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La no ficción retrata a la mentira como prisión

El filme ‘Preso’ se exhibe en Uruguay, su país de origen, después de presentarse en varios festivales

Andrés Rodríguez
Un fotograma de la película dirigida por Ana Tipa.
Un fotograma de la película dirigida por Ana Tipa.

Miguel trabaja en la construcción de la cárcel más grande de Uruguay, mientras lleva una doble vida. Con frecuencia, cruza la frontera con Brasil, para pasar el fin de semana con su otra familia. A ambos lados de la línea divisoria, dedica buena parte de su tiempo libre a la mejora de sus dos viviendas. Pero, a medida que los muros de la cárcel crecen, su constante actividad física deja de mitigar el tormento que habita su cuerpo. Agobiado por la culpa, se propone desvelar la verdad a sus seres queridos... y lucha por encontrar el coraje para hacerlo. Esta es la sinopsis de Preso, el largometraje de no ficción dirigido por Ana Tipa que, después de haber pasado por diferentes festivales internacionales, ha tenido su estreno comercial en Uruguay, su país de origen.

El proyecto de la directora nació en 2010. Acompañó a Miguel durante dos y años medio en distintas etapas, hasta que en 2013 cerró la filmación. Para Tipa, incursionar en Preso fue meterse en un territorio incierto. No solo por las situaciones que suceden en el largometraje, sino también por las características del norte de Uruguay, “un entorno prácticamente desconocido” para sus coterráneos, donde se habla en otro idioma y se vive de otra manera. “Es casi otro mundo y me pareció muy poético el paisaje, la luz, los sonidos y quise también captar eso, más allá de la historia”, agrega Tipa.

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La idea para la historia nació a raíz de otra serie de documentales en los que se encontraba trabajando la directora previamente, que trataban sobre la relación de las personas y los espacios que construyen. Así fue que viajó al norte de Uruguay, la región fronteriza entre ese país y Brasil. En el departamento de Rivera se estaba construyendo la cárcel Cerro Carancho, la más grande de la nación rioplatense, y fue ahí que conoció a Miguel, uno de los trabajadores en aquella obra. “Trataba más el paralelismo entre esta persona que apareció, Miguel, que me comentó muy rápidamente que estaba atrapado en una situación difícil de su vida sentimental y eso junto con la cárcel, con lo simbólico que era todo, la frontera, me pareció muy inspirador”, afirma Tipa.

Las fronteras entre algunos países de Latinoamérica tienen líneas muy delgadas y permiten la posibilidad a sus ciudadanos de vivir de un modo en un sitio y de forma diferente en otro. Tipa hace uso de la metáfora en Preso para retratar esa realidad. “Es muy metafórico esto de la frontera, sobre todo porque se trata de una persona que constantemente la cruzaba, un recorrido que nunca termina hasta que él se instala. Son imágenes muy inspiradoras”, dice la directora.

La película se estrenó el pasado 2016 en Visions du Réel, uno de los tres festivales de cine documental más importantes de Europa, además de ser seleccionada y exhibida en citas cinematográficas como Chicago Latino Film Festival, Doc Buenos Aires y el Festival de Málaga. Tipa describe a su largometraje como un producto de no ficción, un tipo de documental que no trata de explicar o enseñar nada; ni tampoco trata sobre un tema histórico o un personaje famoso, los tópicos que suelen asociarse con este género. “Cuando se comenzó a desarrollar la historia vi que esto iba a mucho más de lo que yo me había planteado al principio, que había realmente una historia más emocional, más profunda, que ameritaba una verdadera narración. Me interesa utilizar la realidad como materia prima, pero que también pueda transformarse en un relato ameno”, explica la directora.

La realizadora uruguaya optó por el género documental, a pesar de que no le gusta el término. Lo considera devaluado y cree que es injusto que se reduzca al género solo por las temáticas a las que se lo suele relacionar. “El documental o la realidad -por aquella frase tan trillada y repetida que supera la ficción- nos permite contar historias verdaderamente maravillosas e innovar más que lo que está pasando en la ficción. Creo que el documental bien enfocado, bien entendido, nos abre unas posibilidades estupendas a los cineastas”, añade Tipa.

Tipa y su equipo se lanzaron a registrar esta historia aún con la incertidumbre de no saber cómo se iba a desarrollar. A su favor tenían al protagonista, Miguel, que en todo momento estuvo muy comprometido con el proyecto, cuenta la directora. Un instrumento que fue “fundamental” para lograr este filme, según la realizadora, fue el cultivo de las relaciones humanas y la confianza. Así lograron que las personas frente a la cámara sientan como propio el proyecto, para que estén dispuestos y deseen incluso contar su propia historia. “Esa fue la manera de contrastar esa incertidumbre. La incertidumbre siempre permaneció de alguna forma porque nunca sabemos exactamente qué es lo que va a pasar. Por un lado es muy estimulante, pero por el otro nos hace pasar momentos ciertamente difíciles y de cierto miedo”, finaliza Tipa.

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Sobre la firma

Andrés Rodríguez
Es periodista en la edición de EL PAÍS América. Su trabajo está especializado en cine. Trabaja en Ciudad de México

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