El nieto 114
Víctimas del franquismo celebran el hallazgo del nieto de Estela de Carlotto y envidian el apoyo institucional de Argentina en la búsqueda de los desaparecidos
A Estela de Carlotto la llamaron muchas veces loca. Todas después de que esta maestra, esposa y madre de cuatro hijos tuviera que dejar su vida feliz y tranquila para convertirse en detective, en activista, y dar la vuelta al mundo hablando de su lucha: la búsqueda de los niños robados durante la dictadura argentina (1976-1983).
Le tocó reinventarse un mes de agosto de 1977, cuando los militares secuestraron a su marido, Guido, y Estela tuvo que hacerles llegar un rescate para que se lo devolvieran 25 días después, torturado, cambiado para siempre, pero vivo. A los pocos meses, se llevaron a su hija Laura, de 23 años. El 25 de agosto de 1979 le entregaron su cuerpo. “¿Y el niño?”, preguntó. “No hay ningún niño”, le dijeron. Pero sí lo había. Laura había dado a luz en su cautivero a un bebé al que llamó Guido, como el abuelo. Estela no dejó de buscarle. Lo encontró casi cuatro décadas más tarde, el pasado martes. Le abrazó por primera vez con 83 años cumplidos. Cuando el pasado mayo vino a España, invitada a un congreso sobre justicia universal, ya dijo, cargada de razón: “Yo vengo como experta en perseverar”.
La rueda de prensa en la que comunicó la noticia pudo seguirse en directo en la web de un canal argentino y permitió que en otros rincones del mundo se alegraran de que Estela pudiera, al fin, poner la fotografía de Guido, el nieto 114 recuperado por las Abuelas de Plaza de Mayo, en los portarretratos vacíos. Quizá sea esa una de las cosas que distingue a las buenas personas y a las causas nobles: la capacidad de generar empatía, que otros se alegren de sus triunfos como si fueran propios.
Se alegraron con Estela en España, a 10.000 kilómetros, familias que no han sufrido nada parecido y familias convencidas de que sus hijos o hermanos fueron robados al nacer. También nietos que hoy buscan a sus abuelos desaparecidos en la Guerra Civil y la dictadura con la misma determinación pero sin el apoyo institucional que tienen las abuelas que en Argentina buscan a sus nietos. Allí esa búsqueda es una política de Estado. Aquí, recuerda la ONU, el desamparo es total y ha obligado a familiares de los desaparecidos a pedir ayuda a 10.000 kilómetros de casa. Fue precisamente la juez que investiga los crímenes del franquismo desde Buenos Aires la que comunicó a Estela el hallazgo de Guido.
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