Sexo mojigato pero taquillero
La comedia argentina 'Dos más dos' arrasa en las salas de su país con el intercambio de parejas
Un millón de espectadores. Esa es la marca con la que terminó en 2012 la comedia Dos más dos, y esas entradas vendidas la convirtieron en la película argentina más vista ese año en su país. "Tenemos mucha mucha curiosidad por ver cómo va a funcionar en España. Confío más en el público español que en el argentino. Porque aquí ninguno de los actores, estrellas en Argentina, es conocido; porque aquí dependemos de que el guion enganche, y la gente se olvida de quién interpreta", cuenta Diego Kaplan, el director. A su lado, Juan Vera, productor y coguionista, asiente: "Venimos con muchas, muchas ganas".
Dos más dos arranca como una comedia costumbrista: el protagonista, Diego (Adrián Suar), vive en un matrimonio algo aburrido mientras ve cómo su socio en la clínica en cambio parece disfrutar con su esposa. El secreto: el intercambio de parejas, al que Diego es reticente cuando a su alrededor parece ser lo más normal y la panacea a los problemas sentimentales. "Su posición frente al asunto es lo que provoca la comedia", dice el director. "Es lógico. El amor implica un cierto grado de egoísmo y de miedos. Hablar del tema ya es incomodo, porque personalmente confieso que nunca entregaría a mi mujer de ninguna manera. No me importa lo que me den a cambio. No creo que la experiencia sea nutritiva. Yo acabaría en el drama". A su lado Vera ríe: "Entramos en el guion de forma inocente, y avanzada la trama contactamos con gente que practicaba para ciertas notas de color. Nos aportaron más información algunos documentales, como uno estadounidense, American swing, sobre un club neoyorquino en los años setenta, y nos sirvió para entender que la gente que iba allí no eran freaks".
Para Kaplan, una posible explicación del taquillazo de su largometraje puede deberse a sus referentes: "Como Billy Wilder, creo en la comedia con seres humanos, no se me ocurre reírme de otra cosa que no sean nuestros problemas. Uno necesita sentir empatía con lo contado y que la problemática te represente, aunque sea de manera tangencial. Es muy extraño hacer comedias con robots. No se me ocurre". El personaje de Diego absorbe muchas directrices de la teoría de Billy Wilder: "Efectivamente, no es un buen tipo, también tiene sus momentos ruines. Por eso su contrafigura es su mejor amigo, su socio y a veces su peor enemigo". Y apostilla: "Como en La extraña pareja [filme de Gene Saks]".
El final, un buen tema de debate tras la proyección. Sin entrar en desvelar nada del filme, triunfa el tono timorato. Vera se defiende: "Está abierto a cualquier opinión. No creo que el final sea timorato, pienso que de las opciones posibles es la mejor. Debés pensar que es una película mainstream, con actores muy populares en Argentina, y ya me parece que el planteamiento del tema era lo suficientemente arriesgado para este tipo de filmes. No podía hacer más piruetas porque se rompería la historia". "Por otro lado", interviene Kaplan, "Dos más dos hace una variación de todo hacia el final, y no es raro ese desenlace, sino que fluye natural. No puedes estar dando saltos en la narración que creen neurosis en el espectador".
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