Joan Miró, por primera vez a solas en Buenos Aires
Una muestra exhibe en el Bellas Artes 50 obras de las últimas dos décadas de la vida del artista catalán
En 1956, el artista catalán Joan Miró se traslada a un nuevo estudio en Son Abrines de Mallorca. En ese taller-vivienda reúne por primera vez en su historia la totalidad de su producción anterior. Allí es que revisa y redefine toda su obra. Desde ahí hasta su muerte en 1983, sus cuadros, dibujos y esculturas expandieron sus límites conceptuales a través del cuestionamiento de su propia naturaleza. Ese valioso legado fue depositado en el Museo Reina Sofía de Madrid y hoy llega a la ciudad de Buenos Aires en lo que es la primera exposición enteramente dedicada al surrealista, que estará abierta al público en forma gratuita hasta el 25 de febrero en el Museo Bellas Artes.
Miró: la experiencia de mirar es el nombre que recibe la muestra, que viajará en marzo de 2018 al Museo de Arte de Lima, en Perú, y juega en su título con el verbo conjugado en pasado del nombre propio del artista catalán. La mayoría de estas obras encadenadas por el misterio de la analogía muestran personajes abstractos a los que se ha sustraído deliberadamente el drama que los habita. Es el pasaje del dibujo a la escultura. Y a la imagen en movimiento. Y trae a Argentina una de las obras plásticas más querida por grandes y chicos: Mujer, pájaro y estrella, el sentido homenaje del artista a Pablo Picasso.
“Los argentinos van a tener oportunidad de ver obras que a lo mejor no son tan conocidas, como el homenaje a Picasso, que ha sido muy difundida por el merchandising, y van a entrar muy bien en el Miró final, que es un resumen de toda su trayectoria y que está muy vivo”, expresa a EL PAÍS Carmen Fernández Aparicio, una de las curadoras, junto a Belén Galán Martín, ambas del Museo Reina Sofía.
La muestra exhibe 50 obras de las últimas dos décadas de la vida del artista. Son 18 pinturas, seis dibujos, 26 esculturas y dos filmes: Miró parle (Miró habla), de 1974, del fotógrafo y realizador francés Clovis Prévot, que incluye una profunda entrevista al artista, de 1972. El otro es el cortometraje Miró l’altre (Miró, otro), de 1969, dirigido por Portabella, que documenta la composición y posterior destrucción por parte del artista de un mural.
La etapa tardía de Miró mantiene un relativo ocultamiento, dado que sus obras más conocidas refieren al período de entreguerras y posguerra. “Para nosotros es una oportunidad porque uno de los fines del museo es difundir su colección y como no todo puede estar expuesto en el Reina Sofía, conformamos exposiciones que puedan itinerar. Nos hace muchísima ilusión porque esta exposición estuvo antes en cuatro museos norteamericanos, pero con Argentina tenemos muchísima afinidad”, agrega Fernández Aparicio.
“Miró es dueño de un lenguaje más gestual”, describe el director del Museo Bellas Artes, Andrés Duprat, “Es un pintor que ha tomado mucho del arte abstracto del Siglo XX, y en general, el arte abstracto aleja, pero en el caso de él hay un misterio, puede ser el uso de los colores primarios, la composición, la gestualidad que hace referencia a los dibujos de los niños o no sé qué puede ser, pero en Argentina hay mucha empatía con su obra”.
La muestra había sido preparada para Estados Unidos, incluso se presentó en Seattle y luego volvió a España. Se emplearon diversos vuelos para trasladarla, para que en caso de un accidente no se pierda la colección entera. El Bellas Artes de Buenos Aires firmó con el Reina Sofía de Madrid un convenio de colaboración para intercambiar obras, pero también profesionales y técnicos y la instalación de Miró: la experiencia de mirar es resultado de ese acuerdo. “Argentina es un país al que España le es muy cerca y hay un trio mágico que son Picasso, Dalí y Miró que son artistas, además de muy conocidos, muy familiares y queridos para el país”, afirma Duprat.
“En Miró hay un modo de trabajar el color que es fascinante, entonces atrae a los niños. Sus trazos tienden a la simplificación y tienen mucha fuerza. Esta exposición demuestra que es un hombre que trabaja con entera libertad y los niños también lo hacen, sin prejuicios. El acto de la creación también es un juego y el artista es un poco un niño. Es el que hace algo sin ninguna funcionalidad, simplemente por el acto y la belleza de crear”, cierra Fernández Aparicio.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.