Café, copa y carrito
El desayuno con el que la feria homenajea a sus más de mil invitados es el momento en el que se hacen los primeros negocios
Ya se sabe que en una feria de arte, los grandes coleccionistas son los más madrugadores. Al menos, para hacer sus reservas y después desdecirse, cosa bastante habitual. Por eso, el desayuno con el que la feria homenajea a sus más de mil invitados es el momento en el que entre café y copa de champán se hacen los primeros negocios. No todos los 250 coleccionistas invitados llegan el primer día, advertía Carlos Urroz, director de la feria, en su ya ritual bienvenida a la prensa. No se les podría atender a todos.
La que siempre madruga y a primera hora paseaba con su hijo Borja y su nuera, era Carmen Thyssen. La baronesa estaba interesada en cosas, pero se quejaba de falta de liquidez: “Los abogados me dejan sin fondos para comprar. Pero así es la vida”.
Helga de Alvear, cada vez más coleccionista que galerista, estaba contenta y divertida por haberse adelantado a una de las compras previstas por la Fundación Arco: una pieza escultórica de Mark Manders en la galería Zeno X. Además, su carrito de la compra incluye una obra de Danh Vo de la galería francesa Chantal Crousel. “No me muevo más porque me conozco”, confesaba la coleccionista, rodeada de la obra de dos de los artistas más rompedores de la feria: Jorge Galindo y Santiago Sierra.
Marlborough, con alguna de las piezas más caras de la feria (Mujer en la bañera, de Antonio López, 2,5 millones de euros), y Leandro Navarro, ambas en el Pabellón 7, son dos espacios representativos del carácter museístico de una edición tan depurada que parece que haya poco lugar para la experimentación.
En Leandro Navarro se muestran dos espectaculares obras de Torres García fechadas a comienzos de los cuarenta. El artista uruguayo protagoniza una de las exposiciones más importantes de la temporada: la antológica que le ha dedicado el MoMA y que se podrá ver en Madrid en la Fundación Telefónica. A nadie se le escapa el enfado que tienen en los sectores artísticos catalanes porque ninguno de sus grandes museos haya sido capaz de afrontar el coste de esta antológica. Gran parte de la producción de Torres García se realizó en Barcelona y está muy bien representado en numerosas colecciones particulares. Una de ellas, por cierto, es la de Carmen Thyssen.
Los murmullos matutinos hablaban de una buena noticia para Madrid: la instalación en Matadero de parte de la excelente colección de arte contemporáneo de Patrizia Sandretto Re Rebaudengo, con sede en Turín. Se sabe que llegará en 2018 en forma de nuevo espacio cultural.
Pero a quien de verdad señalaban los murmullos era a José Lebrero, director del Museo Picasso de Málaga, quien ha tenido que rectificar la normativa que impedía que las visitantes amamantaran a sus hijos en las salas del museo. Estaba más por la labor de ejercer de curioso paseante que de comentar el incidente que ha sentado las bases para que espacios similares se lo piensen antes de echar a una madre alimentando a su hijo.
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