Jaime Botín propuso a Cultura exhibir el ‘picasso’ incautado a cambio de librarse de la cárcel
El expresidente de Bankinter, acusado del contrabando de 'Cabeza de una mujer joven', intentó negociar con Guirao en una reunión entre ambos
Una de las primeras citas que tuvo José Guirao como ministro de Cultura fue con Jaime Botín, expresidente de Bankinter, que trató de cerrar un acuerdo para librarse de la cárcel, según cuenta El Confidencial. Este periódico ha tratado de confirmar el encuentro con la agenda del ministro: desde Cultura aseguran a EL PAÍS que la reunión entre el acusado de contrabando de un retrato de Pablo Picasso y el máximo responsable del ministerio “sí tuvo lugar”.
Botín ofreció no exportar el cuadro, Cabeza de una mujer joven (1906), para exponerlo en la Fundación Botín de Santander. La obra, tasada en 26,2 millones de euros, se encuentra incautada por orden del juez, después de que fuera requisada en su barco Adix, atracado en el puerto de Calvi, en Córcega (Francia), en 2015. El banquero alega que lo quería llevar hasta Suiza para protegerlo y Cultura considera que su pretensión era ponerlo a la venta, sin permiso. La fiscalía ha pedido cuatro años de prisión para Botín y el juez le impuso una fianza de 133 millones de euros.
El acusado de contrabando pretende recuperar la posesión del cuadro a cambio de exponerlo en público, en la fundación privada de la familia. Sin embargo, tal y como señaló hace tres años Javier García Fernández, mano derecha de Guirao, a este periodista: “El picasso de Jaime Botín pasa inmediatamente a ser propiedad del Estado español”. García Fernández es Catedrático de Derecho Constitucional y uno de los padres de la Ley de Patrimonio Histórico de 1985, que en su artículo 29 aclara que un bien “inexportable” —como es el caso del retrato de Picasso— pasa a pertenecer al Estado español en el mismo momento en que abandona el país.
La ley añade que corresponde a la Administración recuperar los bienes ilegalmente exportados. “El Estado debe demostrar que el cuadro ha salido ilícitamente y que antes estaba localizado en España. Pero bastaría con el informe del Museo Reina Sofía que utilizó la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes para declararlo inexportable”, señalaba García Fernández entonces. El banquero quería vender la obra en 2012, en una subasta en Christie’s de Londres, y pidió permiso a la Junta para ello. Fue denegado. El cuadro no podía salir de España.
En ese informe de 2012 la especialista del Museo Reina Sofía encargada de valorar la importancia de la pintura, escribía que “no existe una obra similar en territorio español”. Por tanto, nunca podría abandonar las fronteras del Estado. Entonces el banquero llevó su causa a la Audiencia Nacional y la justicia tampoco le dio la razón. Recurrió al Tribunal Supremo, al tiempo que trataba de sacarlo. En 2016, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) concluyó que el banquero se llevó de España la obra contraviniendo las resoluciones de la Audiencia Nacional.
El cuadro se conserva en los almacenes del Reina Sofía, a la espera de la sentencia. Es una obra importante del periodo de Gósol (Lérida), una breve etapa que antecede y desemboca en Las señoritas de Avignon (1908). En el informe de la Junta también puede leerse que “fue una etapa en la que Picasso se ve claramente influido por la plástica del arte ibérico y en los hallazgos llevados a cabo en ese momento influirán decisivamente, no sólo en el cubismo, sino también en la evolución posterior de la pintura del siglo XX”.
Para los abogados de Botín, representado por el bufete Ramón y Cajal, no se ha cometido ningún delito porque la obra no es española, sino británica. Aseguran que esa es la nacionalidad del cuadro, por ello “no ha podido ser expoliado ni lícita ni ilícitamente”. Los abogados explican que cuando, en 1977, compró el cuadro “en el extranjero”, el propietario nunca lo declaró como bien de importación.
Es cierto que la ley no entra en vigor hasta 1985, pero se abrió entonces un período para que los dueños de obra inscribieran sus propiedades en el registro de Bienes de Interés Cultural y regularizaran su situación, dejando claro si era compra extranjera o no. Botín tuvo la oportunidad de inscribir la obra como importada pero no lo hizo. De haber seguido los trámites legales, habría documentado que esta pintura fue comprada en el extranjero y que está a nombre de una sociedad panameña llamada Euroshipping Charter Company.
Si el juez dicta sentencia contra Botín, el cuadro podría pasar a exhibirse en el Reina Sofía, junto a las 31 pinturas del maestro malagueño con las que cuenta el museo. Entre ellas apenas hay ejemplos previos a 1907 —año fundacional del cubismo—: sólo un par de retratos sobre el ambiente parisino y anclados todavía en las fórmulas postimpresionistas, como Mujer en azul. La mayor parte de los fondos de Picasso en el Reina Sofía gira en torno a los años treinta y cuarenta. La casa de Cabeza de una mujer joven también podría ser el Museo Picasso de Barcelona o el de Málaga.
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