Luces de colores y pantalla gigante para disfrutar la música de Berlioz
La Orquesta y Coro Nacionales de España arranca la tercera temporada del ciclo 'Descubre...'
Imagine que se ríe con un chiste contado en chino, que se se le eriza el vello con un teorema matemático o incluso que es capaz de emocionarse con un deporte como el críquet. El milagro solo tendría una explicación y es que ha entendido los mensajes, las reglas y los signos clave para desentrañar esos misterios.
Algo parecido propone la Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE) con los conciertos del ciclo Descubre… que ofrece en el Auditorio Nacional en Madrid y que ha comenzado su tercera temporada. Unos conciertos didácticos que incluyen una charla explicativa previa y apoyo multimedia, con el objetivo de acercar a un público no acostumbrado la música clásica.
El ciclo arrancó el último domingo de septiembre con el encantador —en todos los sentidos— musicólogo Luis Ángel de Benito, quien desmenuzó en una brevísima hora los arcanos de la Sinfonía Fantástica del compositor francés Héctor Berlioz. El profesor y presentador del programa de RNE Música y significado (están los podcast disponibles) mezcló con humor, erudición y cercanía los apuntes biográficos del atormentado y romántico autor decimonónico con su resultado artístico: una sinfonía llena de amor y esperanza, pero también de brujas, sueños atribulados y deseos suicidas.
Para entender ese amor loco convertido en obra sinfónica, y mientras De Benito hablaba del delirio del francés por la actriz Harriet Smithson —el que disparó la inspiración de esta obra—, la orquesta, a un gesto suyo, interpretaba los pasajes que mejor reflejaban esos sentimientos. Los violines tremolaban, el oboe se derretía y en la pantalla gigante instalada para el concierto, detrás de la orquesta, los espectadores podían leer a qué correspondía cada melodía. Las imágenes y reproducciones pictóricas y los focos hacían el resto para crear el ambiente preciso y transmitir al público su magia. Casi se podía ver a Berlioz caminando por la ribera del Sena aullando por su amada, tal y como asegura él mismo en sus memorias.
Más adelante, cuando las campanas del cuarto movimiento nos conducen por el cadalso fantástico imaginado por el compositor, De Benito, desposeído de cualquier tono académico, explicaba los compases, las notas, los instrumentos, las cadencias de las que se valió Berlioz para comunicar su amor. Embriagados ante la belleza de la música y los comentarios divertidos (los políticos españoles y su parálisis institucional no salieron indemnes), el anfitrión animaba al público a aflojarse la corbata. “Aplaudan cuando quieran, cuando el cuerpo se lo pida”. Dos adolescentes que iban aleccionados con el “no se aplaude entre movimientos” miraban furiosos. Pero realmente ese es el espíritu de estos conciertos tan necesarios. Fuera el rigor y la etiqueta.
Una vez terminada la explicación queda por supuesto escuchar la obra completa, dirigida impecablemente por el alemán David Afkham, el director principal de la Orquesta. Pero no hay miedos, la pantalla gigante con los textos explicativos y fotos e imágenes alegóricas lleva de la mano al público para que no se pierda. En otra sala, al mismo tiempo, los que disfrutan son los hijos de los espectadores, de 2 a 8 años. Con un taller donde pintan, escuchan música y se inician en los violines y timbales.
El objetivo es atraer a un público nuevo y “romper barreras”, como afirma Félix Alcaraz, director artístico de la orquesta, y creador de estos formatos. Un público que quizá algún día pueda estar sentado dos horas escuchando música clásica, entendiendo su lenguaje, sin luces de colores, ni imágenes en una pantalla. Y puede que así descubra que bastan dos ingredientes para ser felices: arte del bueno y un poco de nosotros mismos, sin conexión y sin un móvil que llevarnos a los dedos.
El próximo concierto del ciclo Descubre... será Cuadros de una exposición, de Modest Mussorgsky y arreglos de Maurice Ravel, el 4 de diciembre a las 12.00. Entradas de 15 a 27 euros.
Babelia
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