Los permisos para sacar patrimonio histórico de España crecen un 60%
Los expedientes aprobados por el Ministerio de Cultura pasan de 1.300 a 2.000 entre 2012 y 2017. Para obras mayores, como ‘goyas’ o ‘velázquez’, se suelen denegar
Los permisos para la salida definitiva de bienes del patrimonio histórico fuera de España se han incrementado año a año desde 2012. Entre ese ejercicio y 2017, el Ministerio de Cultura tramitó un 59% más autorizaciones de exportación, desde casi 1.300 hasta más de 2.000. Estos permisos son obligatorios para que determinados objetos de interés artístico o histórico puedan traspasar la frontera. Esos 2.000 expedientes de salida incluyen 8.405 obras de todo tipo: pintura, escultura, tapices o manuscritos, que tengan relación con la historia de España.
A los bienes más interesantes, sin embargo, se les suele denegar la salida. Así acaba una proporción cercana al 2% de las solicitudes de exportación tramitadas, a una media de sesenta expedientes anuales. El Ministerio ha frenado la salida de obras como Guitarra sobre una silla, un óleo con arena y collage de Juan Gris fechada en 1913 y valorada por el propietario en 55 millones de euros, la más alta de los últimos seis años. Otros nombres ilustres del arte figuran con frecuencia en este listado: Goya, Velázquez, El Greco, Murillo o Sorolla. EL PAÍS ha accedido al listado completo de estas obras en virtud de la Ley de Transparencia. Puede consultarlo aquí.
El caso más conocido es Cabeza de mujer joven, el picasso propiedad del expresidente de Bankinter, Jaime Botín, que salió de aguas jurisdiccionales españolas. Botín propuso a Cultura exhibir la obra incautada a cambio de librarse de la petición del fiscal de pena de cárcel. Aún está pendiente de juicio.
En el inventario aparecen joyas de millones de euros, atlas casi únicos en el mundo, pero también un techo de madera pintado o el primer libro de natación publicado en España, en 1840. Un cuenco de unos 50 euros es el objeto valorado por menos dinero de entre los denegados en estos años. El Ministerio justifica que no salga de España porque, según reza el documento de denegación, "todo parece indicar" que procede de algún yacimiento arqueológico de la cultura argárica, de hace unos 4.000 años.
Una mayoría de propietarios quiere vender fuera de España, según los expertos consultados. Y es que los precios que se pueden conseguir en el mercado internacional suelen superar los que se logran en el limitado mercado español. Ese techo, para obras importantes, alcanza hasta "los cuatro o seis millones de euros", según Jaime Mato, el presidente de la asociación que reúne a los subastadores españoles (AESSAC).
A partir de ese importe, la salida natural de esas obras es el extranjero. "En un picasso, un miró o un goya, si la obra es muy importante en precio o relevancia, es donde más se perjudica [al propietario], porque tiene más opciones con clientes internacionales de poder adquisitivo alto", comenta Mato. Sin ofrecer cifras concretas, el experto apunta a una diferencia de precios de "entre un 10% y un 100%" entre una venta en España o en el mercado internacional, si bien solo en obras singulares. Desde la casa de subastas madrileña Abalarte, su director, Gonzalo Mora, considera que vender fuera de España "puede suponer el doble o el triple [de los ingresos posibles] para los propietarios".
Una mayoría de propietarios quiere vender fuera de España; en el mercado internacional suelen superarse los precios del limitado mercado nacional
El Ministerio de Cultura suele esgrimir para denegar una exportación que la obra sea singular o que no abunden ejemplares similares en las colecciones de arte españolas. Para estudiar las peticiones, Cultura se vale de un organismo consultivo, la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico. Sus 22 integrantes, con la ayuda de expertos en cada materia, se reúnen 11 veces al año para estudiar las descripciones y valoraciones recibidas de los propietarios y proponer al Ministerio en qué casos hay que permitir la salida de las obras y en cuáles no.
"La normativa no ofrece un criterio objetivo, pero se recurre a la opinión cualificada de expertos específicos", ilustra Mónica García-Perrote, abogada especializada en el mercado del arte del bufete Cuatrecasas. "La ley que rige es antigua, de 1985, y resulta vaga. A veces, incluso para los expertos en derecho del arte, es complicado determinar qué es patrimonio histórico español". Sin embargo, en su opinión, las decisiones de la Junta suelen resultar "bien razonadas".
Sin embargo, no todos los propietarios están conformes con los criterios de denegación. Uno de ellos, consultado para este reportaje y que pide no dar su nombre, solicitó permisos para una docena de objetos el año pasado, de los que se le denegó la salida de cuatro. "Regalar esas piezas a precio de saldo al Ministerio de Cultura, eso no lo hago bajo ningún concepto. Otra cosa es que yo en su día las done, pero al museo o colección que a mí me guste", comenta. En los motivos en los que se le explicó por carta por qué se le denegaba la exportación se le refiere el extraordinario estado de conservación y el gran interés para las colecciones públicas.
La necesidad de liquidez
Los propietarios de grandes colecciones han recurrido a la venta de alguna de las piezas para hacer frente al gasto que les supone mantenerlas. Fue el argumento utilizado por la fundación de la Casa de Alba para vender una carta manuscrita de Cristóbal Colón en 2015, pero la exportación le fue denegada.
Con la crisis económica, otros grandes propietarios de arte, como la Fundación Medinaceli de Sevilla, también temieron reducir los ingresos. Por eso se plantearon vender una de sus obras, El arrastre del toro de Goya. "Como medida de precaución pensábamos vender el cuadro que estaba más alejado de las colecciones Medinaceli, que tenía menos vinculación con la familia por ser más reciente su incorporación", apunta el director de la fundación, Juan Manuel Albendea. Solicitaron el permiso de salida de España y les fue denegado en 2013, pero entonces arguyeron que la colección a la que originalmente pertenecía la pieza estaba ya dispersa por España y Europa, y también que con los ingresos podrían abordar obras en algunas de las propiedades de la familia. Al final, el permiso les fue concedido y la obra llegó a viajar a Londres, pero la fundación decidió finalmente no venderla. "La crisis más o menos se ha superado", explica Albendea. El Goya, a pesar de suscitar el interés de compradores, volvió a Sevilla, donde permanece.
Se ha frenado la salida de obras como Guitarra sobre una silla, de Juan Gris, y valorada en 55 millones de euros por el propietario
En el momento de pedir el permiso de exportación, el propietario tiene que indicar en el formulario una estimación de su valor. Este precio es considerado una "oferta de venta irrevocable en favor de la Administración": si le interesa, el Estado puede comprarlo directamente pagando ese precio. El presupuesto para comprar obra ronda los cuatro millones de euros anuales, informan fuentes de la Junta de Calificación.
Por esa vía han pasado a las colecciones públicas algunos bienes singulares que pretendía vender en el extranjero. Así ocurrió con un manuscrito de 1773 con 32 acuarelas de aves y vida marina de Mallorca, obra de Antonio de Recondo. Sus antiguas propietarias, dueñas de una librería en Madrid, siempre se preguntaron cómo acabó en la colección de Henry Bradley Martin, un rico ornitólogo estadounidense. "En la subasta de su biblioteca lo adquirió un galerista estadounidense. Mi padre se lo compró a él en los noventa", cuenta por teléfono Alicia Bardón. En 2013 le rechazaron una petición para exhibirlo en una feria de libros antiguos en Nueva York. "Me fue denegada y volví a pedirla en 2016. Me comentaron que lo comprarían cuando hubiese presupuesto", explica. La Biblioteca Nacional lo adquirió finalmente el pasado diciembre por 40.000 euros.
Aumenta el interés por el arte español en el extranjero
Al interés de los propietarios por vender fuera se suma el de los compradores internacionales por el arte español. Jaime Mato, que además de presidir a los subastadores es consejero delegado de Ansorena, una de las mayores casas de subastas, atribuye el fenómeno a la mayor información sobre la oferta disponible. Los compradores consultan los catálogos en Internet. Pero, además, las solicitudes de exportaciones se gestionan de manera "mucho más ágil" ahora que hace unos años.
"A veces, incluso para los expertos en derecho del arte, es complicado determinar qué es patrimonio histórico español", explica la abogada Mónica García-Perrote
A veces el éxito de una exposición de impacto internacional espolea el interés por una época o un género artístico poco explotado. Desde que la National Gallery de Londres dedicó en 2009 una muestra a la pintura y escultura españolas de los siglos XVII y XVIII, las casas de subastas de Estados Unidos y Reino Unido han mostrado más interés por la madera policromada de esa época. "[Las casas] quieren colocar tallas de esa época en la mitad de las salas dedicadas a la pintura barroca", comenta Juan Dobado, sacerdote carmelita y comisario especializado en arte religioso. "Hay un interés enorme por Juan de Mesa, pero sobre todo por La Roldana", detalla. Muchos de los fondos proceden de la desamortización de lugares religiosos en el siglo XIX. Dobado y varios anticuarios apuntan a la casa de subastas Coll & Cortés, que tiene sedes en Madrid y en Londres, como la más interesada en ese ámbito. Responsables de la casa han declinado dar su visión para este reportaje.
"El mercado del arte, igual que cualquier mercado, busca continuamente nuevos campos, nuevas minas, nuevas áreas", apunta el director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel. En su ámbito más próximo, el del arte moderno y contemporáneo, especifica que figuras de esa época que no han estado en los focos, como Esteban Francés o Remedios Varo, suscitan interés en el mercado español, pero fuera no. Así lo explica el experto: "En arte contemporáneo en España no hay una estructura fuerte de coleccionismo como en Alemania, Brasil, EE UU o México".
Cómo controla el Estado la salida de arte y patrimonio de España
Los propietarios de los objetos del patrimonio histórico español que los quieren vender o trasladar al extranjero presentan ante el Ministerio un formulario por el que piden el permiso de exportación, incluyendo la descripción, destino y valoración económica. El Ministerio puede aceptar o rechazar la petición, para lo que se vale de la Junta de Calificación, Valoración y Evaluación, un órgano consultivo formado por 22 miembros que analiza las solicitudes. Se reúne en pleno 11 veces al año en unas reuniones que suelen durar unas cinco horas.
Si el Estado considera que los bienes deben quedarse en España por su especial interés, deniega el permiso y, por lo tanto, su salida del territorio. En el periodo entre 2012 y 2017, la administración denegó la exportación de algún bien en cerca de 350 expedientes. Cada uno de estos puede incluir desde un solo bien artístico o histórico hasta 99, como ocurre con los lotes de las subastas. Cuando una solicitud se deniega, se informa a la comunidad autónoma en la que se encuentra por si consideran otorgarle una protección pública especial al bien. Por ejemplo, declararlo Bien de Interés Cultural, como ha ocurrido este septiembre con la pintura San Jerónimo Cardenal, atribuida a El Greco, o como puede ocurrir con La mère bien aimée, de Greuze o Fin de jornada, de Sorolla. Sobre los objetos de excepcional importancia se adopta una medida cautelar de inexportabilidad mientras se estudia el caso, como ocurrió con 13 obras en 2017.
No todas las exportaciones, sin embargo, buscan la venta. Además de las salidas definitivas, la exportación de bienes culturales puede realizarse de forma temporal (485 en 2017), como cuando se quieren trasladar los bienes para exposiciones internacionales o para su restauración. También se puede solicitar una exportación temporal con posibilidad de venta (999 en 2017). Esta es la fórmula que se suele utilizar cuando la venta no es segura, pero se quiere mostrar a potenciales compradores. Si se incumple el requisito del permiso que rige para obras de determinada antigüedad (100 o 50 años, dependiendo del destino final, dentro o fuera de la UE) o calificación, la exportación podría considerarse ilícita y el propietario se expone a perder la propiedad del bien en favor del Estado.
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