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A la sombra del centauro

El libro ‘The searchers’ analiza la historia real que inspiró a John Ford su mítico ‘western’ Su autor, Glenn Frankel, fue periodista de 'The Washington Post' y ganador del Premio Pulitzer

Toni García
John Ford, retratado en Monument Valley donde rodó muchos de sus 'westerns'.
John Ford, retratado en Monument Valley donde rodó muchos de sus 'westerns'.

En 1956, un realizador llamado John Ford estrenaba The searchers (a España llegó con el precioso título de Centauros del desierto), un western que trascendía las fronteras del género y se convertía de forma casi automática en una de las películas más importantes de la historia del cine. Ford se había basado en un libro de 1954, centrado a su vez en el secuestro de una niña, Cynthia Ann Parker, por parte de los comanches, en 1836. La historia real, cuando la niña —ya mujer— fue recuperada en 1860, es en realidad un drama. Para entonces, aquella chica de 24 años ya era comanche de la cabeza a los pies, con tres hijos, cuyo padre era un célebre guerrero de la tribu. Su (re)introducción a la fuerza en una sociedad que para ella era hostil, acabó con Parker sumida en una profunda depresión que la acompañó hasta el final de sus días.

“Empecé al revés, por la película y no por la historia de esta niña. Cuando me retiré de The Washington Post en 2006 comprendí de repente que aquello me daría mucho tiempo para investigar. Pensé en escribir un libro sobre Centauros del desierto, sobre la película. Y cuando empecé a trabajar en ello vi un documental en el que John Milius [el director y guionista] hablaba de Cynthia Ann Parker. Era una historia fascinante, no solo por la historia en sí sino por lo que aportaba al libro. De algún modo hablaba de cómo se forman los mitos y las leyendas y aquello me pareció muy interesante, muy sugestivo”. Lo cuenta, vía telefónica, Glenn Frankel, legendario periodista de The Washington Post, ganador del Premio Pulitzer en 1989 por sus crónicas sobre Oriente Próximo y ahora profesor en la Universidad de Austin (Tejas). Su libro, The searchers. The making of an american legend, explora aquel concepto que el propio John Ford deslizaba en El hombre que mató a Liberty Valance: “Cuando la leyenda se convierte en realidad, imprime la leyenda”.

Cyntia Ann Parker, la comanche real, fue rescatada con 24 años y tres hijos

Saltando de la historia real de Parker al infierno del rodaje de la película, Frankel consigue que la historia del filme (mil veces contada) se lea con ojos de novato, ahondando además en la personalidad de Ford, un dictador al que todos volvían una y otra vez.

“Yo no diría que John Ford fuera un cabrón, pero sí que era un alma atormentada, un hombre muy difícil, muy complejo. Pero fíjate, el propio John Wayne, que tuvo que aguantar lo indecible, siempre volvía a trabajar con él. ¿Por qué? Porque ningún otro director le planteaba retos de la forma que John Ford solía hacerlo. De hecho, todos volvían a trabajar con él una y otra vez. No era porque fuera un hombre encantador, ni simpático, era porque si eras actor y colaborabas con John Ford sabías que ibas a hacer un buen trabajo. Ford trataba a todo el mundo terriblemente mal y, sin embargo, inspiraba un increíble sentimiento de lealtad. Lo peor es que no aceptaba que le quisieran. Si amabas a John Ford él hacía que ese amor se volviera contra ti”, cuenta Frankel sobre uno de los grandes de la historia de Hollywood.

“No sabría decirte por qué Centauros del desierto es tan importante, pero me atrevería a afirmar que es porque debajo de ese imponente aspecto visual se esconde una película que emocionalmente es muy poderosa y que puede darte distintas respuestas, dependiendo de las preguntas que quieras plantear. También porque, a pesar de la dureza de lo que cuenta, la amistad y el amor son —de algún modo— lo que uno recuerda después de verla. Lamentablemente no puedo decir que esta frase sea mía porque es del crítico estadounidense David Thomson, pero creo que resume perfectamente la película: ‘Cada vez que vuelvo a ver Centauros del desierto sigo sin saber cómo va a acabar”, dice el escritor.

Frankel encadena su respuesta con la especial relación de este western con cada una de las generaciones de espectadores que disfrutan de él: “Creo que es un filme que establece una relación personal con el espectador y que, sin embargo, tanto para los estadounidenses como para los europeos es perturbador. Tienes cosas preciosas, tiene cosas realmente terroríficas y, sin embargo, de algún modo, te impide sacar conclusiones apresuradas. Realmente tiene un poder que trasciende al de muchas otras películas, probablemente no hay ninguna película como esta, con su fuerza. Por lo menos a mí no se me ocurre ninguna”.

La ira del maestro

  • John Ford(Cape Elizabeth, 1894-Palm desert, 1973) es una leyenda del cine, un tipo que se identificaba como un hacedorde westerns y que durante dos décadas se convirtióen uno de los hombres más influyentes de Hollywood.
  • En el libro The searchers, que arranca con Ford dándole un puñetazo en la nariz a Henry Fonda por una diferencia de criterio, su autor, Glenn Frankel, explica la tormentosa personalidad del director de El hombre tranquilo, Qué verde era mi valle, El hombre que mató a Liberty Valance, La diligencia o Pasión de los fuertes, cuya tiranía en los rodajes llegaba a límites solo explorados por sus villanos. Centauros del desierto parece la cima de ese carácter iracundo, en el que John Wayne fue zarandeado por Ford (que tenía 62 años) cuando podría parecer lo contrario.

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