que un complemento de su papel. “Quiero normalizar la presencia de personas con discapacidad en el cine. Ella se ganó el papel, no por cuota, sino porque no conozco otra chica que represente mejor a la protagonista”, reivindica Egas, de 32 años, que sufre espina bífida.

Ese trasfondo social es parte de lo que quiere asociar a su “firma” como cineasta. Sus próximos proyectos tendrán dos particularidades más: los protagonistas llevarán un nombre que empiece por la letra f como el suyo y las mujeres recuperarán un rol empoderado. “Es un poco ególatra”, reconoce al mencionar los tres ingredientes que quiere que se asocien a su firma, pero es el hambre de crecer como director el que habla. “Me gustaría llegar a festivales como San Sebastián, Cannes o Canadá. No te menciono el Óscar de Hollywood porque cuando te consideras artista, creas arte, te enamoras de lo que haces y no se trata de venderlo a las grandes marcas”.

Pero de momento, mientras llega el gran salto, tiene en mente otros dos proyectos: una película sobre los secuestros en Ecuador enfocada en humanizar al ser querido que nunca regresa a casa y una serie de producciones de ocho minutos para viralizar en redes sociales asuntos de coyuntura nacional e internacional desde la ficción.

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