La FIL de la A a la Z
De Bronco a YouTube, pasando por Franzen o Rushdie, todas las claves para entender la edición de este año de la feria del libro más importante de la lengua española
Anton, Joseph. Seudónimo de Salman Rushdie cuando estaba bajo amenaza de la fetua de Irán. Se lo puso él mismo juntando el nombre de Joseph Conrad con el de Anton Chéjov. En 1995 Rushdie visitó por sorpresa la FIL y bebió abundante tequila para aliviar las tensiones de la condena a muerte que le lanzó Jomeini. Este año ha vuelto, menos amenazado, para dar la conferencia inaugural.
Balcells, Carmen. Seudónimo de la Mamá Grande. // Superagente literaria fallecida el pasado septiembre. Homenajeada en esta edición, igual que José Manuel Lara Bosch, el Papá Grande de Planeta, quien, un buen día, le hizo una sorprendente propuesta empresarial a Carmen: “¿Por qué no tenemos un hijo?”.
Bronco. Sobrenombre del “autor” revelación de los primeros días de la FIL, en dura competencia con Vila-Matas, Rushdie, Muñoz Molina y Franzen.
Cantina. Ágoras de Guadalajara. Donde los escritores reflexionan e intercambian pareceres sobre el modo más literario de embriagarse.
Dinero. La FIL es un tierno mastodonte que deja una enorme cantidad de plata en Guadalajara: unos 300 millones de dólares al año de derrama económica, según la organización. Una buena parte, la nocturna, se queda en las cantinas, por cierto.
Distribuidora. Sistema que utilizan muchas editoriales para estar presentes en la FIL sin tener stand propio. Es el caso, a través de Colofón, de editoriales como Anagrama, Siruela o Acantilado. También el de Alba, Hiperión o Ediciones del Viento, que comparten ‘cama’ en la casa de Panoplia.
Erizo. Nombre de una editorial de libros en braille, para los que hay un espacio en el área internacional (será porque es otra lengua). Entre sus joyas, uno ilustrado: El libro negro de los colores. Para leer al tacto, como una tableta.
F. Letra que en el nombre del escritor y periodista mexicano Jorge F. Hernández es muda.
Feos. “No todos podemos ser pandas. La sociedad para la preservación de los animales feos” es uno de los títulos más brillantes y resignados de la feria. Se lo puso el biólogo Simon Watt a su conferencia en el ciclo de divulgación científica. Imaginemos, por un momento, una versión zoológico-literaria: “No todos podemos ser Cervantes. La sociedad para la preservación de los escritores malos”. De existir esa institución, estaría desbordada. Como la FIL. O tal vez existe ya y no lo sabemos.
Franzen, Jonathan. Escritor con la cabeza a pájaros, es decir, dos veces escritor, o sea, ornitólogo aficionado. // El autor de Pureza llegó, vio y venció. Habló con Jorge Volpi de su nueva novela, firmó ejemplares y, al día siguiente, se fue con su editor –Juan Milá, de Salamandra- al lago de Chapala a mirar avocetas, jacanas, águilas grises y gavilanes de Cooper.
Gratis. La entrada a la FIL cuesta 20 pesos (15 la reducida) pero en el stand de la editorial Edaf hay una torre circular de libros gratis. Son tres cuentos policiacos (de Mark Twain, E. A. Poe y Jack London traducidos por Alejandro Pareja) coeditados en un solo volumen por el ayuntamientos de Puebla y los Gobiernos de Yucatán y Coahuila. Lo regala una señorita disfrazada de policía.
Hilton. Hotel frente a la FIL. Durante la feria es el lugar de la Tierra con más escritores (buenos y malos) por metro cuadrado. Es posible que alguno de ellos termine escribiendo lo que otro soñó (lo llaman plagio). En el vestíbulo (en español de España, lobby) han construido este año un restaurante que ocupa la zona que antes colonizaban los agentes, editores y editores para sus conjuras y negocios. Todo el mundo lo lamenta. A lado está el Hotel Westin, nuevo lobby literario.
Ilustrador. Si se han cruzado por los pasillos con un señor con perilla que sonríe todo el rato es que se han cruzado con Luis Scafati, ilustrador argentino y mito viviente de lo suyo. En la caseta de la editorial Libros del Zorro Rojo se dedicó a dedicar sus versiones de Informe sobre ciegos, de Sábato, y La ciudad ausente, de Piglia, añadiendo dibujos y más dibujos. Una de las obras cumbres del hombre sonriente es La metaformosis (en castellano de Jordi Llovet, La transformación). El propio Scafati recordó que Kafka pidió expresamente que no apareciera ningún bicho en una ilustración relacionada con su obra. El día de la presentación de su trabajo estaba entre el público otro mito, este de la edición, Daniel Divinsky, que en Ediciones de la Flor publicó a tipos como Quino, Rodolfo Walsh o Fontanarrosa. No había mucha gente en la sala -“yo decía de irnos a un bar”, propuso el dibujante-, pero la charla fue un prodigio de ingenio. Y si perdonan el chiste malo, muy ilustrativa.
Jalisco. Capital: Guadalajara.
Jóvenes. En las puertas, por los pasillos, en las salas de conferencias. Los grupos de estudiantes están por todas partes en la feria, que invita cada año a que los colegios e institutos lleven a sus alumnos. El jueves es su día grande.
Kilos. Y kilos y kilos de libros.
Krauze, Enrique. Se enfrentó a Mil Jóvenes y salió vivo.
Lisérgico. Dos de los autores invitados por el Reino Unido representan lo mejor de su tradición contracultural: Iain Sinclair y Irvine Welsh, expertos en viajes de colores.
Mezcal. En las fiestas nocturnas de la feria –la de Sexto Piso en el bar Palíndromo, la de Almadía en la cantina La Mutualista, la de todos en la sala de baile Veracruz- siempre corre con generosidad el sagrado aguardiente mexicano.
Moqueta. Es más mullida en la zona del pabellón-puente británico, una espectacular estructura roja en forma de bucle con muchas virtudes, dos pisos y un defecto: el ruido de los transeúntes durante los coloquios en el auditorio, que no tiene techo.
Niños. La FIL Niños es casi una feria dentro de la feria. Una enorme librería de librerías infantiles en la que, pese a todo, se hizo imposible encontrar un título fundamental para la historia menuda de la Humanidad como Belisario (Fondo de Cultura Económica). Agotado, dicen. Que sea por poco tiempo.
Norte. El nuevo sur, dicen
Novedad. Todos vienen a hablar de su último libro. Entre ellos Fernando del Paso, Premio Cervantes 2015, que ha recopilado sus textos sobre literatura en Amo y señor de mis palabras (Tusquets). Incluye su mítica carta a Juan Rulfo.
Ñ de Mariño González. Jefe de prensa de la FIL. Un joven vestido de negro con la melena a un lado. Veloz, ubicuo, capaz de abrir cualquier puerta a los reporteros y de deshacerles cualquier nudo.
Obcecación. ¿Quiere llegar a ser escritor? No hay de otra que obcecarse. Escriba por la mañana y por la tarde, mientras camina por la calle o compra en el supermercado tome notas. Lea de pie, sentado, mientras hace ejercicio en la caminadora o mientras cargue a su bebé. Lea y escriba, escriba y lea. Es una cuestión de obcecación.
Orozco. Si no existiera la FIL, otra gran razón para venir a Guadalajara son los 57 murales que José Clemente Orozco pintó entre 1935 y 1939 en la Capilla Mayor del antiguo hospicio de la ciudad, hoy Instituto Cultural Cabañas. En el centro histórico, a 80 pesos de distancia de la feria (en taxi).
Páginas. De libros, de periódicos, folletos, revistas, sitios webs. El catálogo de contenidos de la FIL (da una idea de la dimensión de la feria) tiene 305.
Periodismo. Y literatura.
Puntualidad. Es posible –aunque raro- que algunos actos no empiecen puntuales. Lo seguro es que terminan puntuales. A los 50 minutos, ya esté en el estrado un poeta novel o un premio Nobel.
Queja. El de la literatura es un mundo maravilloso, pero tiene algunas grietas. No es raro cruzarse por la FIL con escritores que se sienten poco valorados por la crítica y el público. Ah, y por la prensa. Aquel anuncio de pésimo gusto de Peña Nieto a la ciudadanía (“Ya chole con tus quejas”. “Ya vale con tus quejas”) en realidad iba dirigido a los literatos amargados.
Roto. Si es Vaso Roto se trata de una impagable editorial de poesía. Si es México Roto se trata de tres libros –de Julián Herbert, Emiliano Monge y Martín Solares- presentados a la vez bajo ese lema.
Rulfo, Juan. El genio de Jalisco. El genio de México. Autor de 'Pedro Páramo'. En esta edición, el escritor Fernando Vallejo opinó que “Rulfo es el único que sigue vivo de verdad en México”.
Salvaje, Buen. La revista gratuita Buen Salvaje, con ediciones en Perú y España, distribuyó en la feria los dos primeros números de su edición mexicana, con Antonio Ortuño y Cristina Rivera Garza en sendas cubiertas. Uno de ellos recoge tres poemas traducidos al castellano de Celebración, el libro con el que el gallego Gonzalo Hermo ganó hace unas semanas en España el Premio Nacional de Poesía Joven. Entendiendo por joven lo que digan estos versos de Hermo: “Tienes la edad de tu piel, / pero la memoria es demasiado vieja para entenderlo”.
Schulz, Marisol. La directora de una feria de nueve días por la que pasan alrededor de tres cuartos de millón de personas. Este ha sido su tercer año al frente. El cuarto, 2016, afrontará un reto mayúsculo: el 30 aniversario de la FIL.
Tapatío. Gentilicio de Guadalajara.
Taxi. Guadalajara sobre ruedas. // FIL off. // Imprescindible conexión con el mundo exterior.
Torta (ahogada). Manjar de Jalisco. Es un bocadillo sumergido en salsa picante de chile. Como un submarino gastronómico. Mejor para comer a mediodía. Por la noche se corre el riesgo de que pueda emerger.
Traductor. Oficio invisible y mal pagado. // Si sacases de los pabellones los libros traducidos, la FIL sería algo así como un tercio menor. Y tres veces menos interesante.
Twitter. La única especie de pájaro que no le gusta a Jonathan Franzen, sólida estrella fugaz de la FIL este año.
Unido. Reino. Véase moqueta.
Vargas, Gabriel. Este año se cumplen 100 años del nacimiento del caricaturista. Vargas fue creador de La familia Burrón, la tira cómica más popular de México. La obra del autor, que murió en 2010, continúa significando grandes ventas para la editorial Porrúa. Vargas será homenajeado por el público de Guadalajara el año en que las autoridades culturales han olvidado los festejos.
Welsh, Irvine. El popular autor de Trainspotting visitó la FIL por primera vez en sus 57 años. En la tierra del tequila, el escritor bebió mezcal con EL PAÍS.
X. México, que va con x y no con j, como escribió Antonio Ortuño en el título de su nueva novela, publicada por Océano. Cuando se escribe con j, el nombre del país suele irritar a los mexicanos más nacionalistas porque les recuerda la gramática española. La novela de Ortuño, sobre un par de milicianos que dejan España tras la derrota del bando republicano, tiene también algo de provocación.
YouTube. Los booktubers, jóvenes que reseñan libros en vídeos colgados en la Red, han vuelto a abarrotar los auditorios de la Expo. Aquí una de las reseñas ganadoras de este año.
Zapopan. Ciudad en la que también tiene lugar la FIL. Zapopan es parte del área metropolitana de Guadalajara, una urbe de cuatro millones y medio de habitantes. Muchos de ellos, lectores.
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