La OMS baja los humos a Hollywood
La Organización Mundial de la Salud critica la presencia del tabaco en el cine y su efecto en los jóvenes. Plantea que las ‘películas con cigarrillos’ sean “no recomendadas” a menores
Tyler Durden es lo que cualquiera querría ser. De hecho, el personaje que encarna Brad Pitt en El club de la luchaes consciente de su atractivo irresistible: “Visto como tú quieres vestir, follo como tú querrías follar, soy listo, capaz, y lo más importante... soy libre en todas las formas en las que tú no lo eres”. Todo en él hace suspirar. Incluso los cigarrillos que disfruta. O eso es lo que teme la Organización Mundial de la Salud (OMS): en un estudio publicado este lunes, la entidad propone varias medidas para contrarrestar la influencia que, en su opinión, tienen las películas donde aparecen fumadores sobre los adolescentes.
“El consumo del tabaco está matando cada año a seis millones de personas. No hablamos de un problema menor, sino prioritario. Y las películas son una de las últimas fronteras que intenta aprovechar la industria para burlar la creciente dificultad de usar otros caminos para su promoción”, asegura Armando Peruga, responsable de la iniciativa Tobacco-Free de la OMS. De ahí que la organización vuelva a poner el foco sobre un asunto que empezó a lamentar en 2009. Tras constatar las escasas consecuencias de su alarma, ahora plantea cuatro remedios: que las películas con cigarrillos pasen a ser “no recomendadas” para menores; la desaparición de marcas de tabaco en la pantalla; anuncios anti-humo que precedan la proyección; y una certificación en los títulos de crédito que deje claro que la obra no ha sido financiada por la industria del tabaco, como ocurrió a golpe de millones en Hollywood hasta los años cincuenta.
Hollywood como objetivo
A lo largo de las 54 páginas de Smoke-free movies,los expertos de la OMS citan estudios realizados en varios rincones del planeta como prueba de las consecuencias negativas del humo en la gran pantalla y apuntan a Hollywood como objetivo principal, por su influencia clave en mercados y salas de todo el mundo. Entre otros datos, el documento sostiene que el 59% de las películas más taquilleras exhibidas en EE UU entre 2002 y 2014 contenía imágenes de tabaco y que el 37% de los adolescentes del país que empieza a fumar lo hace influido por el cine. La organización también recuerda el artículo 13 de la Convención sobre el Control del Tabaco, que invita a los 180 países firmantes a llevar a cabo una “prohibición completa de anuncios, promoción y patrocinios” relacionados con los cigarrillos.
“Las películas ofrecen la oportunidad a la industria del tabaco de transformar un producto mortal en un status symbol”, defiende el estudio. Es decir, que los cigarros de Humphrey Bogart en Casablanca o de Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes encierran a la vez leyenda y peligro, según la OMS. Eso sí, Peruga recuerda con placer ambas películas y destaca que las medidas de la organización no son “prohibiciones” sino “recomendaciones” y que no quieren afectar a las obras ya estrenadas, sino solo a las venideras. Y cita ejemplos positivos para la OMS: Disney prohibió la presencia de cigarrillos en sus películas dirigidas a público infantil, y en India la proyección de filmes con tabaco es acompañada por anuncios sobre sus consecuencias.
Pero, ¿se puede imaginar a Groucho Marx sin sus puros? ¿El mito de James Dean sería idéntico si no apurara cigarrillos en Rebelde sin causa? Además, en EE UU en 2014 fumaba el 16,8% de los mayores, según el centro gubernamental por el control y la prevención de enfermedades: tal vez el cine se limite simplemente a reproducir la realidad. Y hay una pregunta suscitada por las recomendaciones de la OMS: ¿se está limitando la creatividad de guionistas y directores?
Peruga niega que las ideas de la OMS puedan afectar a la libertad artística o que animen a los productores a excluir los cigarrillos de sus películas. “Eso ya será un problema de responsabilidad del productor, si quiere ejercer una censura artística en función de su interés económico”, defiende. Lo cierto es que asociaciones de fumadores como la británica Smokers, citada por The Guardian, ya han acusado a la organización de “intento de censura”.
Menos todavía gustará a la industria del tabaco y a la del cine una idea que la OMS de momento solo baraja: pedir que las películas con presencia masiva de cigarros no reciban subvenciones públicas. “No tiene sentido que gobiernos que están luchando para disminuir el consumo de tabaco permitan que su dinero sea usado para lo contrario”, afirma Peruga.
Tal vez acabe convertida en polémica sugerencia. O tal vez se quede en nada, como otras medidas que la OMS barajó y descartó. Hay una, en concreto, que provocará escalofríos en más de un cinéfilo: pixelar los cigarrillos. No teman: ya se esfumó.
Babelia
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