La invasión de las películas-ultracuerpos
El filme hace por los extraterrestres lo que la saga 'Crepúsculo' hizo por los vampiros
Solo hay un grado de frenesí equiparable al que vive el universo editorial en búsqueda de la próxima saga juvenil rentable: el que, en paralelo, experimenta la industria del cine a la hora de convertir, cada vez a mayor velocidad, cada una de estas sagas recién publicadas en franquicia cinematográfica ofrendada al recuerdo de Crepúsculo. La quinta ola, adaptación de la primera novela de una trilogía (todavía inconclusa) del estadounidense Rick Yancey, deja en evidencia todos y cada uno de los problemas generados por este estado de las cosas: una película apresurada, estrenada a medio cocinar, basada en una novela a medio hacer, texto que, como tantos otros dentro de la misma corriente, está más cerca de un tratamiento —o de una sinopsis alargada— que de un trabajo con otra razón de ser más allá de la de satisfacer la urgencia de la corporación editorial.
LA QUINTA OLA
Dirección: J. Blakeson.
Intérpretes: Chloë Grace Moretz, Nick Robinson, Liev Schreiber.
Género: ciencia-ficción. EE UU, 2016.
Duración: 112 minutos.
Según una frase publicitaria —o un juicio crítico, ¡a veces la distancia es tan tenue!— que acompañó a la publicación de la novela de Yancey, La quinta ola hace por los extraterrestres lo que la fundacional saga Crepúsculo hizo por los vampiros. Se podría aducir que la propia autora de Crepúsculo ya atendió a ese negociado en su novela La huésped —publicada en 2008, cinco años antes que la de Yancey— y que Andrew Niccol, un director con gusto, la convirtió incluso en una película con cierta elegancia visual y con alguna imagen poderosa. Da igual; nada podía evitar que viéramos de nuevo una película —o un modelo de película— que, en los últimos cinco años, hemos visto ya hasta la extenuación, aplicando la fórmula de filtrar a través de una mirada adolescente las convenciones, reducidas a mero esquema mondo y lirondo, de un género o subgénero dado.
La invasión extraterrestre (ultracorpórea) sobre un fondo apocalíptico es aquí la excusa para la nueva puesta en marcha de la maquinaria de la reiteración: las imágenes espectaculares se concentran en los primeros minutos de metraje —funcionando como meros samplers de otros éxitos cinematográficos— y el planteamiento de un triángulo amoroso con el corazón muy kitsch se reserva, significativamente, para un clímax final planteado casi como gincana de arbitrariedades.
Un trabajo únicamente recomendable para quienes encuentren placer en la reiteración de la nadería.
Babelia
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