“El único europeo que nos devolvió una pieza fue Juan Pablo II”
Miguel León-Portilla celebra la repatriación a México previo pago del Códice Chimalpáhin El historiador lamenta que para recuperar patrimonio no hay más alternativa que comprarlo
Con 88 años, Miguel León-Portilla sigue yendo a diario a su cubículo de diez metros cuadrados de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde trabaja con tres retratos a sus espaldas: de su director de tesis, Ángel María Garibay, del franciscano 'etnógrafo' Fray Bernardino de Sahagún y otro al que el doctor presenta como “Ocho venado garra de tigre, un Señor mixteco”.
Lúcido, con la mirada brumosa y unas cejas de pelos disparados que su nieto quiere que se recorte, el autor de La visión de los vencidos (1959) es memoria viva de un campo de conocimiento que este año celebra dos aniversarios (75 del Instituto Nacional de Antropología e Historia y 50 del Museo Nacional de Antropología) con un regalo único: la repatriación a cambio de un millón de dólares del Códice Chimalpáhin, un documento del siglo XVI de autoría indígena que desde 1827 estaba en manos de la Sociedad Bíblica de Londres.
Pregunta. ¿Qué valor tiene el códice?
Respuesta. En esos tres volúmenes tenemos la versión hológrafa de Domingo Chimalpáhin, que nació en 1579 en Amecameca, junto a los volcanes, en un pueblo muy bonito; se hizo donado [sirviente] del convento de San Antonio Abad y se interesó mucho por la historia. El códice cuenta desde las edades cósmicas. Comienza con la creación bíblica, pero inserta en la creación a los hombres del Nuevo Mundo, los mete en la historia universal de la Biblia. Entonces ya se discutía de dónde venían los indios. Algunos creían que descendían de las tribus perdidas de Israel. Y él dice “Todos somos hijitos de Adán y Eva”, e incluye a los indígenas en la historia universal del cristianismo. Además nos da noticias sobre la fundación de México-Tenochtitlán, de los anteriores señoríos de Tula y de Teotihuacán, nos da una secuencia histórica de los pueblos. Ahora vamos a tener acceso a los textos de puño y letra. Y es la primera vez que México readquiere un documento sustraído de su legado histórico.
P. ¿Qué opina de que un país pague por recuperar su patrimonio?
R. Opino que no queda otro remedio. La Unesco tiene un comité de restitución de obras culturales ilícitamente sustraídas, pero no tiene fuerza. Si la tuviera se quedarían vacíos el Louvre, el British Museum y el Museo de Berlín. Yo no conozco más que un caso de un europeo que devolvió una pieza importante: el papa Juan Pablo II, que en uno de sus viajes trajo a México el Códice Badiano, un herbario medicinal indígena del XVI que estaba en el Vaticano.
Si se restituyesen las piezas ilícitamente sustraídas, quedarían vacíos el Louvre, el British Museum y el Museo de Berlín
P. ¿Qué otras piezas de valor están fuera de México?
R. Muchas. Por ejemplo, en la Biblioteca Vaticana hay un buen número de cócides prehispánicos, y en Madrid, en el Museo de América, está el códice Tro-Cortesiano, valiosísimo.
P. ¿Cree que algún día España lo dará?
R. Yo conozco a Felipe VI. ¡A ver si lo dona! Pero no, los españoles protestarían: ¿por qué nos quitan esto? Y quién sabe cómo salió de México. A lo mejor no fue ilícito. Cortés recibió muchos regalos del emperador Moctezuma. Es posible que este códice sea un regalo de Moctezuma. Es posible, no probable.
P. ¿Cómo definiría la relación de México con sus raíces prehispánicas?
R. La cultura mexicana tiene mucho de española, pero el mexicano común y corriente, además, tiene en su cultura el mundo indígena. Muchos tienen una vinculación directamente biológica. Y está la alimentación, influida por la dieta del chile, el maíz, el frijol, el tomate, la calabaza… También esa manera de interpretar el cristianismo, tan indígena, de sentir a Dios y a la Virgen como nuestro padre y nuestra madre. Hay aprecio por ese legado. Hay un interés enorme, porque se siente que ahí hay un origen. De hecho, eso llegó a exagerarse y a convertir el indigenismo en el antagonismo de lo hispano.
P. ¿Podría darme una definición de la identidad mexicana actual?
R. El mexicano se siente en un país propio, con sus raíces históricas profundas, con una historia convulsa, y aún con muchos problemas. Nunca olvida que los gringos nos quitaron la mitad del territorio, que su país tiene grandes litorales, grandes riquezas, que muchos gobiernos han sido muy corruptos. Tiene una religiosidad propia, simbolos propios. En buena parte, eso es el mexicano.
P. ¿Qué es ser mestizo en México?
R. Tomar nota de que descendemos mayoritariamente de poblaciones indígenas y de la presencia española. Pero los españoles también son mesticísimos. Son iberos, celtas, griegos, fenicios, cartagineses, romanos, godos, vándalos, árabes. Una vez en un avión de Sevilla a Granada, el señor que me tocó al lado me dijo, ‘¿verdad que tengo cara de árabe?’. No de moro, dijo de árabe. Y sí tenía.
P. ¿Qué es ser indígena?
No creo que México sea un país racista. Más que por racismo, aquí se discrimina por el dinero
R. Por desgracia, vivir en regiones de refugio, a veces aisladas. Muchas veces, no siempre, ser despreciado. Pero eso ha ido cambiando. Ahora tiene usted escritores indígenas o profesores universitarios.
P. ¿Qué es ser blanco en México?
R. Tradicionalmente ha sido estar en el sector del poder económico. Y yo creo que hasta ahora. Vaya usted a convenciones de banqueros o empresarios. En general son todos de extracción europea. Pero no creo que sean racistas. En México, más que por racismo se discrimina por el dinero. Si usted tiene una hija de origen alemán y se hace novia de un muchacho de rasgos indígenas, si ese muchacho es correcto y tiene una base económica, no creo que el padre se oponga. Aunque habrá casos que sí.
P. ¿Cómo ve el futuro de los indígenas?
R. Yo quisiera que participen activamente en la vida de México, pero conservando lo que quieran de su lengua y de su cultura, porque eso es lo que les da raíz.
P. ¿Cuál es el peor escenario?
R. Que se vayan quedando más arrinconados. En el siglo XVI, Fray Diego Durán le preguntó a un indio viejo: ‘A ver, tú dices que antes de que viniéramos nosotros no mentíais, no robabais, no matabais, no os embriagabais, no erais holgazanes, y ahora yo veo que todo eso ocurre’. El viejo respondió: ‘Mire padre: antes de ustedes nosotros teníamos nuestras costumbres y nuestras leyes, pero ustedes nos dijeron que eran cosa del diablo. ¿Y sabe qué pasó, padre? Que nos quedamos nepantla’.
Nepantla, explica el doctor León-Portilla, significa en lengua náhuatl estar en medio.
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