La ‘realidad maravillosa’ del arte colombiano contemporáneo, en el BID
La exposición del banco glosa la realidad de Colombia a través de los diferentes estilos y trayectorias artísticas de sus grandes maestros
En De lo real maravilloso, el prólogo a su novela El reino de este mundo, el escritor cubano Alejo Carpentier rubricó su manifiesto personal a favor de la singularidad de América Latina como motor de una forma distinta de hacer literatura y arte. La exuberancia de su paisaje, su tradición cultural e histórica, suS particulares vicisitudes sociales debían, de acuerdo con el autor, servir de base para un nuevo realismo y una nueva hechura artística. Esa premisa, aplicada a la pintura y la escultura colombiana, es la que ha inspirado la selección de obras que integran la exposición, Lo Real Maravilloso: Colombia a través de los ojos de sus artistas, organizada por el Centro Cultural del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y que se puede visitar desde la semana pasada y a lo largo de todo el verano en su sede de Washington.
“Cuando empezamos este proyecto surgió de manera inevitable la idea del realismo mágico, pero nos pareció un término un tanto manido. Pero lo real maravilloso de Alejo Carpentier, que tuvo una gran influencia en Gabriel García Márquez y en el resto de escritores del Boom, aunque estaba referido más a un contexto literario nos pareció que podía aplicarse también a la realidad maravillosa del arte colombiano, que no deja de maravillar no importa la etapa en la que haya sido concebida”, explica Iván Duque, jefe de la División de Asuntos Culturales del BID.
Esa singularidad que defendía Carpentier y esa variedad de trayectorias, estilos y periodos a los que se refería Duque, se encuentran perfectamente representadas a través de las 36 piezas que conforman la exposición. Un recorrido que se inicia con réplicas precolombinas y que se extiende durante todo el siglo XX, glosando la caleidoscópica realidad de ese país -desde su naturaleza hasta la violencia y la denuncia social, pasando por el deporte y la vida cotidiana-, atrapada a través de varios de sus grandes maestros como Edgar Negret, Enrique Grau, David Manzur, Olga Amaral o Eduardo Ramírez Villamizar.
Lo real maravillo de Alejo Carpentier nos pareció que podía aplicarse también a la realidad maravillosa del arte colombiano, que no deja de maravillar no importa la etapa en la que haya sido concebida" Iván Duque
La fuerza del paisaje de Colombia está recogida en la muestra a través de las montañas envueltas en niebla de Gonzalo Ariza, el neoexpresionismo de Jaime Alberto Franco en La Lluvia, el alegato de amor a la flora colombiana de Juan Bernal, representado en el tríptico Espíritus de la naturaleza, o la admiración a la fauna del país, recogida en el cóndor –el ave de Colombia- pintado por el expresionista Alejandro Obregón.
La mirada real maravillosa hacia la compleja situación social de Colombia está plasmada a través de las obras de Eduardo Ramírez Villamizar, Gustavo Zalamea Traba, Óscar Jarmillo o Augusto Rendón, que en Yumbo o la nube gris, de 1976, anticipa el problema del medio ambiente y la polución de las fábricas en una obra que refleja el conflicto laboral que durante décadas azotó a esa ciudad colombiana. Pedro Alcántara Herrán o Luis Caballero Holguín, dos artistas que tradicionalmente han denunciado la violencia y la marginación del país sudamericano, están reconocidos en la exposición pero con piezas más amables y alejadas de la crítica social.
En ese contexto podría encajarse una de las obras más bellas de la exposición, un telar de Olga Amaral. “En los años 80, unos de los más duros en la historia reciente de Colombia, el presidente Belisario Betancur solía ofrecer sus discursos frente a uno de los telares de Amaral”, señala Duque.
Entre las joyas de la exposición se encuentra la escultura El Beso y la pintura Rita, dos muestras del estilo voluptuoso de Enrique Grau y dos maquetas del escultor Edgar Negret, que evidencian su estilo claro y limpio.
Babelia
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