“El atentado abrió un agujero que no se cerrará hasta que haya justicia”
A 25 años del ataque terrorista contra la embajada israelí en Buenos Aires, los supervivientes exigen en un documental el fin de la impunidad
A las 14.45 del 17 de marzo de 1992, la secretaria Lea Kovensky estaba en el hall central de la embajada israelí en Buenos Aires "tomando un café y fumando un cigarrillo" con una compañera. Cuando se sentó en la silla del conmutador, la explosión de un coche bomba frente a la sede del edificio diplomático la hizo saltar por los aires. "La onda expansiva me tiró para atrás, pero primero pensé que estaba recibiendo una descarga eléctrica por el conmutador. Cuando todo se calmó y me pude desprender de los escombros e incorporarme, me di cuenta que no era una descarga sino una bomba", cuenta esta superviviente a EL PAÍS a punto de cumplirse 25 años del primer ataque terrorista de la historia de Argentina, que causó 22 muertos y unos 300 heridos. Su testimonio forma parte del documental Ataque a la embajada, que el canal History Channel estrenará el próximo viernes, cuando se cumpla un cuarto de siglo del atentado, que sigue impune.
En la presentación del documental a los medios, Kovensky relata que en medio del caos reinante buscó desesperada una salida, que finalmente encontró a través de una ventana con los vidrios rotos. Descalza y cubierta de polvo y sangre, fue trasladada en brazos hasta una zona segura. Con el paso de los años, esta empleada de la embajada israelí señala que logró rehacer su vida, pero no cerrar del todo las heridas. "Pude trabajar el tema del atentado, buscar sentido al haber sobrevivido, generar nuevos objetivos de vida y encontrarme con gente que son familiares y sobrevivientes del atentado e incorporarlos a mi vida. Lo que no puedo cerrar es el agujero que me queda porque la justicia no hace su papel, no investiga, no profundiza, no se encarga de buscar a los responsables... ese agujero que sólo se cerrará cuando se haga justicia", opina.
La explosión provocada por una carga de pentrita y trinitrotolueno instalada en una camioneta Ford F-100 convirtió la siesta porteña en un infierno. Junto a la embajada israelí, la bomba provocó el derrumbe parcial de un colegio, un geriátrico y causó destrozos en edificios a 500 metros a la redonda. La investigación estuvo a cargo de la Corte Suprema, por haber sido un atentado contra una delegación extranjera. El máximo tribunal confirmó en 1999 el número de víctimas fatales, pero la embajada israelí habla de 29 muertos, al considerar que siete cuerpos no pudieron ser identificados. La Corte Suprema atribuyó el ataque a la organización integrista Yihad islámica, brazo armado de Hezbolá.
El documental supone "un nuevo reclamo de justicia", señala Jorge Cohen, exjefe de prensa de la embajada israelí y también superviviente. Cohen recuerda que le costó mucho tiempo superar esa tarde trágica, hasta que se dio cuenta de que "tenía que dejar de ser víctima para ser testigo". Con esa lógica, decidió publicar unos cuentos suyos que se salvaron de la destrucción y dedicárselos a Marcela, su secretaria, que falleció en el ataque terrorista. Por el mismo motivo, Cohen participó también en la cinta, de una hora de duración, y que se completa con imágenes históricas y entrevistas a investigadores y periodistas.
El embajador israelí en Argentina, Ilan Sztulman, destaca que el atentado contra la embajada no fue solo un ataque a Israel y Argentina sino también "a toda la humanidad", porque "el terrorismo no discrimina pueblos ni religiones". Pesimista, apunta hacia Irán como máximo responsable y cree que las respuestas sólo llegarán cuando caiga "el régimen" de Teherán.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.