Reincidencia idiota
Han pasado 20 años y se podría hacer un concurso para ver quién ha cambiado más —o, quizá más interesante, menos— desde el estreno de Dos tontos muy tontos. Posibilidades: 1) los protagonistas, dos lerdos grotescos; 2) sus directores, Peter y Bobby Farrelly; 3) los admiradores de aquella, para muchos, cúspide de la comedia idiota contemporánea; 4) los que ya en su día no entendieron nada de aquellos chistes, y 5) la comedia idiota en sí misma, la que se ríe de su propio infantilismo con una mezcla de ternura y brutalidad, de incorrección política y maravillosa levedad. De modo que, analizando cada una de las vertientes, el resultado es que todas las combinaciones posibles van en perjuicio de esta su resurrección, Dos tontos todavía más tontos: los personajes principales siguen igual, pero no sus directores, que tras la cima de Algo pasa con Mary (1998) se han visto empequeñecidos por las expectativas creadas, mientras los fanáticos quizá hayan dejado atrás ciertas actitudes, y la comedia irreverente y gamberra hace tiempo que desterró tabúes de representación, hasta el punto de que en estos años hemos podido ver incluso a una estrella mainstream como Hugh Jackman con unos testículos de pega en su garganta en la verdaderamente descarada Movie 43 (2013).
DOS TONTOS TODAVÍA MÁS TONTOS
Dirección: Peter y Bobby Farrelly.
Intérpretes: Jim Carrey, Jeff Daniels, Rob Riggle, Laurie Holden.
Género: comedia. EE UU, 2014.
Duración: 110 minutos.
La consecuencia de todo ello es que Dos tontos todavía más tontos, además de carente de ritmo, hinchada de metraje, con unos insulsos personajes secundarios y con apenas un par de gags salvables, casi parece una comedia antigua, en el peor sentido del término. Desde luego, mucho menos moderna que otras joyas del cine protagonizadas por imbéciles de encefalograma plano escondidos en cuerpos de señores maduros, del Gordo y el Flaco a Jerry Lewis pasando por el inspector Clouseau. De hecho, incluso Los tres chiflados (2012), la anterior película de los Farrelly, homenaje a una serie de los años cincuenta, resultaba más anómala e irreverente que esta innecesaria secuela.
Babelia
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