El cine francés remonta el vuelo en su taquilla internacional
Tras el desastre de 2016, las películas francesas vuelven a vender, por cuarta vez en seis años, más entradas fuera de su país que en el mercado local
Las cifras de 2016 del mercado internacional habían dejado un muy mal sabor de boca a la industria cinematográfica francesa. Desde el éxito de Intocable en 2012, que pulverizó todos los récords de taquilla, el cine galo se había acostumbrado a obtener buenos resultados más allá de sus fronteras. En 2013, volvieron a tener más espectadores en su país que fuera, pero por poco. 2014 y 2015 se beneficiaron de nuevo de taquillazos como El principito o Lucy, hasta vender más de 111 millones de entradas fuera de su territorio y más de 71 millones en casa. Hasta que en 2016 cayeron hasta los 40 millones en el extranjero. Ayer, en el acto de inicio en París de la 20ª edición de los Encuentros con el cine francés -unas jornadas de promoción con prensa e industria extranjera- volvió a haber sonrisas. En 2017 el cine galo vendió en su país 78,2 millones de entradas y 80,5 millones fuera de él, lo que suponen 468 millones de euros de taquilla. Es decir, un 98% más que en la anterior temporada y de nuevo, por cuarta ocasión en seis años, más público en el exterior. En total se han estrenado 642 filmes franceses fuera de su país, y siete de esos largometrajes han logrado más de un millón de espectadores.
En este resultado el tirón ha venido de nuevo de la mano de Luc Besson (que ya lo hizo con Lucy), con Valerian y la ciudad de los mil planetas. Como confirmaban los directivos de Unifrance -el organismo encargado de promocionar el cine francés fuera de Francia-, la película no tuvo buena taquilla en EE UU, pero sí ha logrado buenos números en el resto del planeta. En concreto ha vendido 30,6 millones de entradas y logrado más de 170 millones de euros.
En segunda posición queda una comedia de Omar Sy, Mañana empieza todo, con 4,8 millones de entradas vendidas (521.000, en España), y en tercer lugar el thriller La gran fuga, con 1,9 millones de espectadores. Curiosamente, 286.000 entradas de este filme se vendieron en México. En el top ten aún aparece Elle, de Paul Verhoeven, que acumula en dos años 1,6 millones de espectadores, o El caso Sloane, por ser coproducción. Algún dato, consideraban ayer desde Unifrance, no acaba de ser positivo. Por ejemplo, la fragmentación de los espectadores continúa siendo limitada, y los cinco títulos más taquilleros acumulan el 64% de las entradas. En los últimos diez años la media es del 59%.
Por mercados, se nota la pujanza del Este. Aunque Europa Occidental sigue siendo el primer territorio de exportación del cine francés, con 24,7 millones de entradas y 30,7% del mercado exterior francés, Asia ya se coloca en segunda posición con 18,4 millones de entradas. Esto es debido a la pujanza de China, que en 2017 se convirtió en el país que más cine francés ha visto tras Francia: 13,4 millones de espectadores, con solo cuatro estrenos galos en ese territorio. El tirón lo ha comandado Valerian y la ciudad de los mil planetas, con 11 millones de entradas vendidas. Otra de las tendencias que festejaron ayer en Unifrance fue que con los datos de Mañana empieza todo, Elle, Ballerina, Una policía en apuros, Crudo (que vendió más entradas en México que en Francia) o Manual de un tacaño queda confirmado que el cine francés en francés también funciona (han sumado 38,1 millones de espectadores), más allá de sus películas, como Valerian, rodadas en inglés.
Al final del acto Juliette Binoche recibió el Premio del Cine francés por su carrera, y la actriz, al recordar el numeroso listado de directores con los que ha trabajado, se echó a llorar. El año pasado, una más contenida Isabelle Huppert recogió el trofeo.
¿Y en 2018? En Unifrance hablan de optimismo. Hay una nueva película de los directores de Intocable (C'est la vie!), de Jacques Audiard, una nueva entrega de la saga Taxi -que llega a su quinta parte- y otro Astérix (Astérix y el secreto de la poción mágica) de animación. Habrá taquilla.
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