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Maximón, el santo versátil de Guatemala

La figura, de origen prehispánico, muestra el sincretismo del país

Culto a Maximón, en Sololá, en la región suroccidental de Guatemala.
Culto a Maximón, en Sololá, en la región suroccidental de Guatemala.Robert Harding

Un hombre blanco, de unos 35 años y 1,80 de estatura, se acerca al camerino de Maximón (se pronuncia mashimón) en su iglesia de San Andrés Itzapa, en Chimaltenango, a 59 kilómetros al oeste de la capital guatemalteca.

Se santigua. De una bolsa saca un manojo de hojas de ruda con la que se sacude la cabeza mientras murmura una oración. Después baja al pecho y a las piernas, para terminar golpeándose la espalda. Es el rito para purificarse, previo a su comunicación con la deidad.

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De otra bolsa saca varias botellas de aguardiente y unos cigarros puros, elementos esenciales del culto, que coloca a los pies de la figura. Destapa un botellín de medio litro de ron, y riega algunas gotas en el altar. Inclina la cabeza y toma, a boca de botella, un largo trago. Murmura nuevas peticiones. Genuflexión y otro trago. Así, hasta que la botella queda vacía. Entonces echa mano a la cartera, saca varios billetes y los deposita en la bandeja colocada para el efecto. Se despide lanzando un beso a la figura y se retira caminando para atrás, sin darle la espalda. Son las 9.45 de la mañana, y su oración ha durado cerca de 10 minutos.

Maximón es un santo bastante más versátil que sus homólogos católicos. Se le pueden pedir desde amantes hasta riqueza, salud y maldiciones para los enemigos. Todo vale y sus devotos están convencidos de que las peticiones siempre se cumplen.

La nave del templo está llena de mesas repletas de candelas de diferentes colores, que responden a las intenciones del feligrés: las celestes, informa uno de los guías espirituales del culto, sirven para pedir dinero; las amarillas, para suplicar por la protección a los mayores; las verdes, para que se hagan realidad los deseos de viajar; las blancas, para que Maximón proteja a los niños; las negras, para salvaguardarse de las envidias y maldiciones… la lista es interminable.

En Maximón se fusiona Rilaj Mam —El Abuelo, en lengua zutuhil, en cuya cultura se encuentran las raíces prehispánicas de esta deidad—, con santos católicos como san Simón, san Pascual Bailón o Judas Iscariote, explica el antropólogo Julio Taracena.

Para sus devotos, es un protector no solo individual, sino gremial

El experto señala que hay dos tendencias sobre este culto: la primera, propia de la cultura zutuhil, está en Santiago Atitlán (Sololá, al oeste) y tiene sus raíces en las culturas precolombinas, que veneraban a Rilaj Man, un espíritu protector. Con más influencia cristiana, está el san Simón de San Andrés Itzapa (Chimaltenango) que es el que mejor representa “la amalgama de las diferentes culturas religiosas, el sincretismo”. El culto a este último ha desbordado fronteras y encuentra feligreses en América Central y Estados Unidos, donde fue llevado por migrantes guatemaltecos. Cada una de estas culturas ha aportado elementos diferenciadores en los ritos.

“Cuando hablamos de culturas, me refiero a mayas, mestizas, urbanas, rurales… y hasta militares”, dice Taracena, que recuerda que en las dictaduras de los sesenta y setenta “Maximón aparecía vestido de coronel”. Para sus devotos, es un protector no solo individual, sino gremial. Esto explica que colectivos que van desde jugadores de cartas a militares, alcohólicos, homosexuales y prostitutas, busquen su protección.

El anecdotario también aporta elementos interesantes. En los años ochenta, cuando América Central se debatía en guerras civiles, la obsesión anticomunista de Ronald Reagan lo hizo impulsar la llegada de iglesias neopentecostales a Guatemala, con el propósito de neutralizar a los curas marxistas de la teología de la liberación. Santiago Atitlán sirvió como plan piloto. Los pastores inmediatamente identificaron a Maximón con el diablo, sin percatarse de que con esto le concedían los poderes sobrenaturales que, desde siempre, sus devotos le atribuían. Esto se traduce en que muchos de los cristianos renacidos sigan, en secreto, venerando a Maximón.

En el calendario, cuando la Iglesia católica celebra a San Pascual Bailón, el 28 de octubre, es también la mayor fiesta de Maximón. Sus cofrades inician el día con una misa católica y luego, a espaldas del cura, se dirigen a su templo para celebrar a su manera. Los sacerdotes católicos han optado por la tolerancia, en aras de la concordia.

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