_
_
_
_

Vulgar, soez, excesivo: Jude Law se desmelena (¡por fin!)

El actor se zambulle en 'Dom Hemingway', una piscina de posibilidades interpretativas completamente distinta a las anteriores

Jude Law, en un fotograma de 'Dom Hemingway'. © 20th Century Fox.
Jude Law, en un fotograma de 'Dom Hemingway'. © 20th Century Fox.

Un grupo de adolescentes histéricas se apiñan a la entrada de un lujoso hotel del Soho londinense. Sus voces se oyen desde el quinto piso. “Tiene usted muchos fans” sugiere uno de los periodistas que se dispone a entrevistarle. “No os preocupéis. No chillan por mí. Están esperando a un tipo veinte años más joven que yo”. Jude Law lo dice sin rencor, con aire divertido, sin atisbo de nostalgia. Y tiene razón: la mecha de la explosión de hormonas que bulle a las puertas de este hotel no la ha encendido él sino un cantante coreano tan joven que seguramente no sepa ni quién es la estrella de Hollywood y el West End con la que comparte techo temporalmente. Jude Law ya no es el hombre por el que suspiran las jovencitas, aunque posiblemente siga haciendo suspirar a más de una mujer.

Su piel ya no es perfecta, pero esas arrugas de expresión y esa mirada adulta y serena posiblemente le confieran un aire mucho más interesante que cuando era simplemente un bellezón de ojos verdes que cada vez que sonreía en las pantallas conseguía que todo el sector femenino del cine se derritiera. “La verdad es que puede llegar a ser muy aburrido ser solo el guapo de la película” confiesa durante un encuentro con la prensa internacional en Londres. El que ha sido entre otros el galán de Alfie, Closer o Cold Mountain, por nombrar solo algunos de los filmes donde era casi tan fundamental el look como la actuación, se zambulle bajo la batuta de Richard Shepard en la película Dom Hemingway, una piscina de posibilidades interpretativas completamente distinta a todas las que había probado hasta ahora.

Puede llegar a ser muy aburrido ser solo el guapo de la película

Pese al estigma de su indiscutible atractivo, este actor de 42 años, que ha aparecido en los primeros puestos de todas las listas de hombres más sexis del mundo, ha conseguido sobrevivir bastante bien en una industria que tiende a encasillar a sus artistas y que sin embargo, no ha podido con Jude Law, quien a pesar de ser buscado para protagonista guapetón, ha sabido elegir casi siempre papeles con chicha. Y con este nuevo personaje se podría pensar que ha llegado la liberación total. ¿O no? “La palabra no es liberación. De lo que me alegro es de llevar veinte años haciendo películas y aún así seguir recibiendo ofertas. Muchas carreras se acaban en cinco o diez años. Yo me siento muy orgulloso de haber conseguido trabajar de forma consistente durante las últimas dos décadas. Y ahora parece que empieza un nuevo capítulo en el que todo el énfasis ya no está en ser un personaje joven, seductor, elegante, adorable… Eso siempre me ha parecido bastante tedioso, y ha sido difícil encontrar películas que me interesaran creativamente, que me llenaran como actor manteniendo siempre fija esa premisa. Pero supongo que también es natural que los guionistas escriban roles complejos para personajes más mayores”.



Es posible que para el público sea una sorpresa verle caracterizado de Dom Hemingway, el personaje que da título a una película en la que este actor consigue lo que parecía imposible: ser feo, barrigón, desagradable, excesivo, obsceno, vulgar. Son atributos sin los que hubiera sido imposible construir a este gánster de medio pelo que tras salir de la cárcel trata de cobrarse sus deudas pendientes y acaba obligado a enfrentarse consigo mismo. “Es un ladrón que vive en un mundo paralelo: él piensa que es un tipo legendario. Ha sobrevivido a doce años de prisión construyéndose esta idea de que es un gánster poderoso cuando en realidad no es nadie. Es un tipo complejo porque es un romántico, pero también es vulgar, insaciable. Es divertido pero también amenazador. Interpretarlo ha sido un gran reto”.

Aunque en su currículum haya más de cincuenta títulos, innumerables obras de teatro, dos candidaturas al oscar (por El talento de Mr Ripley y Cold Mountain) y una larga lista de premios teatrales, Jude Law sigue temblando cada vez que se enfrenta a un nuevo personaje. “Tener miedo es positivo. Es la manera de saber que tienes delante un nuevo reto y que gracias a él mejorarás. Pero en la vida ocurre lo mismo: tienes que estar dispuesto a perderlo todo para avanzar. Hay que ser aventurero, hacer siempre lo mismo puede ser muy aburrido. Yo me aburro con facilidad así que el miedo me hace falta. Además el esfuerzo te llena, te exige aprender qué puedes y qué no puedes hacer. He interpretado a mucha gente diferente pero creo que nunca había encarnado a alguien tan voluminoso y explosivo como Dom Hemingway”.

La palabra no es liberación. De lo que me alegro es de llevar veinte años haciendo películas y aún así seguir recibiendo ofertas

Tras su estreno en el Reino Unido el pasado otoño las críticas a la película no fueron espectaculares pero casi la totalidad de los expertos coincidieron en aplaudir el viaje interpretativo de Jude Law, sobre quien se dijo que podría incluso optar a un oscar. “Si me concedieran una candidatura acudiría disfrazado de Dom Hemingway, sin duda”, bromea. Lo cierto es que tras pasar una hora y media frente a él resulta difícil olvidarse de este personaje, sobre todo tras la espectacular presentación que abre la película: un monólogo bravo y furioso de casi dos minutos, con un final desternillante y sorprendente que marcará el paso de esta comedia negra con inconfundible humor británico y en la que le acompaña Richard E. Grant, con el que forma un dúo memorable.

Vestido con una camisa de diseño entre sofisticada y jovial, unos pantalones grises impecables y unos zapatos elegantísimos inequívocamente ingleses, este actor habla con la prensa a ritmo pausado pero acentuando con su espectacular movimiento de cejas todo aquello en lo que quiere hacer hincapié. Shakespeare, por ejemplo. Entre noviembre y marzo se ha subido cada noche al escenario del Noel Coward Theatre de Londres para interpretar a Enrique V, un papel por el que fue candidato a un Olivier Award, los premios más importantes del teatro británico. “Volver a Shakespeare es algo casi obligatorio. Mi carrera arrancó en el teatro y ahí es adonde siempre me gusta regresar. Trabajar con sus textos es un inmenso placer porque cada frase está pensada meticulosamente. Es muy duro pero muy gratificante. Y me gusta la yuxtaposición entre cine y teatro. Es como grabar un disco en directo o grabarlo en el estudio. Es fabuloso tener la suerte de disfrutar de ambas cosas”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_