“Ser directora significa poder vivir muchas vidas junto a la mía”
Maite Alberdi, candidata al Goya 2016 a mejor película iberoamericana, responde el carrusel de preguntas de este diario
Compartir alfombra roja en los Premios Goya con las protagonistas de su último documental, La once, fue un sueño cumplido. Maite Alberdi (Santiago de Chile, 1983) adora plasmar lo cotidiano en sus proyectos. Entre manos tiene ya la historia de un grupo de amigos con síndrome de Down que llevan más de 40 años yendo al mismo colegio. Están cansados de ser tratados como niños y eso es lo que Alberdi quiere mostrar en Los niños, que espera estrenar entre finales de 2016 y 2017.
¿Qué película le cambió la vida?
Aunque como director de cine partes queriendo cambiar el mundo, creo que el cine no cambia la vida de nadie.
¿Cuál es el último libro que le hizo reír a carcajadas?
Esto me hace darme cuenta que leo puros dramas. ¡Qué horror! Creo que el último con que me reí fue La tía Julia y el escribidor hace 15 años.
¿Quién sería su espectador perfecto?
El que no se pregunte si está viendo un documental o una ficción, que asuma que se va al cine a vivir una experiencia.
¿Qué personaje se asemeja a usted?
Hace tiempo vi Agosto y me identifiqué harto con el rol de hermana mayor de Julia Roberts. Soy hermana mayor, los padres son más duros con nosotros.
¿Quiénes son sus influencias?
Nicolas Phillibert, por ser capaz de entrar a mundos cotidianos y pasar desapercibido, contando grandes historias a partir de situaciones mínimas.
¿Con quién le gustaría sentarse en una fiesta?
Con poca gente, pero me encantaría bailar con John Travolta, y que pasemos por Grease y por Pulp Fiction.
En una fiesta de disfraces ¿de qué se disfrazaría?
De Mia Wallace para bailar con Travolta.
¿Qué película regalaría a un niño para introducirlo en el cine?
Las vacaciones del Sr. Hulot, de Jacques Tati.
¿Cuál es su lugar favorito?
Los jardines de Monet, Giverny. En primavera, es estar dentro de un cuadro.
¿Qué significa ser directora de cine?
Es una forma de conocer el mundo. Con la excusa de la cámara puedo entrar a muchos espacios y así vivir muchas vidas junto a la mía.
¿Qué película le hubiera gustado dirigir?
Me habría gustado dirigir películas que creo que están totalmente fuera de lo que yo hago y que pienso los directores disfrutaron mucho en rodaje: Relatos salvajes de Szifron o Bastardos sin gloria (Inglourious Basterds) de Tarantino.
¿Qué cambiaría de usted misma?
No me vendría nada mal medir 10 centímetros más.
¿Cuándo fue la última vez que lloró?
No soy parámetro, soy súper llorona. Ayer lloré porque me apreté el dedo chico del pie con la puerta.
¿Cuál es el mejor consejo que le dio alguno de sus padres?
Mi mamá me decía que las vacaciones había que planearlas para disfrutarlas antes, durante y después.
¿Cuándo fue más feliz?
Cuando tenía a mi mamá y a mi abuela para gozar las alegrías con ellas.
¿Adónde vuelve cuando sufre?
Donde las amigas, siempre acogen sin juzgar.
¿Con quién le gustaría quedar atrapada en un ascensor?
Con Mathew MacConaughey (sic.), para que me enseñe a escribir bien su apellido.
¿La última comida que realmente le sorprendió?
La mejor tarta de chocolate del mundo, en La mejor tarta de chocolate del mundo, en Madrid.
¿Qué le diría a su presidenta, Michelle Bachelet?
Que las segundas partes no son buenas si sólo se confía en el éxito de la primera.
¿Lo último que compró y le encantó?
Una Polaroid. Siempre he impreso las fotos, son un objeto importante en mi casa.
¿De pequeña quería ser?
Cantante. Hice hartos esfuerzos por aprender instrumentos, pero lamentablemente canto pésimo.
¿Primera borrachera?
Debo confesar: aún no viví mi primera borrachera.
¿Un sueño recurrente?
Siempre sueño con maremotos. Yo nado harto y mi mamá no sabía nadar, entonces sueño que viene la ola y tengo que salvarla.
¿Un olor?
Las madreselvas, mi abuela me hacía olerlas desde chica. Los olores creo que son lo más importante para hacer correr la memoria emotiva.
Babelia
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