Los trágicos finales de Émile Zola en 59 cuentos
Páginas de Espuma reúne toda la narrativa breve del autor francés
Émile Zola murió a los 62 años víctima de la mala combustión de la chimenea de su dormitorio, que estaba obturada a propósito, como confesó un tejador y plomero 25 años después. La policía sospechaba que el padre del naturalismo francés (1840-1902) había sido asesinado debido a la repercusión que cobró el caso Dreyfus, en el que su intervención fue decisiva. Su entierro congregó a miles de personas en París, que circularon en multitud por las grandes avenidas todavía entre soflamas políticas. “La clase conservadora se asomaba a las ventanas y lanzaba insultos y otras cosas”, recordó ayer Mauro Armiño, que ha editado y traducido los Cuentos Completos del escritor francés para la editorial Páginas de Espuma.
Así pues, el caso Dreyfus, que inculpaba a un militar judío al que Zola defendió acusando a las instituciones de medio Francia, le proporcionó un final de folletín, muy del gusto de la época y similar al cierre trágico e inevitable de sus novelas. Los mismos finales tenían algunos de sus cuentos, aunque otros eran más amables y algunos aprovechaban un material periodístico previo, crónicas en las que colocaba a personajes ficticios. Para Armiño, los primeros son los mejores. Entre ellos, nueve que escribió para El mensajero de Europa, una publicación rusa que le proporcionó recursos y una salida al cerrojazo que recibió en Francia de todos los periódicos y revistas como castigo por un artículo en el que criticaba a la monarquía.
Los cuentos eran un género entonces muy propicio para las publicaciones periódicas: se imprimían, salían a la calle y se pagaban; con una novela no siempre se conseguía un editor. Zola llegó a París en situación económica precaria tras la muerte de su padre y aún con regustos románticos en sus relatos, que fue abandonando al escribir para los periódicos, que confirieron a la literatura de la época unas características especiales: cierta sencillez formal, ausencia de metáforas complicadas, un lenguaje limpio. Parte de aquellos relatos dispersos nunca editados como libro han pasado ahora a esta recopilación de la narrativa breve de Zola, un volumen ordenado, a veces de forma cronológica y a veces siguiendo la pertinencia del estilo o el tema.
Personajes fatales
Armiño, que también ha traducido a Marcel Proust, Maupassant, Rousseau, Molière, recomendó vivamente, entre todos los cuentos, Por una noche de amor y La señora Sourdis. En estos textos “hay personajes femeninos fatales, que engendran la tragedia y también masculinos que tienen un final trágico”, siguiendo el determinismo que propugnaba, “esa herencia maldita de la que no pueden zafarse aunque esté matizada por el ambiente social” que rodea al personaje. De ese modo fue retratando la vida francesa del momento, la clase media, la burguesía. A pesar de ello, en el cuento Zola no cumple tanto las reglas de esa herencia ineludible que sí está en sus novelas. “Los personajes de sus relatos gozan de una mayor independencia”, dijo ayer Armiño.
El volumen, con 59 relatos prologados por el traductor, sigue la estela que la editorial emprendió con Chéjov y Schwob, reuniendo todos sus cuentos, que son la marca de esta casa. El proyecto actual de Páginas de Espuma es compilar los relatos de Henry James, posiblemente para noviembre.
Babelia
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