Poético viaje a un amor en Irlanda

Amor apasionado y desgraciado en la Irlanda de la revolución, del Gobierno provisional de Michael Collins y de la guerra civil. Amor mezclado con música y poesía y troquelado por la melancolía del país, su tristeza áspera, su belleza insondable y su violenta historia. El director Oriol Broggi no escarmienta en su empecinada y emocionada búsqueda de nuevos materiales para la escena y de lenguajes teatrales distintos. Esta vez, en Els cors purs,trata de conmovernos con una historia de tonadas celtas, humo de revólver, aroma de Guiness y regusto a Joyce, Yeats y Sean O'Casey (entre otros).

El espectáculo de La Perla 29, que se estrenó anoche en el Teatre Romea, donde estará hasta el 19 de junio, parte de la novela corta Mary de Cork, de Joseph Kessel, el célebre escritor, corresponsal de guerra, miembro de la Resistencia francesa, aviador y aventurero, “amigo de los piratas, defensor de los esclavos, confesor de los ladrones”, como escribió de él su biógrafo. Mary de Cork es una nouvelle en la que Kessel, como solía, reformuló narrativa y ficcionalmente uno de sus grandes reportajes, de 1920, sobre la guerra civil irlandesa. “Nosotros henos hecho una especie de invento”, explica Broggi, “convirtiendo la novelita, que tiene mucho de crónica de viajes, muy eficaz en su retrato de Irlanda, en otro viaje, de los actores y los espectadores, a un mundo imprevisto, a un amor imposible y en buena parte clandestino; un cuento que querría ser poema”.

En el espectáculo, de 1 hora y 25 minutos, con traducción de Ramon Vila y dramaturgia de Marc Artigau y el propio Broggi, una pareja, Mary y Beckett, los dos luchadores por la libertad de Irlanda y con un hijo en común, se ven arrastrados a posiciones enfrentadas: uno toma partido por Collins (que precisamente fue asesinado de regreso de Cork, en cuyo condado nació) y la otra por el IRA anti tratado. Pero Broggi no ha querido profundizar en el aspecto político de la trama. “En realidad es una historia muy pequeña de personajes que se aman y en un mundo revuelto y peligroso en el que cada uno está en un bando. Una noche vuelven a encontrarse, siguen amándose mucho. Al final hay una emboscada y una decisión”. Como dijo alguien, ser irlandés es saber que al final el mundo te romperá el corazón.

El director subraya “la recreación del universo irlandés, con muchos referentes, la música, las canciones, las situaciones”. “Siento una gran envidia por los irlandeses”, reflexiona Broggi, “que le dan tan gran importancia a su música y su poesía, más que nosotros. Es un país pequeño que se sabe exportar bien”.

Los tres actores (Borja Espinosa, Miranda Gas y Jacob Torres) y los tres músicos (Carlos Pedragosa, Júlia Ribera y Marc Serra) del reparto interrelacionan con una serie de proyecciones y efectos especiales que crean una atmósfera irreal y poética, con imágenes de vuelo onírico dignas de Chagall. “Combinar todos esos elementos ha presentado un gran reto técnico, a ver qué sale”.

El director, que no ha buscado para nada connotaciones actuales de la pieza, ha puesto sobre todo el acento en crear un paisaje emocional. “Lo importante es el amor”, resalta. En los ensayos, dice, “resultaba un espectáculo muy conmovedor, al añadirle los efectos se ha hecho más grande y ahora hay que ver cómo conserva la emoción. Mi sensación es que es algo que conmueve mucho”.