El festival Musicabana acaba con el otro embargo cubano
El artista cubano Fabién Pisani organiza un encuentro musical para volver a convertir a La Habana "en el centro musical del Caribe"
Más de medio siglo de bloqueo estadounidense sobre Cuba no ha impedido que sus habitantes hayan dejado de escuchar música en directo. Pero a partir del pasado mes de marzo, con el restablecimiento de las relaciones entre ambos países, han empezado a escucharla en inglés. Primero el trío estadounidense de electrónica Major Lazer convirtió en una rave la Tribuna Antiimperialista, en pleno malecón y frente a la nueva embajada de Estados Unidos en La Habana. Después The Rolling Stones pusieron su sello al deshielo delante de cientos de miles de cubanos y extranjeros. A partir del 5 de mayo, el festival Musicabana recogerá el guante con "el objetivo de convertir a La Habana en el centro musical del Caribe y, una vez al año, del mundo", dice Fabien Pisani, director de la cita e hijo del músico Pablo Milanés.
Hace dos años que el artista cubano idea este evento desde su casa en Brooklyn. "Era un sueño de niño, desde que mi padre dirigió durante dos años, a mediados de los ochenta, el Festival Internacional de la Canción de Varadero al que acudieron Gilberto Gil, Charly García, Fito Páez...", relata el responsable de Musicabana. "En aquel momento tenía 15 años y pude descubrir una nueva música con mis amigos". Tres décadas después, su objetivo es que la juventud cubana pueda escuchar en directo la música que les suena en los teléfonos móviles.
Pisani trabaja en colaboración con el Ministerio de Cultura y el Instituto de la Música en Cuba desde hace un año y medio. "Un festival es un dolor. Hacerlo en Cuba es difícil. Hacerlo en Cuba desde los Estados Unidos es ya imposible. Esto es casi un acto de fe", asegura al mismo tiempo que reconoce que su bagaje empresarial es limitado. "Mi familia natural son los músicos". La asociación con las autoridades cubanas le ha permitido al festival garantizar las medidas de seguridad y parte de las infraestructuras donde se celebrarán los conciertos. El acceso al festival será libre, "el embargo cubano pone como condición que sea así", apunta.
Después de establecer las relaciones gubernamentales, comenzó a investigar la parte privada. "AirBnB ya estaba haciendo negocios en Cuba y contacté con sus abogados en Miami", dice. De aquel encuentro salió un marco legal y una fundación con un primer equipo que al poco tiempo abandonó el proyecto tras darse cuenta de que no era lucrativo. "Tuve que empezar de cero", reconoce Pisani. Su propio padre le dijo en un primer momento: "Tu estás loco, no vas a poder hacerlo". Ahora, Pablo Milánes no solo colabora, también forma parte del cartel del festival. El modelo de financiación se sustenta en patrocinios corporativos. "Vendemos paquetes de viaje, una fórmula que se pone en práctica por primera", cuenta el responsable. "No es turismo, son viajes con motivo cultural en consonancia con las reglas actuales".
A los músicos que forman parte del cartel los han convencido por amistad y por "las ganas de organizar un evento de este tipo en La Habana". La organización ofreció un aperitivo de su potencial con el concierto de Major Lazer en marzo. "Ellos se pagaron una parte de la producción", confiesa. Este espectáculo, en palabras de Pisani, sirvió para que el festival empezara a sonar en distintas partes del mundo. “Desde que puedo recordar, Cuba ha desempeñado un rol influyente en mi amor por la música. Cuba tiene un impacto cultural muy poderoso alrededor del mundo", dijo antes de su actuación el productor Diplo. "Tuve la suerte de visitar la isla hace unos años con mis amigos de Calle 13. Regresar en 2016 y ser parte de su cultura de nuevo es una gran bendición”.
Por el momento, el resto del cartel se compone de una mayoría de artistas cubanos, caribeños y latinoamericanos como Carlinhos Brown (Brasil), Sean Paul (Jamaica), Mayra Andrade (Cabo Verde) y Los Van Van (Cuba), entre otros. "También vamos a traer a Pedrito Martínez, un ídolo de los jóvenes rumberos en Cuba, el Chano Pozo de este momento, que nunca ha tocado en la isla. O a Ibeyi, la banda que más suena pero que tampoco han dado nunca un concierto", explica. "No solo van a tocar, van a hacer talleres en las escuelas de música para que expliquen su camino fuera del país y cómo integran la música cubana con otras tendencias". La sorpresa y las ganas formarán parte de la inauguración. "No queremos hacer algo gigantesco ni monumental", asegura el director del festival, "sino un evento bonito y bien hecho a partir del que esperamos que surja algo más grande poco a poco y, así, La Habana vuelva a ser un punto de encuentro cultural".
Babelia
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