Algo más que la historia del espía y espiado
El documental 'Mudar de piel' muestra que quedan muchas historias por contar o insuficientemente contadas en torno a ETA
Mudar de piel muestra que quedan muchas historias por contar o insuficientemente contadas en torno a ETA como las de Juan Gutiérrez y Roberto Flórez. Gutiérrez, cántabro, doctor en Ingeniería y en Filosofía por la Universidad de Hamburgo (Alemania), recaló en la atormentada Euskadi de 1983 y respaldado por Joseba Arregi, al que conoció en Alemania, creó en 1987 Gernika Gogoratuz, pionera vasca en la mediación de conflictos. Arregi logró para esta asociación el aval político y económico del Gobierno vasco del que era consejero de Cultura y portavoz.
Tras el fracaso del primer proceso de diálogo del Gobierno de Felipe González con ETA en Argel, en 1989, Gutiérrez trató de relanzar otro proceso. Además del aval del Gobierno vasco, mantenía contacto con el secretario de Estado de Seguridad del Gobierno socialista, Rafael Vera, y con el dirigente de Herri Batasuna (HB) Rafael Díez Usabiaga. Fruto de esos contactos, protagonizó, en 1991, un inédito encuentro en Estados Unidos entre representantes de todos los partidos vascos, desde el PP a HB, radicalmente enfrentados en Euskadi.
Este encuentro y sus contactos hicieron que el CESID (hoy CNI) pusiera sus ojos en Gernika Gogoratuz y logró infiltrar uno de sus agentes, Roberto Flérez, presentándose como periodista. Era un momento clave de una lucha antiterrorista, que mejoraba sus técnicas de inteligencia, con éxitos como la incautación de la contabilidad de ETA en Sokoa y la primera desarticulación de su cúpula en Bidart (Francia).
Flórez, como asesor de comunicación de Gutiérrez, se convirtió en su mano derecha los cinco años que estuvo a su servicio. El CESID estuvo informado de todos los movimientos mediadores que avalaba el Gobierno vasco. La filtración a la prensa de una conversación de Diez Usabiaga con Gutiérrez puso en guardia a HB, y Vera fue cuestionado en el Gobierno, por sus contactos bien conocidos por el CESID. En enero de 1994, dimitió. El papel de Gutiérrez decayó, pero el nombramiento de como ministro de Interior de Jaime Mayor (PP), en 1996, le permitió otro intento, cortado con otra filtración periodística. Gutiérrez asegura que a Mayor le dio tiempo a hacerle una confesión inédita: que el “conflicto vasco” debería resolverse con una segunda Transición, pero seguro que no sería así, con un acuerdo entre extremos, PP y HB.
Flórez, acabada su misión y descubierto, desapareció en 1997. Gernika Gogoratuz le sobrevivió cuatro años. Estuvo destinado en Perú y, según asegura, abandonó el CESID tras la masacre yihadista en Madrid, en marzo de 2004 por la manipulación a la que el Gobierno de Aznar sometió al centro. En 2007, fue detenido en Canarias acusado de trabajar para el espionaje soviético, lo que Flórez niega. Fue condenado a nueve años por robo de material secreto. Acaba de salir de prisión en la que le ha visitado hasta 40 veces un Gutiérrez reconciliado con él. Pero la relación entre espía y espiado es otra historia. Otra inédita historia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.