El Teatro Real alza el telón por la integración infantil

Para Naraia fue el lobo (trompa). Y le encantó que fuera rojo. Para Santi, los violines, o sea, Pedro, el valiente muchacho que atrapa al cánido por el rabo. Naraia tiene síndrome de Down y Santi, autismo. Pero eso no les impidió aplaudir, reír y participar en los juegos del Pedro y el lobo del maestro Prokófiev que ha representado esta mañana la compañía Etcétera en el Teatro Real de Madrid para unos cincuenta chavales. Era un ensayo de la función que arrancará desde mañana sábado y repetirá los días 21 y 27 de septiembre. Serán por amor al arte. Y a la integración de la infancia con problemas.

Pedro y el lobo y otras cinco obras —Movimientos 2: la danza de la punta al tacón, La pequeña cerillera, Omelette, El hombre que se llamaba Amadé y Los nocturnos de Chopin— componen la reactivación del programa social del Real después de dos años y medio en suspenso. Ignacio García-Belenguer, director general del teatro Real, ha explicado el porqué de este retorno esta mañana, durante una rueda de prensa en la sala Carlos III:  "Han cambiado las circunstancias y la filosofía. Pero tampoco se trata de poner mucho dinero sobre la mesa, sino de aprovechar los recursos que tiene el Real. Es un proyecto que se hace con ilusión, ganas y voluntarios". Y asociaciones. Siete que han decidido unirse al proyecto, entre ellas ANAR, la Fundación Síndrome de Down de Madrid y la Federación Autismo de Madrid.

Los espectáculos que se plantean son algo más que música. En este Pedro y el lobo de la compañía de títeres Etcétera, estos últimos son los protagonistas en una escenografía que bebe del teatro negro de Praga. El foro en negro y un escenario muy simple: un poco de hierba, una casa, y la copa de un árbol, todo recreado como si una mano infantil trazara las figuras, que brillan en la oscuridad. Sobre él, los siete protagonistas de la historia: Pájaro, Pato, Gato y Lobo por los animales y Pedro, Abuelo y Cazadores por los humanos. Al presentarlos, se recuerda los instrumentos a los que corresponde cada cual: flauta travesera, oboe, clarinete, el cuarteto de cuerdas, fagot y la percusión, respectivamente.

No acabarán las actividades entre las bambalinas del Real. Vía streaming (vídeo en directo desde la web), los espectáculos se emitirán en los hospitales y escuelas asociados con las fundaciones y también en el Palco digital del teatro. Habrá también actividades paralelas como visitas guiadas especiales, la creación de un aula de música y un banco de instrumentos para niños.

Si el público de esta mañana hace norma, la iniciativa será un éxito. Los chavales aplaudieron y participaron durante toda la función. E incluso eligieron, cuando terminó, su personaje favorito. Ganó el abuelo (el oboe), por mayoría. Y en los aplausos del final se desmostraba lo agradecido que es este público. Inés Álvarez Arancedo, presidenta de la Fundación Síndrome de Down Madrid y madre de un hijo con esta deficiencia, lo explicaba así: "No tienen filtro y por eso lo reciben todo más intensamente. El arte es algo fundamental y todos debemos tener derecho a disfrutarlo".