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George Orwell: “Me alegro de haber recibido un balazo”

Las cartas y diarios del escritor se publican por primera vez en España

Guillermo Altares
El escritor George Orwell en Southwell Beach, en 1934.
El escritor George Orwell en Southwell Beach, en 1934.The Art Archive

Cuando resultó herido en España —una bala le atravesó el cuello aunque no le produjo daños de consideración y se recuperó bastante rápido—, George Orwell escribió: "Me alegro de haber recibido un balazo porque creo que a todos nos ocurrirá en un futuro cercano y me gusta saber que no es doloroso". El autor de Homenaje a Cataluña intuyó en 1937 que la Guerra Civil solo era el comienzo de un conflicto mucho más largo, supo desde el principio que los dos totalitarismos del siglo XX iban a dejar una huella de destrucción a su paso. Pocos escritores han tenido una influencia tan durable y tan profunda como Orwell (1903-1950). Cuando estalló el escándalo del espionaje masivo de Edward Snowden, las ventas de 1984 se dispararon hasta convertirse en uno de los libros más vendidos en Amazon en una nueva demostración de su vigencia. En 2009 y 2010, se publicaron en inglés las cartas y diarios del escritor, y ahora Debate edita en castellano una selección de la que ofrecemos tres extractos, entre ellos el que retrata su experiencia tras resultar herido.

Brigadista internacional, Orwell sobrevivó de milagro a la guerra civil dentro de la Guerra Civil que representó la represión stalinista contra los trotskistas en Barcelona y pasó la II Guerra Mundial en Inglaterra, bajo las bombas nazis. Sus cartas y diarios confirman el gran secreto de la imborrable lección de Orwell: su honradez. "Lo que más me preocupa no es que se divulguen esas mentiras, normales en tiempo de guerra, sino que la prensa inglesa de izquierdas se haya negado a oír la versión de otro bando", escribe. Entre la justicia y su madre, Orwell siempre eligió la justicia.

A continuación, ofrecemos extractos de tres cartas de Orwell.

A Rayner Heppenstall. 31 de julio de 1937

La temporada que hemos pasado en España ha sido interesante pero muy difícil. Por supuesto, nunca habría dejado ir a Eileen [su esposa], y probablemente tampoco habría ido yo, de haber previsto el curso de los acontecimientos políticos, sobre todo la prohibición del POUM, el partido en cuya milicia estaba combatiendo. Fue todo muy extraño. Empezamos siendo heroicos defensores de la democracia y acabamos cruzando la frontera a hurtadillas con la policía pisándonos los talones. Eileen estuvo maravillosa, de hecho creo que hasta disfrutó. Pero, aunque nosotros salimos bien parados, casi todos nuestros amigos y conocidos están en la cárcel y es probable que sigan allí indefinidamente, sin que les hayan acusado de nada, solo por ser sospechosos de "trotskismo". Cuando me fui estaban ocurriendo aún cosas terribles, detenciones masivas, heridos sacados a rastras de los hospitales para meterlos en la cárcel, gente hacinada en sucios calabozos donde apenas hay sitio para tumbarse, presos apaleados y medio muertos de hambre, etc. (...)

Me alegro de haber recibido un balazo, porque creo que a todos nos ocurrirá en un futuro no muy lejano y me gusta saber que no es doloroso. Lo que vi en España no me ha convertido en un cínico, pero sí me ha convencido de que nos espera un futuro bastante sombrío. Es evidente que se puede engañar a la gente con cuentos antifascistas igual que se la engañó con el cuento de la pequeña y valerosa Bélgica, y cuando llegue la guerra es lo primero que harán. No obstante, no coincido con la actitud de los pacifistas como tú. Creo que hay que combatir por el socialismo y contra el fascismo, y me refiero a combatir físicamente, con las armas en la mano, aunque antes habrá que distinguir lo uno de lo otro. Estoy deseando ver a Holdaway [maestro de escuela y teórico marxista] para ver qué opina de lo de España. Es el único comunista más o menos ortodoxo que conozco que me merece cierto respeto. Me asquearía descubrir que se dedica a repetir los mismos tópicos sobre la defensa de la democracia y el trotskismo-fascismo que los demás.

A Stephen Spender. Abril de 1938

Pregunta usted por qué le ataqué sin conocerle y por qué cambié de opinión después de verle. No recuerdo haberle atacado, aunque desde luego hice algunos comentarios ofensivos de pasada sobre los "bolcheviques de salón, como [el poeta W. H.] Auden y [el poeta ingles Stephen] Spender [ambos fueron brigadistas internacionales]", o algo por el estilo. Quise utilizarle como símbolo del bolchevique de salón porque a) los versos suyos que había leído no me habían parecido gran cosa, b) me parecía usted una especie de persona elegante y de éxito, amén de comunista o simpatizante comunista, y como no nos conocíamos podía considerarlo un tipo y hasta una abstracción. Incluso si me hubiese desagradado usted, después de conocerle, tendría que haber cambiado mi actitud, porque al conocer a alguien uno repara enseguida en que se trata de una persona y no una especie de caricatura que personifica determinadas ideas. En parte por esa razón no frecuento mucho los círculos literarios, porque sé por experiencia que después de hablar con alguien ya no podré demostrar ninguna brutalidad intelectual, incluso aunque lo considere mi obligación, igual que esos parlamentarios laboristas que se pierden sin remedio cuando los duques les dan palmaditas.

Es muy amable al reseñar mi libro sobre España. Pero no se meta en líos con su propio partido. No vale la pena. Aunque puede usted disentir, como probablemente hará, sin llamarme mentiroso. Me gustaría mucho que viniese a verme. No soy infeccioso. No creo que llegar aquí [Aylesford, sureste de Inglaterra] sea complicado, porque los autobuses de la línea verde paran en la puerta. Estoy bastante contento y muy bien cuidado [convalecía de una enfermedad], aunque por supuesto es un incordio no poder trabajar y me paso el rato haciendo crucigramas.

Al director de 'Time and Tide'. 22 de junio de 1940

Es casi seguro que Inglaterra será invadida en los próximos días o semanas, y es probable que se trate de una gran invasión con tropas transportadas por mar. En un momento así nuestro eslogan debería ser ARMAD AL PUEBLO. No soy competente para tratar cuestiones como el modo de rechazar la invasión, pero defiendo que la campaña en Francia y la reciente Guerra Civil española han dejado dos cosas claras. Una es que, si la población civil está desarmada, los paracaidistas, los motoristas y algún que otro tanque aislado no solo pueden causar mucho daño, sino distraer a un gran número de soldados regulares que deberían estar enfrentándose al enemigo. El otro hecho (demostrado por la Guerra Civil española) es que las ventajas de armar a la población superan el peligro de poner armas en las manos equivocadas. Las elecciones parciales celebradas desde que empezó la guerra han demostrado que en Inglaterra solo hay una minúscula minoría de desafectos que en su mayoría están identificados.

ARMAD AL PUEBLO es en sí misma una frase vaga y, por supuesto, ignoro qué armas están disponibles para su reparto inmediato. Pero hay al menos varias cosas que deberían y podrían hacerse ya, es decir, en los próximos tres días:

1. Granadas de mano. Es la única arma de guerra moderna que puede fabricarse rápida y fácilmente, y una de las más útiles. En Inglaterra hay cientos de miles de hombres que están acostumbrados a utilizarlas y que estarían dispuestos a instruir a otros. (...)

2. Escopetas. Se habla de la posibilidad de armar a algunos de los contingentes de las Local Defence Volunteers con escopetas. Podría ser necesario si los rifles y los fusiles Bren hiciesen falta para las tropas regulares. Pero en ese caso la distribución debería hacerse ahora y todas las armas deberían requisarse de las armerías. (...)

3. Bloquear los campos para prevenir aterrizajes del enemigo. Se ha hablado mucho de esto, pero solo se ha hecho de forma esporádica. (...)

4. Borrar los nombres de los sitios. Ya se ha hecho en lo que se refiere a carteles y demás, pero en todas partes hay carteles, furgonetas, etc., que siguen luciendo el nombre de su pueblo. Las autoridades locales deberían tener autoridad para borrarlos de inmediato. Entre ellos, los nombres de los cerveceros de las tabernas. La mayoría fabrican cerveza para zonas muy concretas, y los alemanes probablemente sean lo bastante metódicos para saberlo.

5. Emisoras de radio. En todas las sedes de los Local Defence Volunteers debería haber una emisora, por si fuese necesario recibir órdenes. Es fatal confiar en los teléfonos en un momento de emergencia. (...)

Todo esto podría hacerse en muy pocos días. Mientras tanto, sigamos repitiendo ARMAD AL PUEBLO con la esperanza de que se nos unan más y más voces. Por primera vez en varias décadas tenemos un gobierno con imaginación, y al menos hay una posibilidad de que nos escuche.

Escritor en guerra. Correspondencia y diarios (1936-1943), de George Orwell. Debate. Traducción de Miguel Temprano García. A la venta el 2 de octubre. 464 páginas. 31,90 euros.

 

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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