Jesús y Pilatos juegan al fútbol en un ‘western’ argentino
'El hijo de Dios', de Gastón Girod y Mariano Fernández, convierte al fútbol en religión
Se juega como se vive. Con ese postulado, millones de apasionados futboleros dirimen sus gustos futbolísticos en Argentina y trasladan esa filosofía a la vida cotidiana. Están los que gustan de ganar a cualquier precio y en la otra vereda los que prefieren hacerlo de manera vistosa. También hay quienes pegan, discuten y se quejan. Y del otro lado, los que prefieren jugar callados y sin faltas. Esa dicotomía tan propia de la identidad local sugiere un escenario ideal para una parodia en forma de western, ubicada en el contexto religioso de los textos bíblicos. Eso es El Hijo de Dios, un largometraje que ha tenido un exitoso estreno en Buenos Aires y que ha sido proyectada fuera de Argentina.
La historia transcurre en un pueblo de fantasía denominado Betania, donde rige una particular prohibición: jugar al fútbol en forma espontánea. Todos esperan al único encuentro del año, el gran partido de Pascuas. Se trata de una época oscura para el fútbol, una era en la que se consolidó una tiranía futbolística que prioriza el éxito del resultado sobre el buen juego, corrompiendo el espíritu del fútbol sin miramientos. El equipo de la policía local, comandado por un despiadado sheriff llamado Pilatos, busca un rival al cuál poder ganarle.
Tres amigos de la ciudad llegan al poblado en busca de descanso y buena pesca, pero rápidamente se ven envueltos en un conflicto con las fuerzas policiales en el bar del pueblo. Juan, Santiago y Tomás son apresados y obligados a aceptar el duelo propuesto por Pilatos para recuperar su libertad. Todo parece perdido, pero la repentina aparición de un misterioso jugador llamado Jesús, torcerá el trámite del partido y el destino del fútbol de Betania para siempre. La historia puede leerse como una versión adaptada para la región de aquella extraña película que juntó a Sylvester Stallone, Michael Caine, Pelé, Bobby Moore y Osvaldo Ardiles: Victory (o Escape a la victoria).
La ópera prima de Gastón Girod y Mariano Fernández ha costado 50.000 dólares, pero logra impactar. Apela al siempre atractivo fútbol con códigos para entendidos como una recreación de una famosa discusión de Maradona con el exárbitro Javier Castrilli, aunque de manera sutil, sin caer en clichés. El western queda logrado, con cruces ferroviarias de madera, fuego reflejado en raybans y mucho polvo. Resalta un buen trabajo de fotografía, con contrastes profundos y colores por demás saturados, más cercanos a la publicidad.
“En Argentina se da una combinación entre fútbol y religión que es muy fuerte, al punto que hay una iglesia maradoniana. Por eso tomamos el relato mesiánico de la Biblia para explicar la historia de este pueblo oprimido”, explica a EL PAÍS uno de los realizadores, Gastón Girod. “Los tres elementos que integran la película están relacionados. En el fútbol se usan muchos términos del western como disparo o duelo. Por otro lado, muchos clubes de Argentina nacieron del ámbito ferroviario como Ferro Carril Oeste, Rosario Central o Talleres de Córdoba”, argumenta.
“Yo soy tan fanático de Maradona como de Messi”, aclara Gastón “El tema es que el guión original se escribió hace muchos años y por eso la película rinde mayor culto a Diego que a Lionel. A los dos directores nos gusta el fútbol como juego, más allá de ganar o no. Soy hincha de River y quiero que mi equipo gane jugando bien. No me cierra ganar 1 a 0”.
El rodaje duró cerca de tres semanas y fue realizado íntegramente en Azcuénaga, un pequeño pueblo con 300 habitantes, ubicado en la localidad de San Andrés de Giles, a 103 kilómetros de Buenos Aires. “El lugar fue perfecto. Encontramos todo el pueblo ya armado y sólo tuvimos que montar el bar. Ni bien entramos por primera vez, lo primero que veo es la cruz de madera del ferrocarril. Fue la primera imagen que vi del pueblo y terminó siendo la primera toma de la película”, recuerda Girod.
“Lo más divertido fue hacer el casting porque necesitábamos actores que además jueguen bien al fútbol, entonces hacíamos las tomas y después entre Mariano y yo armábamos un partido en una plaza”, dice uno de los directores. El film participó en festivales de fútbol y se exhibió en Berna, Berlín y Río de Janeiro. Además, fue elegida mejor largometraje de ficción en el festival Over Time, organizado por la Universidad Autónoma de Baja California, además de obtener un galardón en India.
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