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¿Qué fue de Blas de Lezo?

80 piezas reconstruyen la vida del tuerto, manco y cojo, que ganó a los ingleses en Cartagena de Indias

Aurora Intxausti
Retrato de Blas de Lezo, de la colección de la condesa de Revilla-Gigedo
Retrato de Blas de Lezo, de la colección de la condesa de Revilla-Gigedo

Seis navíos de guerra y 3.200 hombres fueron suficientes para que el teniente general de la Armada española Blas de Lezo (Pasajes de San Pedro, 1689-Cartagena de Indias, 1741) se enfrentara a la todopoderosa flota inglesa comandada por el almirante Edward Vernon. El guipuzcoano, de fuerte carácter y gran batallador, no tuvo reparos en luchar contra 90 barcos de bandera inglesa y 30.000 hombres. Defendió Cartagena de Indias (Colombia), clave para mantener el dominio español en América, y tras una cruenta batalla, el militar salió airoso del combate.

 Lo suyo con la mar fue una verdadera vocación. A los 15 años decidió ingresar en la Marina y su valor y coraje le llevó a realizar una carrera meteórica. A los 23 ya era capitán de navío y poco más tarde teniente general, eso sí en el camino perdió un ojo, el brazo y una pierna. Lejos de llevarle a la retaguardia, sus minusvalías le fortalecieron y poco el importó que le llamasen Mediohombre cuando sonaba su pata de palo. "Sus hazañas navales, su participación en episodios clave del siglo XVIII europeo, su coraje en combate, sus convicciones inquebrantables y su calidad como estratega, trazan un relato épico de la vida de Blas de Lezo, y una biografía que por sí sola retrata medio siglo de la historia de España”, así de contundentes retratan al militar las comisarias de la exposición Blas de Lezo, el valor de Mediohombre —Mariela Beltrán y Carolina Aguado—. Su propuesta es el resultado de más de dos años de trabajo para resaltar a un hombre, denostado por la monarquía de los Borbones y enterrado en un lugar del que nadie sabe nada.

Uniforme diseñado para la exposición, en base al retrato de Blas de Lezo
Uniforme diseñado para la exposición, en base al retrato de Blas de Lezo

Ambas mujeres se apasionaron de uno de los marinos más importantes de la historia naval española que por rencillas de la época, malentendidos y envidias quedó absolutamente olvidado en la historia. El enemigo lo tenía en casa, el virrey Sebastián de Eslava. “De haber nacido en otro país sería considerado un héroe y habría centenares de películas, libros y documentales sobre la gestas realizadas por él a lo largo de su vida”, puntualizan las historiadoras.

En los trabajos de investigación que realizaron ambas funcionarias encontraron verdaderas joyas sobre este militar, que se muestran en el Museo Naval hasta enero de 2014. Entre legajos han podido rescatar el diario autógrafo del teniente general en el que relata a Felipe V la defensa de Cartagena de Indias y un manuscrito fechado en 1733 “importante para conocer la construcción naval de la Armada”.

Trabuco de borda británico del siglo XVIII
Trabuco de borda británico del siglo XVIII

En la muestran se exhiben por primera vez en España dos retratos: el del teniente general Sebastián de Eslava, cedido por el Museo de Arte Colonial de Bogotá, y el de Blas de Lezo de la colección particular de la condesa de Revilla-Gigedo. El Museo Naval ha restaurado para esta exposición la lauda que encargó el hijo mayor, Blas Fernando de Lezo y Pacheco, para honrar a su padre. Una talla de madera, que se encuentra en el museo San Telmo de San Sebastián, en la que figura el escudo de armas de la casa y el nombre del marino.

La exposición, según sus organizadores, supone “un homenaje a una de las grandes figuras de la Armada en la primera mitad del siglo XVIII”.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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