El Indio Solari, una locura argentina con conciertos masivos sin promoción
Los fans salen a la caza de entradas de un artista que hace un año reunió a 150.000 personas
Sólo alcanza con que Carlos Solari anuncie la fecha y el lugar de su próximo espectáculo para que una maquinaria invisible se ponga en funcionamiento. A partir de ese momento, autos, furgonetas y buses se ponen a punto, y sólo resta esperar el día indicado para salir a la carretera. Autoridades policiales y políticas se ven obligadas a diseñar operativos de seguridad y los comerciantes triplican su stock de bebidas y alimentos para atender a los cientos de miles que viajan para disfrutar del “pogo más grande del mundo”, como le denominan a la gran marea humana que se mueve de un lado a otro cuando el artista toca su éxito más sublime. Todo eso sucederá el 11 de marzo, con una nueva presentación en Olavarría (a casi 400 km de Buenos Aires) para la cual se han puesto en venta las entradas este lunes. Pero, ¿Quién es este personaje calvo, reacio a las apariciones públicas y que en los últimos años se metió de lleno en la discusión política argentina?
Carlos el Indio Solari nació en Paraná, Entre Ríos (a 450 km de Buenos Aires) el 17 de enero de 1949. Sin embargo, su particular fama la logró en la ciudad de La Plata, semillero por excelencia del rock argentino. Allí fundó junto al guitarrista Eduardo Skay Beilinson la mítica banda Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, en 1976, sin saber que se convertiría en el conjunto más importante de la escena moderna. Los Redondos, el apócope impuesto por los fans, harían culto de un perfil retraído, que derivó en una mística dogmática, reforzada por frases e imágenes que se instalaron en el imaginario colectivo. “Violencia es mentir”, “todo preso es político”, “el futuro llegó hace rato”, “vivir sólo cuesta vida”, “el lujo es vulgaridad”, “Fijate de que lado de la mecha te encontrás”, “lo mejor de nuestra piel es que no nos deja huir”, “la vida sin problemas es matar el tiempo a lo bobo”, “soñás la hoguera donde siempre sos la leña”, entre otras, significaron un faro cultural para muchos jóvenes de bajos recursos en plena instauración del neoliberalismo en Argentina. Además, el isologo del disco Oktubre (1986), creación del artista plástico Rocambole, fue votado hace algunos años como el más representativo de la cultura del país, por encima de Mafalda o las Islas Malvinas.
Pero llegó la década del 2000 y la efervescencia social que terminó con el gobierno de Fernando De la Rúa ya se notaba en las calles. Ya no había lugar para el hervor ricotero; entonces, los Redondos se despidieron con un memorable recital el 4 de agosto de 2001 en el estadio mundialista de Córdoba, habida cuenta de la prohibición que recaía sobre el conjunto para tocar en la capital tras la muerte de Walter Bulacio, a manos de la policía, el 26 de abril de 1991, antes de un show en el estadio Obras. Por el hecho, la familia del joven le entabló un juicio al Estado, en un caso que se ha vuelto emblemático para la justicia civil. Otras versiones, nunca aclaradas por el binomio fundador, hablan de diferencias económicas por los derechos sobre la obra del grupo, en total, apenas 9 discos y algunos shows en video. Otra característica distintiva de la banda es el hecho de haber comprado toda su obra al sello que les dio la oportunidad de grabar, cuando no eran masivos, y el carácter independiente de sus producciones en vivo.
Lo que no ha muerto es la pasión de “las bandas”, como se denomina a los seguidores de los Redondos. Solari armó la suya, Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, para la cual supo rodearse de los mejores valores de la nueva era, como los guitarristas Baltasar Comotto y Gaspar Benegas. El conjunto debutó el 12 de abril de 2008 en Jesús María, Córdoba, la misma provincia del adiós; y todo pareció haber quedado suspendido en el tiempo. Unas 40.000 personas vieron ese show pero el número aumentaría en las siguientes presentaciones, al punto que en el último, en marzo de 2016 en Tandil (a 350 km de Buenos Aires) concurrieron 150.000 personas. A diferencia de Skay, quien también armó su conjunto, el Indio parece haberse quedado con la mística ricotera. Ese día el artista anunció que sufre mal de Parkinson, por lo que sus presentaciones se hicieron más esporádicas. “Cuando tenés una enfermedad así, el reloj empieza a funcionar”, dijo a la revista Rolling Stones semanas atrás.
“Cada directo es una prueba, por eso digo que no tengo un futuro muy largo. Al menos arriba del escenario. Porque para esta enfermedad todavía no hay cura, te mantienen, medianamente. Las últimas veces ya estaba enfermo, y cuando creía que no, ya estaba enfermo también. Y no tenía tratamiento y no estaba haciendo nada de lo que estoy haciendo. Tengo fe en este momento, pero no puedo hacer seis shows en el año”, agregó un Solari que en los últimos años se ha acercado un poco más a los medios de comunicación y a la política, al punto que en 2013, publicó una carta para la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, de quien dice rescatar “su templanza y su firme determinación juvenil”. “Toda mi vida acepté, a regañadientes, que la valentía era un recurso temporario de los jóvenes. Acercale a la Sra. Presidenta, si no implica molestarla, mi respeto por su templanza y su firme determinación juvenil”, dice el texto, que si bien le ha hecho ganar unos cuantos enemigos, parece no haber molestado a miles de sus amantes.
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