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‘La reina de los hornos’, la indefensión de una mujer quechua migrante en fotogramas

El documental dirigido por Nathalie Iriarte retrata la vulneración de los derechos humanos de una boliviana indígena en Argentina

Andrés Rodríguez

Reina Maraz Bejarano es una mujer boliviana de origen quechua. Tenía 22 años cuando vivía en una villa bonaerense junto a Límber Santos, su esposo, y sus dos hijos, Kevin y Fermín. Ella no hablaba español y dependía totalmente de su cónyuge como traductor e intérprete para desenvolverse en la periferia de Gran Buenos Aires. Lo poco que ambos ganaban como jornaleros era malgastado por su marido en alcohol. Cada vez que este salía a beber y llegaba borracho, le propinaba una golpiza. Una de esas noches, él no regresó y así pasaron varios días. Cuando fue a dar parte de la desaparición de su pareja, sus pequeños -en una declaración desafortunada- le dijeron a la policía que su madre asesinó a su padre, junto a otros tres hombres. Con ese único testimonio, la pusieron bajo custodia y la encerraron.

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Sin explicaciones, sin entender el español, Reina es condenada a cadena perpetua en Los Hornos, Argentina. Un año después, recibe la visita de un intérprete quechua parlante, que le indica en su lengua materna el motivo de su condena: ser autora del homicidio de su marido. El filme La Reina de Los Hornos, de la periodista boliviana Nathalie Iriarte –basada en su crónica del mismo nombre- relata cómo se aplicaron los mecanismos abusivos de justicia a una mujer víctima de violencia de género que veía como sus derechos humanos eran vulnerados sin que ella pueda hacer algo. Nadie le explicaba de qué la acusaban y tampoco entendían lo que decía: "Mana parlayta atiqtiychus, boliviana kaptiychus chayjinata. Wisk'ay kuwarqanku nini [¿Por qué me encerraron? ¿Es porque no sé hablar español? ¿Es porque soy boliviana?, en quechua]", afirma Maraz, en el documental, cuando recuerda el momento de su reclusión.

Iriarte apuesta por el formato documental porque creyó importante que la gente vea, escuche y sea Maraz la que pueda contar su historia. "Me pareció importante que ella cuente su verdad y ese munani justiciata que ella ha repetido durante años por fin tenga traducción, que es: 'quiero justicia", explica la directora debutante.

La periodista se enteró de la historia de Maraz en 2013 cuando se encontraba en Argentina. En su primer contacto, la acusada ya había pasado un año recluida. En 2014 publicó el reportaje y fue a tocar puertas en distintas instituciones del Estado boliviano sin obtener ninguna respuesta, a diferencia de toda la maquinaria jurídica que el Gobierno del presidente Evo Morales mueve para liberar a los nueve funcionarios bolivianos detenidos en Chile desde el pasado 19 de marzo. Iriarte lamenta que los temas que tienen política de por medio sean más importantes en las agendas de los Gobiernos por encima de los derechos humanos, indígenas y de la mujer. "Esperamos que este tipo de documentales e historias nos hagan recordar y reaccionar como sociedad un poco", agrega la directora.

Tuvo que intervenir la Comisión por la Memoria –institución que defiende los derechos humanos en Argentina-, a la cabeza del Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, con sus abogados, visitadoras sociales e intérpretes, para ayudar a Maraz, que cuando ingresó a prisión tenía siete meses de embarazo. Fruto de su infortunio, su hija, Abigail Maraz Bejarano, nació entre barrotes. "A Reina le falla el Estado de Bolivia, el Estado de Argentina, a Reina le falla el sistema de justicia. Le falla la justicia patriarcal, la justicia colonial, que no toma sus derecho como mujer, como indígena, esta suma de identidades que te digo que la hacen vulnerable, es lo que tiene que cambiar", añade.

Después de casi seis años de encarcelamiento, la historia de la acusada tuvo un giro importante en diciembre del pasado año. Gracias a la apelación de la Comisión por la Memoria a la condena, Reina fue absuelta y declarada inocente por falta de pruebas. Ese momento, según cuenta Gerardo Guerra, el productor, representó un punto de inflexión importante para la producción. Será una tarea complicada, pero les gustaría poder documentar el retorno de Reina a Bolivia y el reencuentro con su familia. "Todavía no estoy seguro si vamos a poder lograrlo, pero en los próximos meses que se concrete el reencuentro de Reina con sus hijos, con sus padres, va a ser muy importante también poder plasmar eso en el documental, respetando –obviamente- la intimidad de esa familia", añade Guerra.

La repatriación de Reina no será una tarea fácil, según Iriarte, ya que no tiene recursos para poder retornar a su país con su hija. Por tal razón están buscando la colaboración del público, a través de su página web, para poder dar un cierre a la historia de esta mujer. "Así como vemos que es lamentable todo el proceso que ha pasado, es una historia que tiene un interés en particular y general. Esto comenzó como un trabajo periodístico, pero al analizar el relato y la cantidad de componentes, ambos nos motivamos con esta historia", afirma Guerra.

Si todo va acorde al plan, la directora espera que el documental pueda ser visto en el tercer trimestre de este año. Iriarte valora la importancia de esta producción en tiempos en que las políticas migratorias en distintos países parecen endurecerse más, sin tomar en cuenta los derechos humanos de las personas. "El tema de Reina no es una historia separada. Hay miles de Reinas. Puede ser una mujer siria tratando de entrar a otro sitio y le pasa algo, puede ser un migrante que cae preso en Corea. Puede ser cualquier persona que sea migrante y sabe cómo es de complicado y cómo se vulneran los derechos en los procesos migratorios", finaliza.

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Sobre la firma

Andrés Rodríguez
Es periodista en la edición de EL PAÍS América. Su trabajo está especializado en cine. Trabaja en Ciudad de México

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