Niños en guerra civil
Se antoja durante buena parte de su relato una obra más interesante en lo antropológico

KALO POTHI, UN PUEBLO DE NEPAL
Dirección: Min Bahadur Bham.
Intérpretes: Khadka Raj Nepali, Sukra Raj Rokaya, Jit Bahadur Malla, Hansha Khadka.
Género: drama. Nepal, 2015.
Duración: 90 minutos.
Min Bahadur Bham, nepalí de pura cepa, nacido, criado y habitante del país asiático, graduado en Cine y Literatura, posgraduado en Filosofía Budista y Ciencia Política, y cineasta, era un niño de 11 años cuando comenzó la Guerra Civil en su país, la que enfrentó, entre 1996 y 2006, al gobierno monárquico y a los rebeldes maoístas. Quizá nadie más indicado para retratar el conflicto bélico, y centrándose además en una infancia a la intemperie, entre el fuego cruzado físico y político de dos enemigos igualmente tóxicos. Kalo Pothi, un pueblo de Nepal, su primera película, es el resultado de aquellos recuerdos.
El hecho de que una gallina sea el centro de atracción de la historia lo dice todo. Un animal como seguro de vida (pone huevos, y eso es lo máximo), y como figura retórica de las luchas entre unos y otros, en una película casi conceptual, de anécdota mínima, que, salvando las distancias, pues no llega a su altura cinematográfica, podría emparentarse con La pizarra (Samira Makhmalbaf, 2000), aquella ambientada en la frontera entre Irán e Irak, tanto por su entorno agreste y casi desértico, como por la esencial influencia de la educación en ambas obras.
De notable fuerza visual, en algunos momentos, como en los planos a cámara lenta, casi de corte publicitario, aunque de narrativa algo cojitranca, Kalo Pothi se antoja durante buena parte de su relato una obra más interesante en lo antropológico que en lo cinematográfico. Sin embargo, no es así. Su poso va calando, sobre todo el político, con una guerra de consignas entre uno y otro bando que rivaliza en despropósitos, y Bahadur acaba articulando una obra de más que meritorio mensaje.
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