‘Tomboy’: el pene de plastilina
La película de la francesa Céline Sciamma cuenta cómo una niña se hace pasar por un niño La búsqueda de la identidad sexual es una temática recurrente en la filmografía de la directora
La orientación sexual y la infancia son los ingredientes principales de la joven filmografía de la directora Céline Sciamma (Pontoise, 1980) y también la base de la agria polémica social que ha transcurrido en Francia en los últimos meses. "Ha sido muy doloroso. Nos ha sorprendido darnos cuenta de que en Francia había una derecha tan virulenta contra la homosexualidad", lamenta la cineasta que estrena en España su segunda película, Tomboy. Se refiere a las multitudinarias manifestaciones que se han producido en contra de la ley que permite el matrimonio a personas del mismo sexo que finalmente se ha aprobado en el parlamento francés el 23 de abril.
Sciamma ni lo niega, ni lo oculta. En su primera película, La naissance des pieuvres (2007), con la que debutó como guionista y directora, tres chicas adolescentes ven aflorar la pulsión sexual con diferentes orientaciones. "Son cosas que me obsesionan y me encanta que me obsesionen porque me dan temas para hacer cine”, explica la directora por teléfono que, con Tomboy, marimacho en inglés, trae una historia sobre niños antes de que sus cuerpos les dividan en niños y niñas, sobre el desconcierto de la pubertad y el verano.
"No cortes mucho para que mamá no se de cuenta", le dice un niño a su hermana pequeña. "Lo sé, no soy tonta", le contesta con las tijeras en una mano y un mechón de pelo en la otra. Micael es el personaje principal que se muda a una casa nueva con su familia y se afana por hacerse amigo de la pandilla que ve jugar desde la ventana. Todo fluye hasta que el espectador es abofeteado con un desnudo frontal al que le falta algo y descubre que a Micael su madre le llama Laure.
"Es verdad que es impresionante, incluso a mí me impresionó grabarlo. Hay un verdadero tabú sobre el cuerpo de los niños, mucha suspicacia", explica Sciamma sobre la escena nudista. "Al trabajar con niños nunca sabes lo que será difícil. Crees que esto costará y sale completamente natural. Sin embargo, fue una pesadilla la escena de la carrera en el bosque porque no le daba la gana que la alcanzaran. Quería correr más que nadie". El tirón de orejas es para Zoé Héran, la actriz protagonista que, aunque se tuvo que cortar el pelo para hacer la película, con 11 años tenía la "cara andrógina a la vez que fascinante" que la directora necesitaba para contar la historia de una niña que se hace pasar por un niño.
La directora contrató a la toda la pandilla de amigos de la protagonista
Aliviada por haber encontrado a la actriz perfecta, le pidió que se trajera a sus amigos del barrio y les contrató a todos para actuar en la película. Así, el grupo dejó de jugar al fútbol delante del portal de su casa para hacerlo ante las cámaras de Sciamma. “El guión lo escribí en un mes, tuve tres semanas para el cásting y el rodaje no duró más de 20 días”, confiesa la directora que, con esta agilidad, pretendía inferir un aire natural y realista para contar una historia "diferente".
"No hemos visto veinte veces una niña que utiliza plastilina para rellenar su bañador", justifica la directora y guionista, aunque no es la única que se ha aventurado a hablar de la homosexualidad en la adolescencia. Series referentes para los más jóvenes, como las estadounidenses Glee, Gossip Girl o incluso Aída, lo abordan sin tapujos. "Lo que consigue la ficción es romper la soledad y hacer más sencillo afirmarse. También acerca las soluciones políticas. Cuanta más igualdad haya en los derechos, más respeto mostrará la sociedad por las singularidades".
Babelia
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