Stephen King y su hijo Owen convierten en bellas durmientes a todas las mujeres del mundo
Se publica en castellano la novela que han escrito juntos y en la que una plaga impide despertar a la población femenina
En el largo camino hasta Manhattan desde el aeropuerto de Newark, en medio de la nada, un gran anuncio luminoso se recorta sobre el cielo nocturno: "¿Irás al cielo o al infierno? Si quieres saberlo, llámanos". Es difícil decir si el escalofrío que te recorre el cuerpo es por el inquietante mensaje o por la cita, al día siguiente, con Stephen King, nada menos, el rey del terror. King ha convocado a un reducido grupo de medios para hablar de su nueva novela, Bellas durmientes (Plaza & Janés). El libro, una perturbadora distopía de tintes feministas en la que todas las mujeres del mundo sufren una enfermedad, la “gripe de Aurora” (por la protagonista del filme de Disney), que las hace no volver a despertar tras quedarse dormidas, lo han escrito a cuatro manos King y su hijo Owen.
La historia contiene muchos de los ingredientes de las novelas de Stephen King (elementos similares a los de La danza de la muerte, La milla verde, La cúpula, Cell o 22/11/63, entre otras; también unas polillas que recuerdan a los ominosos gorriones de La mitad oscura),y en gran medida su inconfundible estilo. Transcurre en la ciudad de Dooling, en la ficticia región de los Tres Condados, en los Apalaches, y en buena parte en su prisión de mujeres. Novela muy coral, abundante en personajes, muchos de ellos mujeres, cuenta entre los principales a la sheriff, a su marido el psiquiatra de la cárcel, la alcaide, un funcionario del control de animales del condado con tendencia a sulfurarse y varias presas. La trama arranca con el brutal asesinato de unos traficantes de droga y maltratadores perpetrado por una bella y más bien rarita joven desnuda, que resulta ser emisaria de un ultramundo matriarcal. Mientras, llegan a Dooling noticias de la extraña plaga que hace que las mujeres y niñas queden en un estado de animación suspendida rodeadas de unas hebras que se van convirtiendo en capullos (a medida que las mujeres desaparezcan de la sociedad muchos hombres se convertirán también en capullos, pero en la otra acepción de la palabra).
Los dos King, padre e hijo, reciben en la sede de Simon & Schuster, la editorial de Stephen King, tras hacer esperar casi una hora. Inicialmente, cada uno de los diez periodistas (curiosamente solo una mujer) tiene el privilegio de hacer una pregunta al Rey (o a su hijo). Dada la espera, es probable que sean las diez preguntas más pensadas de la historia del oficio. En el elegante ambiente del piso 17 de la Avenida de las Américas, Stephen y Owen King ponen una nota sorprendentemente proletaria. El maestro del miedo ha decidido vestir para la ocasión vaqueros, gorra de béisbol marrón y la camiseta más cutre que quepa imaginar. Además, durante el encuentro, se colocará un palillo entre los dientes. La indumentaria de su hijo Owen no es mucho más refinada. Parecen salidos de Los rústicos en dinerolandia, aunque, claro, como aquellos, los King han encontrado petróleo (en la literatura). King padre lleva en la mano una lata de Diet Pepsi. El famoso escritor, que cumplió setenta años el pasado 21 de septiembre, se muestra muy cordial (hasta deja que te hagas selfies con él), aunque es imposible escapar al aura intranquilizadora que le rodea, como si llevara pegados a Carrie, Jack Torrance, el vampiro Barlow y, brrrr, Pennywise. Detrás de las gafas sus ojos de un azul oscuro, como élitros de escarabajo, parecen mirar cosas que los demás no vemos, por suerte. Con Owen componen una pareja bien avenida. Bromean entre ellos y se dan réplicas como un dúo de comedia televisiva.
“Los cuentos de hadas son temibles. He pasado mucho miedo con ellos”, afirma Stephen King
Owen King empieza explicando la génesis de Bellas durmientes. "Se me ocurrió y le dije: '¿Papá, qué te parecería una historia en la que las mujeres se durmieran para no despertar?' Me respondió: 'Buena idea'. Y entonces le propuse: 'Escríbela'. Y él: 'No, no, escríbela tú'. Pero era algo muy distinto a lo que yo había hecho hasta entonces". Stephen King acota: "Decidimos escribirla juntos. Era solo una premisa, sin personajes ni nada. Pero surgió la idea de combinar eso de no despertar con una prisión de mujeres. Así que necesitábamos una ciudad pequeña, tipo la Maycomb de Matar a un ruiseñor, un microcosmos que puedes usar para hablar de cualquier cosa. La gran pregunta era ¿qué pasa si las mujeres se ponen a dormir y no despiertan?, ¿qué hacen los hombres?".
La novela tiene un punto de cuento de hadas. "Pero es que los cuentos de hadas, supuestamente para niños, son en realidad temibles. He pasado mucho miedo con ellos".
El autor de El resplandor señala que la colaboración con su hijo fue fácil, no en balde "Owen creció en una atmósfera que era la de su madre (Tabitha, también escritora) y mía: estábamos todo el día escribiendo, y nunca cerrábamos la puerta. Y con mis libros". Owen King apunta que el primero que leyó de su padre fue Los ojos del dragón (1987), una novela de fantasía. "Le gustaban los dragones y los unicornios", recuerda Stephen King como si lamiera a un cachorro. El efecto de la tierna acotación pasa rápido porque el escritor abre la lata de refresco produciendo un amenazador sonido de serpiente.
"Mis tres hijos, Naomi, Joe y Owen son muy trabajadores. Quizá sea algo genético"
Sobre cómo se repartieron el trabajo, Stephen King explica: "cada uno escribía un pasaje, dejando huecos, y entonces intercambiábamos los textos y el otro los rellenaba. Al releer la novela no sabría decir quién escribió qué. Para mí es como si la hubiera escrito una tercera persona. Dos sensibilidades han producido una tercera voz". King padre continúa: "Cuando acabamos de escribir, ¡seguimos siendo amigos! En serio, es maravilloso trabajar con tu hijo". Stephen King comparó esa relación con la ausencia de su propio padre. "Mum trabajó mucho siempre para sacarnos adelante y nos decía que si nos preguntaba alguien dijéramos que papá estaba en la marina, lo que probablemente era cierto. Era una mujer muy fuerte. Las mujeres se mueven y hacen que pasen las cosas". Stephen King asegura sentirse muy a gusto rodeado de mujeres.
En todo caso, son conscientes de que la trama de la novela se presta a una lectura feminista. Las mujeres se marchan a un mundo mejor y dejan a los hombres solos para que se apañen como puedan. "Era interesante ver qué pasaba, ver a los hombres tener que limpiar, sacar la roña del agujero del lavamanos. Mi madre decía que si alguien llevaba una camisa limpia y planchada había una mujer en casa". La noción de fondo es que si desaparecieran las mujeres y los hombres, "el sexo más agresivo", estuvieran solos, el mundo sería mucho peor. ¿Se definiría Stephen King como feminista? "Sí, por supuesto, si serlo significa creer en la igualdad".
Momento de volver a la relación padre-hijo. "Estoy muy feliz con esta novela, todo el mundo se siente muy orgulloso cuando tu hijo te dice que quiere trabajar contigo, porque en general, lo que hacen es correr hacia otro lado. Mis tres hijos, Owen, Joe (Hill, novelista de gran éxito) y Naomi (ministra de la iglesia universalista unitaria y activista gay), son grandes trabajadores. Quizá haya algo ahí genético”.
Tiempo de los consejos de escritura, a los que Stephen King es tan aficionado. "Trabaja cada día para estar lo más fresco posible. Esa es mi mejor recomendación".
Y llega la pregunta del único periodista español: ¿Con la oleada de atentados terroristas por atropello, como el de este agosto en Barcelona, no ha vuelto a pensar en el suyo propio, por una camioneta, y lo que sintió? ¿Una nueva forma de terror? "Seguí lo de ese ataque, es muy triste. Yo sigo pagando las consecuencias de mi atropello, aún tengo secuelas, pero cuando pienso que por muy poco no morí o quedé como Christopher Reeves...".
De la película It dice que le ha gustado mucho, aunque reduce el argumento. Y encuentra al nuevo Pennywise (para el original se basó en el del famoso cuento El troll del puente) "terrific!". Su próxima novela la escribe solo. "Cuanto más éxito tienes, más peligroso es", reflexiona. Y termina: "Hago mi trabajo".
Donald Trump, comparado con un “gilipollas”
¿Tiene Bellas durmientes un mensaje político, más allá de que a Donald Trump —con el que Stephen King se las ha tenido en Twitter y se las sigue teniendo (hasta le prohibió ir a ver It)— se le pone de chupa de dómine? En la novela se lee: "Tiffany se preguntaba: '¿Es tal o cual tipo más gilipollas que Truman?' Pocos podían comparársele, de hecho, hasta la fecha, oficialmente solo daban la talla Donald Trump y los caníbales". El tal Truman de la narración es un tipo "cuya idea de una broma era aplastarte un cigarrillo en la piel mientras dormías", y "un violador, pero nunca había cumplido condena por ello". "No puedes hacer una historia interesante pensando en esas cosas", responde Owen. "No es lo que tratamos de hacer, aunque, por supuesto hay una idea". "Esto no es Granja de animales o 1984",añade su padre, que aprovecha para hacer una imitación extraordinaria del presidente de EE UU. "Son novelas muy buenas, pero no hacemos eso".
En todo caso, rebobina el escritor, "si escribes fantasía y la haces real, la política es parte de esa vida real, y por tanto aparece. Y ciertamente hay una mención del presidente en el libro". "La ficción", continúa, "es la verdad en medio de la imaginación". Pese a su crítica constante de Trump, Stephen King dice tener mucha manga ancha con la gente, empezando por sus personajes. "Hay imperfecciones en todos nosotros. Pero también todos tenemos justificaciones. Todo el mundo es el héroe de su propia vida".
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Autor: Stephen King y Owen King.
Editorial: Plaza y Janes (2018).
Formato: versión kindle y tapa dura ( 768 páginas).
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