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Madrid se engancha a la fiesta musical de Emir Kusturica

El cineasta actúa en las fiestas de la Paloma con su banda, que cumple 20 años en los escenarios

Emir Kusturica durante su actuación en Madrid este martes.
Emir Kusturica durante su actuación en Madrid este martes.Inma Flores

El madrileño jardín de Las Vistillas estaba abarrotado, pero allí cabían todos. En la madrugada del miércoles se juntaron los que se las sabían todas y bailaban, los que se abrieron paso entre el gentío para marcharse un rato después y los que se lo miraban desde la distancia con una cerveza. Nadie se quiso perder la juerga de Emir Kusturica & The No Smoking Orchestra en el vigésimo aniversario de la banda, que enganchó al público con su rock gitano de sonoridad balcánica en un ambiente de verbena durante las fiestas de la Virgen de La Paloma, patrona popular de Madrid.

La formación del cineasta nacido en Sarajevo buscó en cerca de dos horas de directo el mismo ritmo frenético que los músicos imprimen a las películas del director, premiado en dos ocasiones con la Palma de Oro del festival Cannes por Papá está en viaje de negocios y Underground. Hubo unza unza (su particular mezcla agitada de punk, funk, armonías gitanas, jazz y ska), y también cadencias propias de las rancheras, marchas turcas y un algún que otro arranque techno. La música ni siquiera paró entre canción y canción, cuando la banda —integrada por guitarras, acordeón, bajo, violín, saxofón y teclados— aprovechaba para tocar unos compases de La pantera rosa.

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“¡Somos un grupo de mexicanos revolucionarios!”, gritó al inicio del concierto Kusturica, que salió al escenario con un sombrero de mariachi y vestido como un camarada de Pancho Villa. El guitarra y voz de la No Smoking Orchestra se esforzó para estimular con una faceta alegre y cómica a un público ya de por sí predispuesto al baile y la diversión; recurrió a la broma fácil, lanzó invectivas más o menos reivindicativas —“¡Que le den a la MTV!” o “¡Viva Ernesto Aguirre Colorado!”— e incluso bajó a la arena para mezclarse entre los asistentes. Una visita que empleó para invitar más tarde a una chica a que se le uniera bajo los focos con el pretexto de que necesitaba una Julieta para tocar '¿Era Romeo realmente gilipollas?'.

El grupo enlazó un repertorio a base de viejos y nuevos temas. A las celebradas composiciones que aparecen en películas como Gato Negro, Gato Blanco o La vida es un milagro se sumó el estreno de Corps Diplomatique (H.Y.P., 2018), un disco en el que el conjunto no se ha movido ni un ápice de las señas de identidad que lo han hecho girar por medio mundo en estos veinte años de trayectoria. Tanto las añejas como las más frescas, entre las que se cuentan ‘Cerveza’ y ‘Comandante’, un par de himnos en español, fueron interpretadas con el mismo estilo teatral, caótico y gamberro que la gente agradeció no dejando caer la velada en el aburrimiento.

Como en todas las celebraciones, lo más triste fue el final. A la mayoría que se quedó hasta la última canción le costó evacuar la zona, invadida por el eco de otros rincones del barrio de la Latina, quizá con el presentimiento de que no encontrarían otra fiesta mejor para estirar la noche de verano.

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