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Por qué los Oscar han tenido la peor audiencia de su historia

La industria se pregunta cómo ha sido posible y busca soluciones para una gala en caída libre

El presentador Jimmy Kimmel en la gala.Vídeo: AP Firma: Ch. PIZZELLO

En la Asociación de la Prensa Extranjera en Hollywood están entusiasmados. Los Globos de Oro, segundones en el ranking de premios, están a escasos siete millones de telespectadores de los todopoderosos Oscar. Solo hace cuatro años 44 millones de personas veían a Alfonso Cuarón llevarse el Oscar por Gravity mientras que menos de la mitad, unos 20 millones, vieron al mexicano llevarse el Globo de Oro. Ahora Guillermo del Toro se hizo con su estatuilla frente a 26,5 millones de espectadores y casi los mismos 20 le vieron llevarse el Globo.

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En su 90ª edición, tras perder un 19% de cuota de pantalla, los Oscar han cosechado su audiencia más baja de su historia. Cierto que todas las grandes retransmisiones han perdido fuelle: los Grammy, la Super Bowl, incluso los Globos. Pero ninguna al extremo de los Oscar. Un bajonazo que tiene a la industria preguntándose cómo ha sido posible.

“La ceremonia en sí fue bien, no hubo sorpresas desagradables y se leyeron los sobres correctos”, se permitió bromear con EL PAÍS un miembro de la junta de Gobernadores de la Academia que pese al buen humor prefirió mantener su identidad a buen recaudo. Incluso le dio muy tangencialmente la razón a Donald Trump cuando se hizo eco del comentario del presidente sobre la falta de estrellas. “Leyendas como Jack Nicholson”, se explayó el académico sin pensar en esas otras como Jane Fonda, Jodie Foster, Nicole Kidman o Eva María Saint que comparecieron en el teatro Dolby. Tal es el poder de la Academia en el firmamento de Hollywood que le gusta exigir exclusividad a sus presentadores. Así pasó por ejemplo con Zendaya, Jennifer Garner o Margot Robbie, que declinaron la invitación de los Globos de Oro como presentadoras para poder hacer el mismo trabajo en los más populares Oscar.

Crispación política y brecha generacional

Otros, como Tony Angellotti, miembro de la Academia y al frente de una de las consultorías más importantes en la temporada de premios culpa a la crispación política. “El país está dividido política y culturalmente y como resultado los más conservadores rechazan a Hollywood y sus entregas de premios”, declaró a EL PAÍS.

Aunque la ceremonia apenas dirigió ataques directos contra Trump las alusiones a temas políticos y sociales como la inmigración, la diversidad o la igualdad salarial fueron constantes. La teoría de Angellotti coincide con una encuesta que la revista The Hollywood Reporter publicó días antes de la ceremonia. Mostraba que el 66% de los votantes de Trump cambia de canal cuando empiezan los discursos reivindicativos y la mayoría de este grupo considera que la gala es ser demasiado política.

El país está dividido política y culturalmente y como resultado los más conservadores rechazan a Hollywood y sus entregas de premios
Tony Angellotti, miembro de la Academia

Nunca llueve al gusto de todos. Para Andrew Thomas, al frente de su propia empresa de relaciones públicas, es un problema de edad. “Las generaciones más jóvenes tienen muy poco interés en los Oscar. Lo que les va es la cultura popular y la televisión y ahí es donde los Globos de Oro ganan la baza”, declaró al diario comparando la dorada estatuilla con unos galardones que combinan candidatos de ambos medios. La línea entre el cine y la televisión cada vez es más borrosa y esto tampoco beneficia a los Oscar. Aunque nadie critica a Jimmy Kimmel como maestro de ceremonias, su presencia estos dos últimos años asemeja la gala a muchos otros magazines nocturnos de la televisión estadounidense como el que él mismo presenta a diario. “Entiendo que la cadena de televisión quiere promover a sus presentadores pero, ¿dónde están las estrellas de cine para presentar la noche más estelar del cine?”, se queja el guionista Mark Evanier.

Nadie pone en duda la calidad de los nominados pero, como señaló el académico desde su anonimato, “ninguna fue Salvando al soldado Ryan”. “Pocos sienten algo por las películas nominadas”, añadió Evanier. Y menos aún las han visto. Solo dos de las nueve candidatas de este año superaron el listón de los 100 millones de dólares en la taquilla estadounidense: Dunkerque y Déjame salir. La gran ganadora, La forma del agua, no supera los 45 millones de euros. “Es difícil encontrar un balance entre lo que quiere la comunidad de cineastas y lo que le va a gustar a la audiencia”, recapitula para EL PAÍS Elvi Cano, directora del departamento de talento de los Premios Latino. A ella le gustó la gala pero fue quizá demasiado larga. De hecho, con sus 3 horas 50 minutos la más larga de la historia de los Oscar ganando por 60 segundos a la del pasado año.

El santo grial

Asumida la realidad comienza la búsqueda de soluciones. Y todas pasan por cambiar el color de la Academia. Frente al #Oscarmuyblanco son muchos los que recuerdan que Tiffany Haddish y Maya Rudolph presentaron el momento más divertido de la velada. “Deberían ser promocionadas a maestras de ceremonia”, sugiere The New York Times.

¿Dónde están las estrellas de cine para presentar la noche más estelar del cine? Mark Evanier, guionista

Y en boca de todos solo hay un título: Black Panther. El fenómeno cinematográfico, cultural y social del universo Marvel ha superado ya los 900 millones de euros en la taquilla algo que debería de verse reflejado en los Oscar si los premios quieren recuperar su credibilidad. “Este año no nos habrían venido mal algo más de Wonder Woman. Pero las películas basadas en los cómics nunca funcionan entre los académicos”, reconoce uno de ellos.

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