“Mi abuela era Romeo, y yo Julieta”
Irene Escolar interpreta en 'Leyendo a Lorca' personajes y versos del poeta


Irene Escolar, menuda en la vida real, enorme en el escenario. Desciende de una estirpe de actores, los Gutiérrez Caba, que se remonta al XVII. Esa es su herencia, pero ella, espíritu libre, quiere ser dueña de su destino. Ha puesto en pie, sin ayuda de nadie, un espectáculo, Leyendo Lorca, en el que interpreta personajes y versos del poeta. 500 espectadores en el Teatro Pavón de Madrid contienen el aliento al escuchar a esta joven que pasa de Yerma a Rosita sin más armas que las de su voz. El público sale conmovido, trastornado.
— Soy un ser privilegiado, crecí en un ambiente lleno de imaginación y juego. Los pasillos de la casa de mi abuela eran los canales de Venecia. Mi abuela Irene era Romeo, y yo Julieta. Que un cuarto estuviera lleno de utillería, bigotes, pelucas, trajes de damas antiguas no es lo habitual.
"He aprendido de mi familia cómo se han tomado la profesión, con muchísima humildad y como un oficio que viene de generaciones”
— Lorca dice: no hay nada más vivo que un recuerdo. Para mí los recuerdos están vivos: la voz de mi abuela, mi tío Emilio escenificando las anécdotas de la familia, o la risa de mi tía Julia.
— Yo me aburría si no estaba en el teatro. Quería hacer de lo que fuera, como aún no sabía leer, pedía que siquiera me sacaran de perro.
— Con seis años veía a mi abuela entre cajas. Iba a su camerino y me lo ponía todo. Cuando el teatro se quedaba vacío salía al escenario y repetía todos esos gestos de ella subida en sus zapatos. Se partía de risa.
— Trabajé por primera vez con nueve años en Mariana Pineda. Cuando acababa el cole me iba al teatro.
— He aprendido de mi familia cómo ellos se han tomado esta profesión, con muchísima humildad y como un oficio que les viene de generaciones anteriores.
— Sobre las siete de la tarde, en mi familia se nos despierta una especie de bicho por dentro, es el resultado de habernos dedicado al teatro generación tras generación.
— Hay algo tan autoexigente en mí que prefiero no verme como la descendiente de una estirpe, me concentro en luchar por lo que deseo.
— Un artista es alguien a quien su propia realidad no le es suficiente y tiene que experimentar otras vidas. Para mí las Navidades más felices son las que estoy trabajando, celebrarlas con mi familia del teatro.
— Lorca habla del duende. El duende te sube por dentro, desde las plantas de los pies. Yo lo he experimentado pocas veces pero cuando hago Yerma tengo esa sensación de que algo trepa en mí desde la raíz.
— Cuando leo a Lorca siento como si estuviera ante un abismo en el que soy fuerte y vulnerable a la vez. Es una sensación que sé que me va a costar mucho repetir. Y yo siento como que Lorca me ampara, que está por encima de todo y yo solo tengo que estar ahí.
— Lo más difícil es conseguir que sus textos ocurran en el presente. Porque está el peligro de que se convierta en poesía lírica, y no: quiero expresar las necesidades que claman detrás de esas palabras.
— Tengo ráfagas de emoción difíciles de controlar. Sobre todo, cuando leo al final un fragmento de la carta que Lorca escribe a sus padres que le piden que vuelva a Granada: "Yo he nacido poeta como el que nace ciego, como el que nace cojo, como el que nace guapo, dejadme las alas en su sitio que os respondo que volaré bien" (se le quiebra la voz). Esto es el resumen de mi vida, de la de mi familia. Hemos nacido así.
— Los actores somos observadores del alma. Me gusta ir por la calle y ser yo la que miro. Ahora se ha perdido la línea fina que separa al actor del famoso. Mis tíos eran conocidos pero aún se podía mantener esa parcela de privacidad, que es lo más puro, lo más valioso.
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