El anticlimático Donald Trump
Un documental con el valor de la denuncia, con ciertos problemas de ejecución audiovisual, que se hace fuerte con la cámara en medio de la batalla política
UNA VERDAD MUY INCÓMODA: AHORA O NUNCA
Dirección: Bonni Cohen, Jon Shenk.
Género: documental. EE UU, 2017.
Duración: 100 minutos.
En Una verdad incómoda (2006), documental de Davis Guggenheim sobre los efectos del calentamiento global del planeta, guiado por el espíritu reformista del exvicepresidente de Estados Unidos Al Gore, George Bush padre afirmaba en una imagen de archivo de sus tiempos presidenciales: "La radicalización de las ideas en torno a ciertos temas nos pueden llevar al abismo. Tendríamos un país lleno de búhos, pero cargado de gente sin trabajo".
Diez años después de aquella película, y algo más después de aquella afirmación, otro presidente, Donald Trump, también republicano, ha cortado de raíz las esperanzas ecológicas, basándose en semejante dicotomía, naturaleza contra trabajo, y tomando medidas para ello: el pasado 2 de junio Trump sacó a su país del Acuerdo de París para el cambio climático, ratificado a finales de 2015 por más de 200 naciones. Una decisión que ejerce de epílogo anticlimático ―tanto en el sentido del desmantelamiento de medidas contra los efectos de los gases con efectos contaminantes, como en el sentido puramente cinematográfico― de Una verdad muy incómoda: ahora o nunca, secuela de aquel documental, dirigido esta vez por Bonni Cohen y Jon Shenk, con la sempiterna presencia de Gore en cada plano. Un documental con el valor de la denuncia, con ciertos problemas de ejecución audiovisual ―pocas cosas menos cinematográficas que una pantalla llena de gráficos y un señor en un estrado explicando materias en modo PowerPoint―, que sin embargo se hace fuerte con la cámara en medio de la batalla política.
Con banda sonora de thriller conspiranoico, y en realidad lo es, esta segunda entrega de la lucha de Gore por trasladar al mundo los peligros del efecto invernadero y la necesidad de cambios legales se eleva con esas reuniones de alto nivel, expuestas en vivo y en directo: la de Gore con el ministro de Energía de India, en la que este expone sus razones para seguir incidiendo en el carbón; la del propio Gore con Laurent Fabius, ministro francés de Asuntos Exteriores en los días de la Cumbre de París, o la extraordinaria llamada telefónica al presidente de la mayor empresa de energía solar de EE UU, al que Gore ofrecer ser "el campeón político de la Cumbre del Clima" si se aviene a una jugosa contraprestación económica.
Es entonces cuando el espectador se adentra en la verdad de la política, en la batalla de la dialéctica, y en la certeza de que la realpolitik siempre incluye, además de las ideas, o a pesar de ellas, la acariciadora mano izquierda de la diplomacia y la rotunda mano derecha de los negocios y la concreción en los avances.
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