México DF acoge una retrospectiva de Asco, un colectivo de arte chicano
El MUAC expone la obra de un grupo de origen mexicano que rompió esquemas en Los Ángeles
Asco. Sinónimo de repugnancia, de náusea, de disgusto. Fue el nombre que se pusieron los cuatro fundadores del colectivo de artistas estadounidenses de origen mexicano al que el Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM de México DF dedica la exposición Asco: Élite de lo oscuro. Una retrospectiva, 1972-1987. Ellos eran Harry Gamboa Jr., Gronk, Willie F. Herrón III y la bella Pattsi Valdez. ¿Por qué Asco?, le preguntaron una vez a Gronk. “Era la reacción habitual de la gente ante nuestra obra cuando estábamos empezando. La gente decía ‘¡Uuhllhh!’, asco. Y a nosotros nos pareció un gran nombre”.
En la retrospectiva del MUAC, que estará abierta hasta el 28 de julio y que fue concebida en Los Ángeles -donde ya ha sido expuesta- como parte de un importante ciclo sobre arte de la costa oeste de Estados Unidos llamado Pacific Standard Time, se pueden observar esas obras que le daban asquito a los vecinos de East Los Angeles, una zona de inmigrantes mexicanos donde vivían y trabajaban, o más bien intervenían estos cuatro chicanos irreverentes.
En una serie de fotos se ve a un joven travestido de origen mexicano haciendo una performance en el desierto. Es Roberto Legorreta, alias Cyclona, colaborador cercano del grupo Asco. En otra foto están en un sofá Herrón y otro colaborador, Humberto Sandoval, arreglados como muchachas atractivas y displicentes, en una especie de erotismo transexual. Es chic chicano, glamour queer de barrio duro de inmigrantes. Vamos, un asco. En otra foto aparecen tres adultos vestidos uno de jeringuilla hipodérmica, el del medio de pastilla de farmacia y el tercero de navaja. La imagen pertenece a una performance titulada Tres causas de muerte, y es de 1976. La jeringuilla, la pastilla y el arma blanca están rodeadas de niños con la cara pintada de blanco, como si fuesen mini zombies. Otra de sus performances consistió en desfilar por la principal avenida de East LA cargando con una cruz de cartón hasta llegar a un centro de reclutamiento de la infantería de Marina. Fue en 1971, en medio de la guerra de Vietnam.
Este grupo de artistas y sus colaboradores satélite trabajaron con temas propios de su tiempo (sexo, identidad cultural, violencia, urbanismo y marginalidad, sociedad del espectáculo) y usaron esquemas artísticos que iban desde el arte pop al conceptual, desde la fotografía a la pura performance. E igual que eran culturalmente híbridos, en parte mexicanos y en parte gringos, o ni una cosa ni la otra, también tenían una gama de influencias artísticas poco homogénea. Las curadoras de la exposición, C. Ondine Chavoya y Rita González, cuentan en el prólogo del estupendo catálogo de la exposición que el grupo Asco hizo listas de lo más heterodoxas de sus propias influencias. De Antonin Artaud, creador del Teatro de la crueldad, a Superman. Del muralista comunista David Alfaro Siqueiros al ácido lisérgico. Del pan dulce al Che Guevara. Del gorila gigante King Kong a la fastuosa actriz mexicana Dolores del Río.
Asco fue humor y experimentación artística multimedia, pero también fue política. El colectivo nació en la época más agitada socialmente de Estados Unidos en todo el siglo pasado, en medio de los movimientos feminista, negro, gay, antibelicista, hippie y también chicano. Los artistas de Asco no se mantuvieron al margen, pero adoptaron un compromiso no militante, más bien anarcoide y limitado al relativo poder de influencia de prácticas conceptuales tan efímeras como la performance o de trabajos en los que la crítica social no era obvia: es el caso de las No movies, las No películas, imágenes fijas, fotografías, que ellos difundían entre los medios de comunicación haciéndolas pasar por fotogramas de cine chicano auténtico, un gesto de humor que a la vez incluía una denuncia, o una reivindicación: que los chicanos también podían aparecer en los medios, que los chicanos también podían ser Hollywood.
Asco fue una autoparodia de lo chicano y un escupitajo contra el muro de discriminación que separaba a los anglosajones de los inmigrantes en Estados Unidos. Fue sociopolítica, pero también un experimento de arte conceptual que trascendió el esquema de la crítica cultural y el coto de lo chicano. Asco fue, como ellos mismos dijeron, La élite de lo oscuro, “una colección de estrellas de barrio selectas, anónimas e indocumentadas”.
Babelia
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