La alegría incompleta del regreso a Uruguay
Un documental revive el viaje que el Gobierno de España organizó en 1983 para que 154 hijos de exiliados conocieran a sus familias
Unos viejos ómnibus tratan de abrirse paso por unas calles atestadas de gente con banderas blanquiazules. Unas pequeñas cabezas de miradas sorprendidas se asoman por las ventanillas del vehículo. A una de ellas se le escucha decir: “Queremos volver, pero también con nuestros padres”. El gentío se une en una sola voz que ansía libertad tras 10 años bajo una dictadura cívico-militar: “¡El pueblo, unido, jamás será vencido!”. Es la historia de 154 menores hijos de exiliados que fueron enviados a Montevideo para retar a la dictadura. La historia de Tus padres volverán, un documental de Pablo Martínez Pessi (Uruguay, 1980), que trata de universalizar los conflictos personales y sociales que conlleva el exilio.
La idea, coordinada por el PSOE —que desde finales de 1982 gobernaba España— y el Comité Internacional pro Retorno del Exilio Uruguayo, llevó a aquellos hijos de exiliados o presos políticos de Madrid a Montevideo, donde aterrizaron en una de las más calurosas mañanas que se recuerdan en el país, el 26 de diciembre de 1983. “Fue una gran jugada política. En ese viaje iban los sueños que tenían los padres de aquellos niños; los abrazos que los adultos no podían dar”, reflexiona Martínez Pessi.
Cecilia Rodríguez, que el 25 de diciembre de 1983 —cuando el avión de Iberia despegó del aeropuerto de Barajas— tenía siete años y hacía dos meses que había llegado a Madrid desde Cuba, se sintió como un rehén político. “Con siete años no entendés por qué tenés que subir a un avión con un montón de extraños para conocer a gente al otro lado del mundo que no tenés ni idea de quiénes son”, asegura, con voz apagada, en la cinta. Martínez Pessi ha tratado, precisamente, de mostrar “qué puede sentir un niño después de 12 horas de vuelo y cuando le reciben extraños”.
En aquellos viejos ómnibus iban menores de tres a 17 años. El director considera que “significó un doble exilio para los más pequeños, porque se dieron cuenta de que también eran exiliados como sus papás, de que tenían una familia y un país que no conocían y de los que les costó separarse tras aquellos 15-20 días de visita”. “Los adolescentes, en cambio, sí sabían que eran la imagen de un acto político contra la dictadura que había echado a sus padres del país”, asegura Martínez Pessi.
El documental obtuvo la mención especial del jurado en el Festival Internacional de Cine Independiente de Mar del Plata en 2015 y el premio a mejor documental internacional en el festival de televisión de São Paulo. En Uruguay, donde se emitió en el cine durante seis semanas desde julio de 2015, acumuló más de 9.000 espectadores. “Lo que es complicado dada la compleja situación del cine nacional. Lo habitual es que duren en cartelera una o dos semanas, salvo producciones sobre personajes populares como Diego Forlán [futbolista] o Gonzalo Rodríguez Gonchi [expiloto de automovilismo]”, apunta el director de la cinta, que inicia una gira que terminará en el Festival Internacional de Marsella, del 12 al 18 de julio. Este martes se estrena en España en la Casa de América de Madrid.
Versión inesperada
“En Uruguay impactó mucho porque aquel episodio es recordado como una postal que reivindicaba la lucha política. La gente esperaba encontrarse con una película conmemorativa y casi panfletaria, pero se encontró con que aquellos niños que eran tocados como ángeles por la Rambla de Montevideo, han vivido con grandes conflictos con sus padres”, comenta el creador del documental.
En las imágenes de archivo se contempla la sensación que causaron aquellos menores en mitad de los últimos coletazos de la dictadura. La cinta, con colores claros y planos en los que, en ocasiones, el sonido de lo cotidiano (el mar o una tetera hirviendo) es lo único que acompaña al espectador, lleva a un viaje hacia “la comprensión del dolor que significa dejar tu país cuando no quieres”, como asegura Martínez Pessi.
Guzmán Tierno, uno de los protagonistas, tiene sentimientos encontrados: “Con toda la ideología que tenían [sus padres] para luchar contra la dictadura, no se daban cuenta de que tenían un nene de un año al que había que proteger y cuidar”. Ese sentimiento de incomprensión planea entre conflictos de familias que luchaban contra el régimen, que hacen brotar lágrimas a los protagonistas, y recuerdos de inocencia y diversión durante aquel verano austral del 83. En ese año, numerosos actos de la sociedad uruguaya habían marcado la senda de la apertura y los militares, liderados por Gregorio Álvarez, comenzaron a entender el futuro que dos años después se haría palpable con la asunción del nuevo Parlamento elegido democráticamente.
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