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Patrimonio Nacional cierra por sorpresa las habitaciones de Franco en El Pardo

La institución clausura el dormitorio, el baño, el despacho, su vestidor y el teatro y asegura que se debe a “labores de conservación interna”

La televisión de Franco, donde presenciaba cada domingo los partidos de fútbol.
La televisión de Franco, donde presenciaba cada domingo los partidos de fútbol.ANA NANCE

El dormitorio de Franco ya no se puede visitar. Esta mañana Patrimonio Nacional, dependiente de Presidencia del Gobierno, ha decidido eliminar del recorrido turístico por el Palacio del Pardo las estancias personales del dictador y no hay previsión de reapertura. Tampoco podrán verse más el vestidor, el despacho, su cuarto de baño y el teatro personal. La explicación esta vez es que la medida se debe a “por labores de conservación interna”, que coinciden con la próxima exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos. En 2010, la Comisión de la Memoria Histórica decidió echar el cierre a estas salas. La residencia que usó entre 1939 y 1975 quedó clausurada, porque las dependencias “no aportan nada” a la visita, tal y como declararon sus miembros en su día. Las salas cerradas en 2010 volvieron a abrirse cuando el Gobierno de José Luis Rodriguez Zapatero dejó paso al de Mariano Rajoy, en 2011. La Comisión de la Memoria Histórica quedó anulada, así como también se revocaron sus decisiones.

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En esta ocasión la decisión la tomó la presidencia de Patrimonio Nacional hace una semana, tal y como ha podido saber EL PAÍS. Este periódico ha tratado de hablar con el presidente de la institución, Alfredo Pérez de Armiñán, pero no ha sido posible. El departamento de comunicación confirma la versión de los motivos de conservación.

Sin embargo, especialistas de la casa consultados explican que no hay labores de conservación urgentes en estas estancias íntimas, aunque no se atreven a hacer ninguna otra especulación. Allí solo queda la mesa donde Franco firmaba las sentencias de muerte, el váter que usaba, la capilla en la que rezaba cada mañana (y en la que se casó su única hija, María del Carmen Franco y Polo, con el cirujano Cristóbal Martínez-Bordiú), las camas separadas del matrimonio, unos uniformes, unas medallas, unas sillas, etcétera. “No hay nada que requiera de su conservación”, explican las fuentes.

La visita a la estancia con sus dos camas y sus mesillas, las lámparas de los años cincuenta y el entelado verde ha sido vetada. La ley de memoria histórica dispone que se retiren todos los símbolos que ensalcen la dictadura y la represión militar. Hace ocho años se entendió como una medida pertinente. Además,  al no acoger ninguna obra de arte, la exhibición de estas habitaciones no se puede amparar en esta excepción prevista en la ley.

La cancha de tenis, con el yugo y las flechas, donde el dictador peloteaba sigue abierta. El teatro de corte de Carlos III (diseñado por Francesco Sabatini), que recicló como sala de cine y así ha sobrevivido hasta hoy, con un palco real sobredimensionado y una docena de sillas, también ha sido cerrado por sorpesa. Allí vio durante tres décadas más de 2.000 películas antes de su estreno. Tres semanas antes de morir vio El veredicto, la última.

Las estancias de Franco eran el principal reclamo para las 40.000 personas que visitan al año el palacio. Sobre todo, la sala del Consejo de Ministros, protagonista de la historia fotográfica de la dictadura. También es un punto de interés turístico el cementerio de El Pardo, verdadero panteón del franquismo, donde descansan los militares y financieros que prestaron apoyo al régimen durante cuatro décadas. Allí está Carmen Polo, esposa de Francisco Franco. La familia se ha negado a que los restos del dictador se entierren allí tras la exhumación del Valle de los Caídos.

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