Culebrón
Ante la vorágine de escándalos, la audiencia prefiere la irreverencia de La Sexta o el nuevo gato de 13TV, pero huye de la pública. Ansiamos rostros nuevos, los de dos mujeres con agallas
Los programas en los que antes se hablaba sobre Belén Esteban ahora debaten, igual de acalorados, sobre los papeles de Bárcenas. Se suceden los escándalos a una velocidad difícil de digerir y todo conforma un gran culebrón nacional que, por desgracia, no es de ficción. Hay tramas apasionantes: en Cataluña se cita la ex novia de un jefe de CiU con la jefa del PP y les ponen un micro entre las flores, supuestamente, jefes del PSC. En Madrid, como no hay oposición creíble, eran las facciones del PP las que, presuntamente, se espiaban y contraespiaban.
El frenesí de noticias nos aturde y necesitamos que nos las cuenten de otra manera. La Sexta bate récord de audiencia con Salvados y El intermedio. Acertó Planeta, dueño de Antena 3, al proteger la identidad de este refugio entre progre e indignado en una TDT llena de tertulias crispadas con nombre de gato. Jordi Évole, que ya no quiere ser conocido como El Follonero, está logrando profundidad informativa y cercanía al espectador gracias a esa forma de hacer preguntas incómodas, ingenuas, sin palabrería ni rodeos. En cambio, Wyoming dice que lo suyo no es periodismo (“ya conocen las noticias, ahora les contaremos la verdad”), pero, entre coña y coña, destripa la información, la arropa con contexto y saca los colores a los que decían digo y dicen Diego. Ni Évole ni Wyoming son neutrales. Son sectarios, vale, pero honestamente sectarios.
También 13TV rompe máximos tras llevarse a Antonio Jiménez de Intereconomía, un gol en esa dura batalla por la derecha de la derecha. En cambio, huye la audiencia de la televisión y la radio públicas desde el golpe de mano del PP en RTVE. El espectador desconfía del telediario aunque estén lejos de repetirse excesos manipuladores de tiempos pasados (de Urdaci o de Calviño). Informe semanal hace saltar las alarmas mostrando a Bárcenas como un empresario e inversor sin apenas relación con el PP. Eso sí es sectarismo. Del viejo y del burdo.
No sabemos adónde vamos ni cómo acabaremos. Surgen nuevas estrellas en el debate público: Ada Colau, la activista que llevó al Congreso la tragedia del desahuciado, o Beatriz Talegón, la joven socialista que cantó las cuarenta a sus jefes en la Internacional. Lo suyo serán más que cinco minutos de gloria. Ansiamos otras caras, otras voces. Ser otros.
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