“En Chile la amnesia es una postura política”
La cineasta chilena Lissette Orozco se somete al carrusel de preguntas de este diario
La entrevista tiene lugar en Madrid un 11 de septiembre. “Una fecha con mucho poder”, susurra la cineasta chilena Lissette Orozco. Mientras se celebra la Diada en Cataluña o se recuerdan los atentados al World Trade Center en Nueva York, la memoria colectiva chilena vuelve la vista al golpe de Estado de Pinochet, del que se cumplen 45 años. En 2017 Orozco dirigió El pacto de Adriana, una indagación personal en la que cuenta cómo descubrió que su tía formó parte de la policía secreta de la dictadura: un filme que sacudió los cimientos de su familia.
De pequeña quería ser...
Veterinaria.
¿Cuál es el mejor consejo que le dio alguno de sus padres?
Que llegara hasta el final de las cosas.
“Afuera ponen velas a los directores chilenos pero allí nadie ha visto nada”
¿Un sitio que le inspire?
La playa.
¿La última vez que lloró?
Mmm... hace como un mes.
¿Se puede saber la razón?
Estaba mal con mi papá.
¿Qué significa ser directora?
Tener la misión de contar una buena historia. Entregar un mensaje… cambiar el mundo [risas].
¿Qué siente ahora que se cumplen 45 años del golpe chileno?
Muchas emociones. He recibido muchos mensajes de distintos amigos que están en muchos lugares del mundo conmemorando la fecha. Venía hablándolo justo ahora de lo poderosa que es esta fecha. Muchas emociones y sentimientos encontrados.
Está muy presente en España también.
Es una fecha muy poderosa, no solo para Chile. En muchos países pasaron cosas un 11 de septiembre. Justo una amiga que vive en Barcelona me manda un vídeo de la conmemoración allí en la plaza Salvador Allende.
¿Qué película mataría por haber dirigido?
Qué difícil… The act of killing, de Joshua Oppenheimer. O quizá su siguiente: The look of silence.
Haciendo su película, ¿qué descubre de Chile?
La amnesia. Mejor dicho, dimensioné esa amnesia. Me di cuenta de que esa amnesia era como una postura política.
¿Y de tu familia?
No solo yo, todos nos dimos cuenta de que fuimos cómplices. Ahora todos lo dimensionan y lo verbalizan. Antes todos eran cómplices pero todos se protegían entre ellos. Ahora se verbaliza.
En una fiesta de disfraces, de qué se disfrazaría?
De granjera. Siempre digo que cuando sea vieja voy a vivir en un campo, y voy a ser granjera. Y voy a vender mermelada.
¿Dónde no le gustaría vivir?
En Estados Unidos.
¿Por qué?
No me gusta la gente. No todos, claro. Pero vivo en un país en que me gusta la gente. En Estados Unidos no me siento muy en casa.
“Cuando sea vieja voy a vivir en un campo, ser granjera y vender mermelada”
¿Qué la deja sin dormir?
El trabajo. Soy una obsesiva: puedo levantarme a las tres de la mañana a escribir un mail.
Y cuando duerme, ¿tiene algún sueño recurrente?
Sueño que me raptan, o que me tienen amarrada, y que grito. Y veo a mi papá, pero mi papá no me escucha. Y soy buenísima soñando que huyo de tsunamis.
¿Qué la hace suspirar?
Suspiro mucho. Soy así. Yo creo que cuando veo a gente consecuente con su mundo, felices…
¿Con respecto a su trabajo, de qué se siente más orgullosa?
De no haberme traicionado.
¿Cuál es la noticia que siempre ha querido leer?
La leo. Me gusta ver que al cine chileno le va tan bien afuera.
Ya que lo menciona, ¿cómo ve la salud del cine chileno?
Le va increíble en el extranjero. Dentro nadie lo ve. Es súper contradictorio. Estoy en Europa y veo que homenajean a Patricio Guzmán, a Maite Alberdi… Afuera le prenden velitas a los directores chilenos pero llegas allí y nadie ha visto nada. Terrible pero cierto.
¿Por qué?
Hay un desinterés enorme. Si hay gente que fue a ver Una mujer fantástica es porque ganó el Oscar. Antes nadie la había visto. Nadie es profeta en su tierra, pero en Chile… Cuando haces a las películas competir con una película de superhéroes o con Harry Potter, nunca van a poder ganar.
¿Cómo ve el futuro de Chile?
Como va ahora, lo veo complejo. Creo que va muy bien económicamente para algunas familias chilenas. Creo que va muy bien económicamente, y eso es lo que le importa a los políticos chilenos. Pero como están privatizando todo, todo, todo es un sistema cruel para la clase media, para la clase baja y para la tercera edad. Si sigue así, va a seguir siendo igual de cruel.
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