Nobel de Literatura: un premio universal que no lo es tanto
El inglés y las lenguas occidentales aparecen sobrerrepresentadas en el historial de los premios
El premio Nobel de Literatura se concederá a "la persona que haya producido en el terreno de la literatura la obra más destacada en una dirección ideal". El testamento de Alfred Nobel, firmado hace 120 años, no se decantaba por ningún idioma en particular. Pero, en más de un siglo de historia, una de cada cuatro concesiones ha recaído en el inglés, y solo rara vez se ha reconocido una obra escrita en una lengua no occidental: dos veces al chino, la lengua con más hablantes nativos del planeta, otras dos al japonés (con más de 120 millones de hablantes), una al bengalí (aunque con matices), otra al hebreo y una más al turco.
La clasificación contrasta con la de los idiomas con más de 50 millones de hablantes nativos (se han escogido cifras de 2007, fecha de la que hay disponibles datos comparables). Quedan huérfanos de premio lenguas tan habladas como el panyabí (95 millones de hablantes), el malayo (de 77 a 180 millones de hablantes, según lo inclusivas que sean las cuentas con sus variantes) o el telugu, el vietnamita o el coreano (76 millones cada una).
¿Hay que culpar a la Academia Sueca de la desigualdad de las concesiones? A juzgar por la producción de nuevos títulos y cómo se reparte país a país, parece que en los Nobel no recae del todo la responsabilidad. En la siguiente tabla, que analiza la producción de una selección de los principales mercados editoriales del mundo, queda patente la descompensación por países. Una cosa es el número de hablantes y otra, muchas veces bien distinta, los libros que se publican en ese idioma. Según la Asociación Internacional de Editores, solo unos cuantos disfrutan de una situación que les permite exportar sus libros en masa: Reino Unido, Estados Unidos, España y Taiwán son los que destaca la organización. El resto se concentra en la producción para consumo interno o, directamente, dependen en gran medida de las importaciones para abastecerse.
El ejemplo equívoco de Tagore
El Nobel de Literatura salió pronto de Europa. En 1913 reconoció a Rabindranath Tagore, cuya lengua materna era el bengalí, pero la mención ya aludía a que se le concedía por su influencia en la cultura occidental. "Por su verso precioso, fresco y sensible, con el que, con destreza consumada, ha convertido su pensamiento poético, expresado por sus propias palabras inglesas, en parte de la literatura de Occidente".
Hasta 1966 no se concedió de nuevo el premio a un autor que no escribiera en una lengua occidental. Fue al hebreo, en la obra de Shmuel Yosef Agnón. En 1970 el premio viajó hasta Japón para honrar al novelista Yasunari Kawabata, y allí volvió en 1994 con Kenzaburo Oe. En 1978 se premió al estadounidense Isaac Bashevis Singer, escritor en yidis. Naguib Mahfuz, que escribía en árabe, fue reconocido en 1988. El turco de Orhan Pamuk fue premiado en 2006. El chino esperó hasta el 2000 para que Gao Xingjian recibiera su galardón, que recayó dos años después en manos de su compatriota Mo Yan.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.