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Polémica en México por la joya que contiene las cenizas de Barragán

Una artista conceptual hace un diamante con restos del arquitecto y se lo ofrece a la propietaria del archivo del premio Pritzker para que traslade el legado desde Suiza al país americano

Pablo de Llano Neira
Luis Barragán.
Luis Barragán.Armando Salas Portugal

México tuvo dos arquitectos incomparables en el siglo XX. Uno, Juan O’Gorman, que se colgó de un árbol en 1982. El otro, Luis Barragán, que falleció en 1988 por causas naturales y al que 28 años después de muerto le ha sucedido algo que puede resultar sutil o violento: una artista de Estados Unidos ha convertido 525 gramos de sus cenizas en un diamante de dos quilates.

En septiembre, con permiso de la familia Barragán, Jill Magid acudió con dos notarios a exhumar la urna donde reposan sus restos en Guadalajara para llevarse a Nueva York en una bolsa un 25% de polvo del Premio Pritzker. Luego, como ha relatado la revista The New Yorker, envió el contenido a Suiza, donde una empresa lo transformó en una gema de un delicado color azul.

Posteriormente, la artista engastó el diamante en un anillo y viajó a Suiza para ofrecérselo a Federica Zanco, gesto que simboliza el sentido de la obra, titulada The Proposal (La propuesta); pues Zanco, italiana casada con un empresario suizo, es la propietaria del archivo profesional de Barragán. La idea de Magid, apoyada por la familia del arquitecto, era que ella aceptase el anillo a cambio de que los documentos regresaran a México. El cuerpo del arquitecto –un cuarto, para ser exactos– por su archivo, el cuerpo documental de su obra.

Tras la publicación del artículo en la revista americana y en medio del alboroto que ha causado en México, Zanco, historiadora de la arquitectura, responde tajante a la pregunta de si aceptará la propuesta: “La narración de Jill Magid es fruto de su fantasía y la pregunta que usted me dirige es parte y consecuencia de esa narración. En este sentido, no necesita una respuesta concreta”.

La artista Jill Magid, en un retrato cedido por la Galería Labor.
La artista Jill Magid, en un retrato cedido por la Galería Labor.

La fantasía a la que alude es un rumor con el que jugueteó la artista para concebir la obra: que Zanco había recibido el archivo como regalo de compromiso de su pareja, Rolf Fehlbaum, jefe de la compañía de muebles de diseño Vitra. En un correo que escribió a Magid después de su encuentro, Zanco le reprochó: “Has convertido una especulación en arte y por el camino has hecho de mí un personaje de ficción. Así que en realidad soy irrelevante para tu proyecto, no me necesitas. Con tu imaginación te basta”.

Pero Magid cree que la negativa no frustra la obra. “El anillo queda indefinidamente a disposición de que Federica Zanco lo acepte”, dice. “Aunque ahora no lo quiera, podría cambiar de idea. La posibilidad permanece. Y lo acepte o no, las cuestiones sobre el gesto de la propuesta y sobre la naturaleza de la propiedad del legado de Barragán permanecen”.

En el pequeño pero intenso mundo de los 'barraganólogos' la expatriación del archivo es viejo tema de debate, llegándose a plantear como un 'secuestro' patrimonial

En el pequeño pero intenso mundo de los barraganólogos, la expatriación del archivo profesional del arquitecto es un viejo asunto de debate, con críticas a Zanco por sus restricciones de acceso supuestamente excesivas y llegándose a plantear como una especie de “secuestro” patrimonial. “No es ningún secuestro, sino el resultado de una transacción legal”, opina Arabella González, presidenta de la Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán, que posee el archivo personal. “Y es buena noticia que lo haya comprado una sola persona. Imagínate lo dispersos que podrían estar los planos por el mundo entero si se hubiesen vendido uno por uno”.

Barragán, soltero toda su vida, heredó su archivo profesional a su socio Raúl Ferrera, que se ahorcó en 1993. Su viuda lo vendió a un marchante de arte de Nueva York y a él se lo compraron dos años después Zanco y su esposo. Hoy se encuentra en un depósito subterráneo bajo la sede de Vitra.

“Federica compró un archivo que venían pateando los coleccionistas e intelectuales mexicanos, por el que la familia de Barragán no hizo nada y que el Estado ni volteó a ver. Afortunadamente, lo compró ella. De otro modo el archivo no existiría”, opina el empresario César Cervantes, que compró una casa diseñada por Barragán y la restauró hasta su estado original con ayuda de los planos que le brindó Zanco. Cervantes, excoleccionista de arte, mira con sarcasmo la hipótesis de que México recompre el archivo. “¿Para que esté en cajitas de huevo en algún sótano del Gobierno?”, responde.

Un portavoz de la Secretaría de Cultura afirma que no está en marcha ningún intento de recuperarlo. “Sería deseable que los documentos en el extranjero fueran propiedad de la Nación, pero, como en otros casos, cuenta mucho lo que deseen los herederos o albaceas de estos legados”.

El anillo hecho con cenizas del arquitecto para la obra 'The Proposal', 2016, de Jill Magid.
El anillo hecho con cenizas del arquitecto para la obra 'The Proposal', 2016, de Jill Magid.STEFAN JAEGGI

Zanco no se cierra a “una eventual discusión sobre el tema”, pero tampoco menciona que haya tenido negociación alguna con el Gobierno desde que es propietaria del material. Sí refiere su colaboración con los organismos culturales de México y con especialistas en Barragán, rechazando que sea demasiado difícil utilizar su archivo. “Demasiado difícil’ es un concepto vago”, replica. “El acceso a cualquier cosa es fácil, o difícil, dependiendo de lo que se quiere hacer. Acudir y acceder a algo tan frágil, abstracto y complejo requiere claridad conceptual y una preparación adecuada”. En su Barragan Foundation están a punto de terminar, dice, “una publicación extremadamente articulada de la obra –realizada y no realizada– de Luis Barragán”.

Magid, por su parte, afirma que la familia y ella consideran que el archivo “debería estar [en México] en algún lugar con acceso al público, con las condiciones de seguridad y conservación adecuadas, por supuesto”.

No cabe duda de que muchos mexicanos comparten el deseo de Magid. Menos claro es que todos conecten con su provocadora propuesta artística. El escritor Juan Villoro ha escrito en una columna: “Llama a escándalo que el archivo no haya permanecido en México y que no pueda ser libremente consultado por los estudiosos. Aún así, la idea de convertir a Barragán en un diamante para tratar de recuperarlo parece digna de un museo del horror”. Víctor Jiménez, exdirector de Arquitectura del Instituto Nacional de Bellas Artes, califica el trabajo de Magid de “descabellado”.

Recientemente, el artista Iñaki Bonillas tuvo la oportunidad de desarrollar una obra en la Casa Barragán, el hogar del arquitecto. Guardó un montón de cosas por armarios y cajones de toda la casa y la tituló Secretos. Una referencia a la proverbial intimidad del mundo arquitectónico y personal de Barragán. Ahora, pensando sobre la paradoja de que aquel hombre de inclinaciones franciscanas habite una joya, dice: “Son incongruencias de la vida: uno se esmera tanto en que las cosas sean de una manera que a veces acaban saliendo de la manera opuesta”. Aunque Luis Barragán no fue sólo un espíritu recogido, sino también un dandi y un esteta. Rindió culto a la belleza y rindió culto al silencio. Y un diamante brilla. Un diamante no habla.

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