“Fernando Del Paso pone adjetivos como si tuviera un salero”
Los escritores y lectores mexicanos alaban la obra del sexto premio Cervantes concedido al país norteamericano
Cuenta Elena Poniatowska que cuando su madre tomó Noticias del Imperio paró de inmediato la lectura por su contenido “escandaloso”. “Mi madre no se podía creer que alguien hablara de que la emperatriz [Carlota] se masturbaba”, recuerda. “Escandalizó a muchos”. Poniatowska está contenta. Han concedido el Premio Cervantes al escritor mexicano Fernando Del Paso después de que ella lo ganase hace dos años. Dice que lleva varias horas intentando llamar a la casa del autor pero que no ha conseguido comunicarse. “Lo entiendo. Es la locura. Cuando me lo dieron a mí, lo primero que pensé es que deberían de habérselo dado a él”.
La anécdota sobre los supuestos hábitos sexuales de la emperatriz Carlota, la esposa de Maximiliano de Habsburgo, se incluye en la obra magna de un escritor a quien Jorge Volpi califica como “uno de los novelistas más importantes del mundo”. Porque Del Paso hace sus obras con disciplina, erudición, estudio y sentido del humor. “Adjetivos”, añade Poniatowska. “Pone adjetivos como si tuviera un salero”.
Los enamorados de la literatura caen rendidos ante la obra de Del Paso. “Libros largos, complejos, pero a la vez divertidísimos”, comenta Antonio Ortuño, escritor de Méjico y uno de los 20 autores elegidos como los más destacados de su generación por Conaculta, el organismo oficial mexicano dedicado a la cultura. “Soy fan, me vestiré de naranja, de trajes amarillos”, bromea al referirse al estilo de dandi del nuevo Premio Cervantes. “Es un novelista extraordinario, radical, riguroso, irónico. Tiene algo de humor negro, de talento natural pero trabajado”, afirma. “Quizá con un estilo excesivo para la capacidad de comprensión de la sociedad mexicana”, se aventura.
“Es un novelista que hace una novela como tal”, completa Volpi. “Hablamos del trabajo de un escritor que se lleva 10 años en el trabajo de un libro”. El autor de La tejedora de sombras enumera sus obras de memoria, como quien las tiene grabadas a fuego. José Trigo. Palinuro de México. Noticias Del Imperio. “Ha sabido retratar momentos clave en la historia de México dotados de enorme vida interior”.
Del Paso es, para muchos las generaciones más jóvenes de escritores y lectores mexicanos, una presencia fortísima, un reto de mil páginas. Así lo recuerda el autor David Miklos: “Fue una presencia continua en casa de mis padres, durante mi última infancia y primera adolescencia. Miraba, siempre con curiosidad, la edición de Palinuro de México, que mi madre preservaba en su librero: antes de las palabras, que leía en sumo desorden, quedaba hipnotizado por su intrincada y bella portada, la mejor que le han hecho a cualquiera de sus novelas. Después (que en tiempo delpasoiano significa casi una década) apareció en casa Noticias del imperio en 1987, con Carlota enmarcada en un verde casi fluorescente, y tal evento coincidió con que una amiga preparaba una prueba teatral que consistía en monologar como la emperatriz, en voz de nuestro autor: antes de leerlo, lo escuché, en una voz femenina, experiencia indeleble en mi memoria. Mucho tiempo después estuve en Trieste, en el palacete de Miramar mismo, y allí se me apareció la voz de Carlota en palabras de Del Paso: qué mejor lugar para entender la grandeza de su novela, que es la prueba fehaciente de que la historia le debe mucho, demasiado, a la literatura”.
“Hablamos del trabajo de un escritor que se lleva 10 años en el trabajo de un libro”, opina Jorge Volpi
Y hasta Trieste ha llegado su obra. Claudio Magris, en la última FIL de Guadalajara, se sentó en primera fila durante el homenaje a Octavio Paz en que participó Del Paso, y fue el primero en darle la mano al terminar el acto. “Influenció mi obra un tanto a ciegas”, recordaba entonces, cuando recibió el premio FIL 2014. Pero Del Paso mismo dijo en marzo de este año, al recibir el Premio José Emilio Pacheco a la Excelencia Literaria que los premios no sirven solo para la galería. “¿Es ético aceptar premios por nuestra obra y limitarnos a agradecerlos en público, como lo hago en estos momentos? No lo sé. Pero vale la pena plantear si nuestra posición sirve para algo”.
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